Desde el punto de vista tipográfico, el técnico y el emotivo, los letreros y rótulos de comercios e instituciones forman parte del patrimonio cultural, visual y social de las ciudades. Con el objetivo de ponerlos en valor, surgió la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico; en Vigo, el Ateneo Atlántico se ha erigido como representante de la lucha contra la pérdida progresiva de la identidad visual urbana.
Desde principios de este año, lanzaron la iniciativa "Mirando polos letreiros" para todos sus socios, algo más de trescientos, y para todos aquellos que se quisiesen sumar. "Estaba pensada para aprovechar que en tiempo de pandemia paseásemos de otra forma por la ciudad", cuenta Luis Otero, su coordinador y vocal de la junta directiva del Ateneo. Se sumaba, así, a esa red de la que ya formaban parte varios colectivos de España y Portugal.
El objetivo era poner en valor la cartelería de la ciudad, que no sólo forma parte de la fotografía histórica de Vigo, sino que también funciona como punto de referencia geográfico, señalando puntos de encuentro más allá del GPS; cuando no se miraba hacia abajo, a la pantalla del móvil, y sí hacia arriba, a los carteles y rótulos.
Entre la técnica y la melancolía
Lo proponen con ese triple enfoque: en primer lugar, el tipográfico, atendiendo al diseño de las letras, un aporte más técnico del que les ha llegado gran cantidad de material gracias al fotógrafo Jorge Lens, "con cerca de 300 carteles de la zona sur de Galicia y del norte de Portugal", que conforma un repaso a la historia de los diseños gráficos de este tipo de reproducciones.
En segundo, al técnico, poniendo el foco en las diferentes formas de fabricar y presentar el rótulo. Por ejemplo, Luis señala los realizados en vidrio, ejemplificándolo con el que aún subsiste en la cafetería Alaska, en el Calvario. Estos trabajos, además, se firmaban por las empresas autoras, dejando así otra huella de la industria local, como la Unión Cristalera o la cristalería La Belga.
La tercera mirada es la de la melancolía, la sentimental, seguramente la más popular. Letreros que retrotraen a otra época, a vivencias concretas que nacen de lo particular y se extienden a lo global, sumándose al imaginario popular de fácil reconocimiento. Un buen ejemplo es el que recibieron desde Segovia; Ricardo Alonso Berridy les hacía llegar el cartel de la relojería de su abuelo, que estaba situada en el número 1 de la calle Real.
La relevancia del comercio local
Detrás de la iniciativa, también está la lucha por la memoria golpeada por el proceso de gentrificación de las ciudades. Con el desarrollo urbano y la "cultura del centro comercial" y las franquicias, se desplaza lo que se percibe añejo. De hecho, las imágenes más repetidas que les llegan son las de negocios antiguos de la calle Príncipe, una de las que más sufrirá el traslado de la vida comercial a otros espacios de la ciudad, como el centro comercial Vialia, como los de la papelería Comercial, o la Joyería Rosende. También el apoyo al comercio local, tan en boga en estos tiempos y que se contrapone a ese cierre del pequeño negocio frente a las grandes superficies.
Su cuenta de Instagram ya ha publicado cerca de 200 imágenes de las muchas que les han ido llegando. Aunque escasea la información referente a cada rótulo. "Esa es la labor más complicada, la de clasificar y conocer el autor y qué ha sido del letrero". De hecho, desde el Ateneo hacen referencia a las "buenas prácticas", como es el caso del antiguo cartel del restaurante Bella Nápoli, cuyos nuevos dueños mantuvieron como decoración del local, o los Talleres Ramón: los herederos de la empresa guardan un espacio para el rótulo originario que instaló su padre.
Y es que el destino de los que desaparecen de la vista del paseante es, muchas veces incierto. Es el caso del que anunciaba el Camaleón de Samil, recientemente derruido. "Le hemos preguntado al Concello y, mientras esperamos su respuesta, también nos hemos puesto en contacto con la empresa encargada del derribo para saber qué ha sido de él", asegura Luis.
Aportaciones a la espera
El Ateneo invita a los vigueses a participar de esta iniciativa enviando esas imágenes para hacer acopio y, en un futuro, que tenga un reflejo material. A partir del mes de septiembre, la intención es realizar una petición al Concello para, por ejemplo, habilitar una exposición, temporal o permanente, en el museo Verbum, la Casa das Palabras.
Las imágenes se pueden enviar a través de su web, que dispone de la información de contacto, o a su cuenta de Instagram. Un proyecto que aspira a ser un "trabajo colectivo e implicar a toda la gente", concluye Luis, sobre todo de una generación de más edad porque "cuando tienes veintitantos no ves la ciudad como cuando tienes más años".
Toca, por lo tanto, mirar hacia los edificios en búsqueda de ese recuerdo que nos despierte la sensación del "ya no está", del "ya cerró", para guardar en carrete virtual de la cámara dele móvil. Y, por supuesto, compartirlo con el Ateneo Atlántico.