Frente a la playa del Vao, en la costa de San Miguel de Oia, está la isla de Toralla, la única isla privada de Vigo y de las pocas de Galicia. Antaño estaba destinada al terreno labrado y al monte inculto, pero ya en el siglo XIX había una fábrica de salazón construida por su propietario de entonces. Actualmente, existe una urbanización de lujo para las más altas fortunas de la ciudad, con más de 30 chalés y una torre de 70 metros y 21 plantas cimentada sobre la ría de Vigo en la década de 1970.
Tras cruzar el puente de casi 400 metros que une la ínsula con el arenal del Vao, hay una garita con una barrera automática que impide el paso a cualquier persona ajena al islote. El acceso es exclusivo para los residentes de la isla y conocidos y la vigilancia está tanto por el día como por la noche. Bajo la valla, hay un lector de matrículas para los vehículos de los propietarios, previamente registradas para un acceso más rápido.
En cuanto a la forma de organización y configuración de la isla, la administración de la misma no ha querido contestar a las preguntas de este periódico, al no tener la autorización de la Junta directiva para dar cualquier información. Sin embargo, cabe señalar que se encargan de dicha administración una comunidad de vecinos y propietarios, una sociedad anónima y una administradora de fincas. Dentro de la isla, podemos ver que está, por un lado, la zona del Castro de Toralla y por otro, la Torre de Toralla.
Múltiples ventas: de uno a otro
Toralla tuvo varios dueños durante su historia y se vendió tres veces solamente en el siglo pasado. En un primer momento, en 1800, pertenecía a la Iglesia, al Obipado de Tui, pero con la desamortización de Mendizábal (1836 y 1837) fue expropiada y posteriormente fue adquirida por Francisco Javier Martínez Enríquez, Marqués de Valladares. Al morir, sus herederos la vendieron e instalaron una factoría de salazón, que sería un valor añadido.
En abril de 1892 se realiza otra venta: en las escrituras, Manuel Rodríguez Cadabal, apoderado de María de los Dolores Elduayen y Martínez, marquesa de Mochales, traspasa Toralla a Enrique Lameiro Sarachaga. El precio fue de 30.000 reales, equivalentes a 7.500 pesetas de la época.
El siguiente proceso de venta fue en abril de 1910, cuando Enrique Lameiro vende la propiedad, una "finca con superficie general de 4 hectáreas, 20 áreas y 42 centiáreas" a Martín Echegaray Olañeta, un vigués emigrado a Buenos Aires que volvió rico de Argentina. Al estar en el extranjero, el proceso de venta fue a través de un mandatario verbal, Ángel Bernárdez. El precio fue de 40.000 pesetas.
En febrero de 1958, los herederos de Echegaray comienzan a gestionar el futuro de la isla. Su hijo Juan Echegaray firma con Cipriano Braña Merino y Santiago Signo García unas escrituras para cederles el apoderamiento y así poder "comprar, vender, ceder o hipotecar". Siete años después, en agosto de 1965, se reúnen todos los apoderados con Jose Kowalsky, que la adquiere por 10 millones de pesetas. A los seis meses se constituye la sociedad Toralla S.A., con la que comienzan a urbanizar la isla: construyen el puente, la torre y los chalés.
Concesión de un siglo
Como venimos diciendo, la isla no es pública, es de las pocas de titularidad privada que hay en Galicia —junto a las Sisargas en Malpica y A Creba en Esteiro— y en España —en total hay doce, tanto en las Islas Baleares, Canarias, Murcia e incluso Ávila, en un pantano—. Cabe destacar que, según el Ministerio de Transición Ecológica, ninguna isla puede ser en su totalidad privada porque siempre tendrá una franja de dominio público.
Hablando de la isla de Toralla, se trata de una comunidad de propietarios y una empresa, Toralla Sociedad Anónima, quien disfruta de una concesión de 99 años. Fue otorgada poco después de su última venta en 1965 y la cesión de facultades acaba en el año 2064. Sobre la isla hay dos vigentes: una para el puente de acceso y otra para el campus de la Universidad de Vigo instalado en ella.
El hecho de que una barra limite el paso a cualquier persona no propietaria y que ningún ciudadano pueda acceder suscita críticas entre la ciudadanía viguesa. Algunos partidos de la oposición e incluso el Concello de Vigo llevan años solicitando el acceso libre, por lo menos, al litoral, que es de dominio público marítimo-terrestre.
Según la Ley de Costas, cualquier persona tiene derecho a hacer uso del suelo público, y en el caso de Toralla no se puede bordear la isla. Por otro lado, en 1990 se permitió el acceso libre la puente y a las playas tras una sentencia del Tribunal Supremo, aunque pocos cambios se hicieron después sin contar los proyectos.
Incluso el Gobierno de España facilitaría en 2008 su apertura al público con un proyecto de construcción de un paseo por la costa de la isla, valorado en poco más de 56.600 euros. Unos años después, se suspendió sine die. El BNG ha expresado, tanto ante el gobierno autonómico como estatal, iniciativas para que se urja la recuperación del DPMT, ya que de ese proyecto estatal no se tuvo más noticias.
Con todo, el proceso de obtención de información sobre la concesión fue largo y complicado. Treintayseis consultó a fuentes municipales, autonómicas y estatales. Desde el Concello indican que la concesión no es municipal, la Consellería de Medio Ambiente añade que la isla se rige por el PXOM de Vigo y desde el Ministerio de Transición Ecológica derivaron las preguntas a la Dirección General de Costas, respondiendo semanas más tarde.