Han pasado 73 años desde que abrió las puertas por primera vez y 20 desde que las cerró, pero el edificio de los Cines Fraga sigue esperando conocer qué será en el futuro. Como si el cese de su actividad hubiese le hubiese dejado en estado de shock, de parálisis permanente, la edificación que albergó los cines más imponentes de Vigo tendrá que esperar, al menos, hasta 2022 para saber qué será de mayor.
El 27 de marzo de 1948 se inauguraba el cine Fraga, proyectado por el empresario cinematográfico Isaac Fraga y diseñado por Luis Gutiérrez Soto, arquitecto madrileño autor también de los cines que pueblan la Gran Vía de Madrid. Se proyectó la película Botón de ancla, dirigida por el gallego Ramón Torrado y producida por Suevia Films, de la que era dueño el vigués Cesáreo González.
Durante cuarenta años, el Fraga se convirtió en el cine de referencia en Vigo, donde se estrenaban las grandes producciones, anunciadas en enormes lonas en su entrada, con un aforo total de 1.758 localidades. En su larga vida sufrió un gran incendio, en septiembre de 1988, que lo mantuvo cerrado durante cuatro meses. Sobrevivió al incendio, y también al descenso de espectadores y la competencia de las multisalas; en este caso, haciendo que se habilitasen dos nuevas estancias más pequeñas surgidas de la principal, conocidas como Fraga 2 y Fraga 3.
2001, año de cierre
Con la llegada del nuevo siglo, el cine puso punto final a su trayectoria. Caixa Galicia se convertía en el nuevo propietario del edificio a cambio de casi 8 millones de euros. El 28 de junio de 2001, el Fraga proyectó sus últimas películas; en los carteles, que se quedaron atrapados en el tiempo durante años, se anunciaban en sus tres salas Lara Croft: Tomb Rider, El regreso de la momia y Una noche con Sabrina Love.
El cierre de los cines parecía que encauzaba una nueva vida para el Fraga. Caixa Galicia anunciaba la compra dos días después y una inversión de 5.500 millones de pesetas para la rehabilitación del espacio de la mano del arquitecto César Portela. 7.000 metros cuadrados que acogerían un auditorio, salas de exposiciones, seminarios, aulas temáticas y un centro para mayores que se proyectaba en la planta superior. Pero las obras se encontraron con un primer escollo.
El cierre de Nova Olimpia
La sala Nova Olimpia está íntimamente ligada a la vida del Fraga. La puerta de entrada era contigua a la del cine, cuyo cierre hizo que las miradas se posasen sobre la mítica discoteca viguesa. Abrió sus puertas el 5 de mayo de 1973 y el encargado de inaugurar su escenario fue Georgie Dann.
A priori, el protagonista de ese día iba a ser Nino Bravo, pero el cantante valenciano falleció tres semanas antes. Otro fatídico suceso también tiene a Nova Olimpia como telón de fondo; la cantautora Cecilia perdió la vida en un accidente de tráfico después de actuar en la sala. Por ese escenario, pasaron nombres como el de Antonio Machín, Massiel, Miguel Bosé y Tom Jones, que fue el más caro de su historia, con un caché que se acercaba a los dos millones de pesetas.
La rehabilitación del Fraga dependía de que la discoteca decana de Vigo bajase la verja definitivamente. Esto ocurrió a finales de julio de 2007, y en septiembre se anunció el comienzo de unas obras que tendrían fecha final en 2009; pero un año después, en 2010, todavía seguían los trabajos a puerta cerrada.
Un concurso de ideas
Llegaron la gran crisis y la fusión de las cajas y la fecha de reapertura se tornó en una incógnita. En 2016 parecía que el proyecto se aceleraría, después de que el por entonces vicepresidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, anunciase en un almuerzo informativo con socios del Círculo de Empresarios de Galicia que faltaban siete millones de euros para rematar el proyecto y que se lanzaría un concurso de ideas. La noticia fue recibida en todos los sectores de la sociedad, incluido el Concello de Vigo, pero cayó en saco roto.
Ya como presidente de la entidad financiera, Escotet ha vuelto a posponer el fin de una obra casi completada en el interior del edificio con un "este año, no". Cerrado a cal y canto, el histórico Fraga sigue a la espera de que le devuelvan la vida a una edificación en pleno centro de Vigo que el paso del tiempo ha convertido en una de las más desaprovechadas de la ciudad.