Durante muchos años, las cafeterías de las ciudades eran lugares de encuentro de intelectuales, espacios de tertulia y un epicentro de la vida cultural, además de jugar el rol imprescindible de servicio de café para los profesionales de la zona donde estaban situadas. En el centro de Vigo, fueron muchas las que, desde principios del siglo XX, fueron erigiéndose en referentes.
Desaparecidas muchas de ellas, clásicas para varias generaciones de vigueses, hoy la zona de Príncipe y Urzáiz se enfoca más al negocio comercial, dejando aquellas cafeterías en meros recuerdos, a pesar de subsistir otras imprescindibles como Luces de Bohemia y Ecos, entre otras.
Gran Café Colón
Fue una de las primeras grandes cafeterías de la ciudad. Abrió sus puertas en 1886 en lo que ahora es la calle Policarpo Sanz, antes calle Circunvalación, en el edificio de Afundación, antes conocido como las casas de Bárcenas.
El Faro de Vigo notificaba su apertura asegurando que se trataba de un "establecimiento que rivaliza con los primeros de España tanto en lujo como en espacio". Y es que el salón tenía 300 metros cuadrados con 500 sillas y una pared cubierta de espejos.
Años después, en 1906, se trasladó a la calle Velázquez Moreno, al inmueble en el que ahora se sitúa la Casa del Libro sin perder un ápice del lujo que la convirtió en una de las cafeterías de referencia de la ciudad.
Café Derby
Desde 1921 hasta 1968, el Café Derby fue uno de los más icónicos. Situada en el principio de la calle Urzaiz, por sus sillas pasaron ilustres personajes de la enjundia de Valle Inclán, Laxeiro, Álvaro Cunqueiro, Ramón Cabanillas, Federico García Lorca o Pío Moa, lo que lo convirtió en un epicentro cultural de referencia en Vigo.
Su dueño, Albino Mallo, leonés, se convirtió también en una auténtica institución en Vigo y anfitrión en su local de la alta sociedad viguesa. En las mesas de mármol se entablaba la tertulia mientras, de fondo, la música de la orquestina de cámara del trío Corvino, acompañaba a los asistentes.
Cerró en 1968, dicen, por la competencia que supuso la apertura de la Cafetería Goya, que abrió también en Urzaiz.
Cafetería Goya
Emblemática fue, también, la Cafetería Goya, situada en Urzaiz, y que puso en marcha Benjamín Losada antes de 1950 y pasó a manos de su hijo Rubén hasta 1984, año en el que enfiló su recta final con otro propietario hasta su cierre en 1998.
Se convirtió en heredero del Derby cuando este cerró como lugar de tertulia para los intelectuales, con poetas como Oroza que lo convirtió en sustituto del célebre Café Gijón de Madrid en Vigo; Laxeiro también fue otro de los habituales del local, con su retrato como estandarte sobre la mesa que habitualmente ocupaba.
El Goya fue pionero montando un teleclub en los años 60, cuando las televisiones eran bienes de lujo en las casas particulares y, una década después, se transformó en referencia para el café teatro de la mano de Maximino Queizán.
Entre los pasajes más destacados de su larga vida fue la detención de varios habituales del local tras el reparto de octavillas contra la dictadura franquista en la primavera de 1962; de aquel grupo, alguno incluso fue encarcelado en una noticia que fue muy relevante en la vida local de la época.
Su despedida tuvo tintes también poéticos, con un último servicio a los nocturnos que enganchaban la salida del sol tras la noche de fin de año de 1998 repartiendo los clásicos chocolates con churros con el que muchos finalizan el último día del año.
Cafetería Lorena
Más actual es la Cafetería Lorena, en Príncipe, pero también se hizo su hueco como una referencia de la calle comercial por excelencia. Recogió el testigo de otros locales que fueron cerrando paulatinamente, lugares emblemáticos como el propio Goya, el Tres Luces, el Flamingo o la cafetería Bonsai.
Fue, durante décadas, el lugar elegido por trabajadores de la zona para convertirlo en su espacio de referencia, situado enfrente al actual museo Marco, un edificio que albergó los juzgados de la ciudad durante años, por lo que el mundo del derecho tenía gran presencia en aquella cafetería.
Cerró en 2005 durante unos meses y volvió a abrir poco después con el local remozado y compartiendo espacio con el negocio de una firma textil, como augurio del destino que, durante la siguiente década, vivió la calle Príncipe.
Cafetería Príncipe
Con el mismo nombre de la calle en la que se ubicó, en el número 48, concretamente, la cafetería Príncipe fue también uno de los locales referenciales de la zona más comercial de la ciudad.
Situado a varios metros de la cafetería Lorena, en la fachada de enfrente, disponía de una barra en forma de "U", era atendida por dos generaciones familiares, el dueño y sus dos hijos, y era frecuentada por los trabajadores de la zona.
Con la peatonalización de la Puerta del Sol, han llegado nuevos negocios de hostelería a la zona, como la cafetería Puerta Príncipe, desde hace ya unos años, y la apertura más reciente de Cañaveral. Quién sabe si será a partir de esta nueva reestructuración de la zona cuando ésta recupere el esplendor de aquellas cafeterías que fueron centro neurálgico de la vida viguesa, de aire clásico y lugar de reunión.