Vigo es una ciudad con decenas de siglos de historia. Los yacimientos más antiguos se remontan a la Edad de Piedra y son un conjunto de útiles tallados en cuarzo y cuarcita (expuestas hoy en día en el Museo Quiñones de León). Es decir, hay pruebas materiales de que había vida en este territorio ya en la época del Neolítico, en torno al 3.000 antes de Cristo.
Otros restos arqueológicos algo posteriores que se conservan en Vigo son los del conjunto Casa dos Mouros, un dolmen ubicado en Candeán. Estudios recientes en la zona declararon que es del año 3.000 a.C. Además, los expertos detectaron la posible existencia de otras estructuras prehistóricas situadas a las afueras y bajo el propio yacimiento funerario.
Vigo, por tanto, ya era un conjunto poblacional en la Prehistoria y fue creciendo con el paso del tiempo. Todos esos yacimientos —cerámicas, grabados— son símbolos de vida humana. La mayor prueba de estas poblaciones es el conjunto de castros del Monte de O Castro.
Sin embargo, todas estas pistas son casi un recuerdo incompleto, pequeños fragmentos. La postal cambia mucho si se piensa en el Vigo castrexo, en el Vigo romano o en el Vigo amurallado del siglo XVII. Millones de habitantes han pasando por la ciudad y han contribuido a su evolución. ¿Qué va quedando de todos ellos?
Como su propio nombre indica
Vigo comenzó a configurarse como una ciudad de mayor envergadura entre los siglos XV y XIX. La extinta muralla, de la que han aparecido supuestos restos con las obras de la Puerta del Sol y conservamos la parte de O Castro, se erigió durante la Guerra de Restauración (1640-1668) para protegerse de del reino luso.
Durante dicha época, la ciudad olívica tomó importancia por su comercio, la actividad artesanal y sobre todo, por la pesca. El Casco Vello vigués, como el propio nombre indica, reúne lo que fueron las primeras viviendas de particulares dentro de esa "nueva" urbe. A mediados del XVIII, la población creció con la llegada de comerciantes e industriales catalanes.
Si nos preguntábamos antes qué va quedando con el tiempo en la ciudad, Vigo puede afirmar que la gran mayoría son cosas inmateriales. El resto ha ido cambiando. Lo que conformaba el único perímetro habitado fue ensanchándose, las pequeñas casas de marineros fueron cayendo y dando paso a otros edificios señoriales que a su vez se transformaron en cristaleras y oficinas.
¿Pero cuál es la casa que lleva más tiempo en Vigo, observando las estaciones del año en bucle y presenciado batallas, celebraciones y tormentas? Dejando claro que los yacimientos prehistóricos que se guardan en la ciudad olívica no se consideran viviendas, la casa más antigua está en pleno corazón del Casco Vello, en la Plaza da Almeida.
Casa de Ceta o Arines
La Plaza da Almeida se encuentra a escasos metros de la iglesia de La Colegiata (templo finalizado alrededor de 1834 por Melchor de Prado) y alberga la casa más longeva de Vigo que todavía se conserva. Así lo afirman desde el Concello. Esta plazoleta recibió anteriormente el nombre de Praza Vella y Praza das Cebolas, porque acogía el mercado semanal de ese producto.
El número 2 de esta plaza es la Casa Arines, también conocida como Casa de Ceta. A día de hoy es la sede de la Fundación Camoes y conserva el mismo aspecto que cuando se construyó allá por el siglo XV. Es una demostración viva de la arquitectura de cuando Vigo comenzó a prosperar como villa comercial e industrial.
Se trata de un palacete urbano perteneciente al gótico tardío, de acuerdo con la información compartida por el Ayuntamiento de Vigo. El inmueble tiene aspecto de torreón medieval y está construido con sillares de piedra. La decoración es sobria y de ella solamente destacan los dinteles de las ventanas que dan a la plaza. El edificio está coronado con un recogeaguas y con gárgolas de piedra.
En la fachada aparecen dos escudos, uno de ellos con las armas pertenecientes a la familia Ceta y otro en el que aparecen dos leones. Esta familia tenía un arraigado renombre en la época, como apunta el Consorcio Casco Vello; posiblemente fueran comerciantes enriquecidos por la actividad pesquera al final de la Edad Media.
Justo pegada a la Casa de Ceta o Arines está la segunda edificación más antigua de Vigo: la casa de Pazos y Figueroa, de un siglo posterior. En la actualidad forma también parte de la sede del Instituto Camoes.