Lobito Bueno es una editorial diferente, que crea cuentos "para niños con personalidad", historias basadas en el humor y con frecuentes referencias culturales al mundo de los adultos. Sus libros infantiles buscan enseñar a los niños y niñas gracias a personajes llenos de defectos, "gente normal y natural", con los que identificarse y vivir aventuras.

Sus creadoras, Ana B. Gómez y Matilde Corral, son dos viguesas que se dedican a la comunicación desde hace dos décadas y que decidieron en 2015 darle un vuelco a sus vidas. Lobito nace con la ayuda de varios estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de la UVigo, "ellos nos ayudan a buscar esa fiesta, esa diversión de aprender que queremos en nuestros cuentos", dice Ana.

La idea de llamar a la editorial Lobito Bueno muestra desde un principio la intención de Ana y Matilde, que quieren darle una vuelta de tuerca a la literatura infantil "y hacer lo que nunca se ha hecho". "Los lobos siempre han sido maltratados en la literatura infantil, nosotras queríamos que fuese el protagonista y lavar su imagen", cuenta Ana. También aprovechan esa primera decisión para hacer una referencia a la cultura adulta, tomando la idea del lobito bueno del poema homónimo de Juan Goytisolo.

Ilustración de Zampacasas, inspirada en el largometraje de Wes Anderson, Gran Hotel Budapest Cedida

Además, se inspiran en los cuentos y personajes de Roal Dahl para dar forma a historias que hablan a los niños como adultos, desde el humor y la cultura, haciendo un fortísimo esfuerzo por despertar la creatividad del lector. "Utilizamos imágenes que evocan a pintores como Klimt, a artistas como The Beatles o a directores de cine como Wes Anderson", dice Ana, "así les damos a los niños y niñas una referencia cultural que los conecta con el mundo de los mayores".

Doblar, morder y pintar

Otro de los objetivos de Ana y Matilde era "acabar con esa imagen de que no se pueden siquiera doblar las esquinas de las páginas: queríamos que se pudiesen doblar, morder, pintar o marcar, porque de este modo creemos que acercamos más a los lectores a nuestras historias". Así, sus cuentos se editan en tapa blanda y sus últimas páginas están en blanco: "invitamos a los niños a pintar, escribir, dibujar… en definitiva, a crear y a ser coautores de la obra".

Aseguran que de este modo también implican a los prelectores, que no solo disfrutan del gran peso de la ilustración en los cuentos de Lobito Bueno, sino que pueden participar de la historia con sus dibujos. "Tampoco hacemos diferencias entre edades o si los libros se dirigen a niños o niñas, queremos que cualquier lector se identifique con nuestros protagonistas y por eso hay siempre muchos personajes que pueden encajar con un amplio público", dice Ana.

Ilustración de Cuando Ana adoptó a Perico inspirada en la portada del Abbey Road de The Beatles Cedida

Cuando Ana adoptó a Perico fue su primera historia y refleja todos estos deseos, en un cuento de humor trepidante, repleto de referencias culturales y haciendo que el peso recaiga sobre la ilustración. "Lo construimos al revés: primero fue el dibujo y luego la historia", asegura Ana, "por eso en este libro en concreto la imagen tiene tantísimo poder, es el verdadero hilo conductor".

Vigo como protagonista

Ana y Matilde son viguesas de toda la vida y por eso para ellas también es muy importante que la ciudad aparezca en los cuentos que editan. "Así nació la saga de Roque y Cíes, por ejemplo, que creamos para el Concello de Vigo y ya tiene tres libros que hablan sobre las medianeras y el Vigo cidade de cor, sobre la Navidad en la ciudad y sobre la Reconquista de 1808″. A través de los ojos de este personaje y de sus amigos acercan a los niños y niñas las historias de su propia ciudad, "completando lo que les enseñan en el colegio y haciéndolos a ellos protagonistas de estas historias".

Lo mismo hicieron con Julio Verne, para lo que utilizaron la estatua del escritor que hay en la zona de las Avenidas, en el Naútico, "y que es una referencia que todos los vigueses conocen: de ahí partimos y hablamos de la historia de Verne en la ciudad, de sus viajes y sus libros". Gracias a sus ilustraciones e historias surrealistas y llenas de humor, consiguen transmitir la historia de la ciudad olívica y hacer que los lectores se interesen por ella.

Páginas de El bosque de los deseos, libro ilustrado por fotografías de Jorge Lens

Su última aventura, de hecho, se basó en esa necesidad de utilizar el surrealismo para captar la atención de sus lectores, para lo que utilizaron al fotógrafo vigués Jorge Lens y sus imágenes. "Con ellas cuenta un cuento muy poco habitual porque casi no existen libros para niños con fotografías como base, así también educamos el ojo del lector y seguimos dándole referencias del mundo adulto, ya no hay ilustraciones infantilizadas".

Ahora están esperando a que la situación sanitaria se estabilice para seguir fabricando historias, pues reconocen que actualmente los niños se interesan menos por la lectura. "El confinamiento lo revolucionó todo y el audiovisual ha ganado muchísimo peso, los contenidos tienen mucha calidad y necesitamos que se recupere el interés por la lectura para poder crear algo nuevo, asegurándonos el aterrizaje". Aunque la competencia, dicen, es feroz, Ana y Matilde tienen muchas ganas de seguir publicando historias de humor y cultura para niños y niñas muy vigueses y con mucha personalidad.