Almudena Fernández Fariña (Vigo, 1970), licenciada en Bellas Artes y profesora en la Universidade de Vigo, reivindica el arte como una herramienta para la reflexión, el análisis y la crítica en una sociedad que cada vez cuenta con menos tiempo disponible para pararse a hacer todo lo anterior.
La artista viguesa, que obtuvo una beca de la antigua Fundación Caixa Galicia para estudiar también en Francia, inauguró recientemente en el Centro Galego de Arte Contemporánea la muestra "Pisando charcos", que recoge parte de su obra y que se podrá visitar en Santiago hasta el 10 de septiembre. Al mismo tiempo, realizó una intervención en el recibidor del CGAC que bebió de la arquitectura minimalista de Álvaro Siza, creador de la edificación situada en la capital gallega, y el barroquismo del Convento de San Domingos de Bonaval. Con el título "Flor y acanto", Fernández Fariña hizo suyas las hojas de acanto, que decoran la puerta principal del templo. La obra se completó este mismo verano.
Su exposición "Pisando charcos" recorre el trabajo realizado a lo largo de su trayectoria artística: Las primeras piezas expuestas son de 1994 y, las últimas, fueron ideadas en la actualidad. En las salas del CGAC se pueden encontrar todo tipo de creaciones. En total, más de 40: Desde pintura, pasando por fotografía hasta elementos manipulados por la propia artista. "El eje de todo mi trabajo es la pintura, pero es verdad que, de manera simultánea, siempre desarrollé procesos paralelos con otras técnicas. Tenía esa necesidad experimental y de búsqueda", explica Fernández Fariña. "Hablamos de piezas fotográficas, hechas con material cerámico, dibujos o pinturas. Además, en cada sala hay un diálogo con la obra de un artista que ha sido referente para mí", añade.
Almudena asegura que la elección "Pisando charcos" como título de la muestra es muy significativa, ya que hace gala de su esencia y su sentimiento: "Soy una artista que no tiene miedo a arriesgarse. No tengo miedo a no ser reconocible", remarca.
El hall del Centro Galego de Arte Contemporánea
Para llevar a cabo la intervención en el Centro Galego de Arte Contemporánea, la profesora de Bellas Artes tuvo en cuenta, especialmente, el propio emplazamiento del edificio -en el Casco Antiguo de Santiago- y toda la "reflexión" que hizo Álvaro Siza, también en cuanto al entorno, a la hora de proyectar el inmueble. "Quise continuar esa reflexión y lo que hice fue apropiarme de un motivo decorativo barroco de la fachada de Bonaval", precisa la artista viguesa. "Lo pinté en el vestíbulo ampliándolo a escala hasta convertirlo en una hoja que invade, como si fuese una enredadera", añade.
Una disciplina "con muchas capas"
Almudena Fernández recuerda que el arte contemporáneo -y el arte, en todo su conjunto- es una disciplina con "muchas capas" a la que hay que aproximarse haciendo el trabajo que llevaría a cabo un arqueólogo. "Hay un primer acercamiento desde lo formal y lo sensible que, desde luego, es importante. Pero después hay otras capas que son más complejas y que exigen una reflexión. Detrás de todas esas sensibilidades o formas hay conceptos", explica Fernández. "A veces el arte contemporáneo puede ser hermético, pero igual que lo puede ser una sinfonía. Para entenderla necesitas unas claves que te permitan profundizar en ella. Del mismo modo, detrás de cada obra de arte contemporáneo hay un discurso y ante él hay que tener receptividad y ganas", añade.
Precisamente, como docente, asegura que los estudiantes de esta disciplina adquieren todas estas capacidades así como la cualidad de la versatilidad, necesaria para cualquier desempeño laboral. En definitiva, la viguesa reivindica el arte como una herramienta indiscutible y fundamental "para poder reflexionar, pensar y hacer autocrítica. Sin eso, ¿qué somos?", concluye.