Si algo caracteriza a Vigo es que, a pesar de su tamaño, es una ciudad en la que se hace mucha vida "de barrio" y en la que sus habitantes todavía tienen esa concepción de ciudad pequeña de mediados de siglo. Por eso su comercio local se ha mantenido fuerte durante décadas, aunque la pandemia ha supuesto un revés que ya muchos no han podido superar.

A través de esta lista, desde Treintayseis hemos querido rendir un pequeño homenaje a todos esos comerciantes que lograron que Vigo fuese la ciudad que es hoy, amable y sonriente, y que han sabido mantener a su clientela durante generaciones gracias al trato cercano de un amigo.

Papelería Porras

Acompañó a varias generaciones de vigueses hasta su cierre en 2018, y todavía se recuerda a su dueño, Javier Porras, con muchísimo cariño. Especializado en pirotecnia, papelería y disfraces, el gran almacén de Porras en Ronda Don Bosco era el único lugar de Vigo en el que los particulares podían comprar fuegos artificiales para la noche de Fin de Año.

Por esta razón las colas frente a su puerta eran habituales cada diciembre, incluso algunos lo consideraban un evento social que acabó convirtiéndose en una tradición más de la Navidad de Vigo. Desde el fallecimiento del dueño, este negocio con casi dos siglos de historia terminó cerrando sus puertas y, aunque un negocio similar ha abierto en el mismo local, nunca ha vuelto a tener permiso para vender pirotecnia.

Mercería Saldaña

Setenta años de vida avalan a la reina de las mercerías de la ciudad de Vigo, que curiosamente también se encuentra en Ronda Don Bosco. Ya sea buscando un hilo, una aguja para hacer crochet o cualquier tipo de botón que se pueda desear: tienen clientas que llevan décadas visitándolas cada semana en busca del elemento perfecto para rematar su labor. Y siempre lo encuentran.

Mercería Martina

Aunque lleva cerrada ya más de una década, es difícil olvidar a Martina, la mercería más longeva de la Gran Vía viguesa, cuya dueña llegó a hacer historia de la Seguridad Social. Sus 55 años de cotización, 51 de ellos como dueña de la mercería, convirtieron a Martina Fernández en historia de España: en el año 2011, un año después de su jubilación (a los 88 años), el entonces ministro de Trabajo le entregó la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.

Su establecimiento, frente a El Corte Inglés, era uno de los favoritos de los vigueses que necesitaban un artículo de mercería o un remiendo, muchos decían que Martina era "la costurera de las manos de oro". Años después de cerrar la tienda, ella misma reconocía echar de menos el trabajo, el bullicio y el trajín de aquel pequeño establecimiento histórico.

El Revendible

Más de un siglo de historia avala a esta curtiduría, en la que ya tres generaciones de vigueses han podido darle una segunda vida a bolsos, mochilas, zapatos o cualquier artículo de piel que necesite un pequeño remiendo. Desde hace un año han tenido que cambiar su establecimiento a la calle Ecuador, dejando su histórico local en Ferrería, pero no han dejado de vender sus pieles a artesanos y zapateros de Vigo y comarca.

Librería Librouro

La decana entre las librerías de la ciudad, Librouro lleva abierta nada menos que desde 1967. Su trato personal y su amplísimo catálogo en gallego la han convertido en una de las favoritas de los vigueses, a pesar de la feroz competencia que hacen algunas cadenas muy cercanas al establecimiento.

De las pocas librerías históricas que quedan abiertas en la ciudad, heredó el decanato cuando cerró la librería San José, en Carral; Cervantes, en Policarpo Sanz; y Babel, especializada en literatura en varios idiomas, también cerró hace ya más de diez años. Por el momento, Librouro ha sabido adaptarse y sobrevivir a esta terrible crisis económica, en la que muchos han decidido refugiarse en la literatura y en los consejos lectores de las expertas manos del personal que trabaja en la librería.

Papelería Comercial

Su espectacular escaparate hacía que decenas de curiosos se parasen cada día a observar aquellos impresionantes colores y los curiosos artículos que Joaquina Mur y su familia vendían desde 1917. El primer miembro de honor del Centro Comercial Príncipe tuvo que cerrar sus puertas a solo dos años del centenario por la declaración de "ruinoso" del edificio en el que se encontraba, un problema que pasó factura a varios locales colindantes.

A día de hoy, la triste estampa es una persiana a medio camino entre el cierre y la apertura, invitando a la nostalgia a todos los vigueses que recuerdan con ternura aquel escaparate hipnotizante.

Joyería Ramón Fernández

Desde 1910, esta joyería con fabricación propia ha sabido mantener su estilo y su calidad a pesar de las crisis, la globalización o incluso la proliferación de marcas de "joyería" de bajo coste. Proveedores de la Casa Real desde que Alfonso XII los eligió en 1922, muchas generaciones de vigueses pueden presumir de llevar en sus anulares alianzas firmadas por el joyero de los reyes.

Cavi y Nubur

Vecinas y competidoras, estas dos caramelerías de la calle Loriga hacen que cualquier vigués se relama solo con leer sus nombres. El olor a dulce y los colores chillones de su interior hacían que todos los niños y niñas que pasaban por delante utilizasen sus mejores argumentos para poder comprar una chuchería, compra a la que tampoco podían resistirse sus padres.

Cuenta la leyenda que Cavi fabricó cacahuetes cubiertos de chocolate años antes de que apareciesen los Conguitos, como también dicen que Nubur fabricaba sus propios caramelos con palito (que no Chupa-Chups). Fuesen o no autores de la revolución de las golosinas, las puertas de ambos establecimientos se han cerrado de manera indefinida, dejando a los ciudadanos de Vigo huérfanos de dulce.

Arjeriz

Casi se puede decir que este establecimiento fue el precursor de las tiendas gourmet en la ciudad de Vigo, título que ostenta con orgullo tras todo un siglo de actividad. Ahora, cien años después de abrir como mantequería, se dedican casi exclusivamente al vino y las bebidas alcohólicas, de los que poseen más de doscientas referencias de todo el mundo.

Todavía tienen en su escaparate alguna conserva o incluso algo de charcutería, pero los herederos de los dueños más longevos (cincuenta años estuvieron al frente del establecimiento) han decidido especializarse en espirituosos y han sabido mantener su título de tienda delicatessen.