En la historia del deporte vigués y gallego, pocos nombres han sido tan ilustres como el de Manuel de Castro. Hándicap, como firmaba en sus crónicas, no solamente fue clave en la fusión del Fortuna y el Vigo en 1923. Fue uno de los primeros periodistas deportivos -como hoy conocemos el término- pero también árbitro, seleccionador nacional, directivo y hasta político.
Más allá del Celta, Vigo lo recuerda con un imponente busto ante la grada de Tribuna de Balaídos y la calle que lleva al estadio desde Coia; un proyecto que soñó con Ricardo Mella durante años hasta su inauguración en 1928. Y es que su trágica muerte el 27 de agosto conmocionaría a toda la ciudad y al fútbol nacional.
Ante la apertura al día siguiente del I Exposición Industrial de Galicia en los Jardines de Eijo Garay, acudió para seguir de cerca las pruebas de iluminación de la misma. Cuando salía de uno de los pabellones, su pie quedó atrapado en las vías del conocido como tren del puerto, atropellándolo una locomotora que maniobraba en ese momento. Dos Días después, el Faro de Vigo despedía a su "bondadoso compañero" asegurando que "pierde el deporte en España uno de sus más valiosos paladines, y Vigo uno de sus más entusiastas hijos, el más apasionado celtista. También FARO DE VIGO pierde uno de sus más queridos redactores"
Un amante del deporte más allá del fútbol y el Celta
Desde mediados de la década de 1910 comienza a trabajar en la idea de una fusión del Real Fortuna y el Vigo Sporting, que fracasaría en su primer intento en 1915. Pero el 10 agosto de 1923 llegaba al acuerdo -gracias a él y hombres como Pepe Bar- y trece días después nace oficialmente el Celta de Vigo. El nombre sería escogido con la voluntad de representar a toda Galicia y su primer partido llegaría el 16 de septiembre, compartiendo portadas con el golpe militar de Miguel Primo de Rivera.
Al año siguiente y de la mano de su hermano, el ex-futbolista y atleta Fernando de Castro, fundaría la sección del Celta Atletismo. Tras su visita como corresponsal a los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920, en los que quedó maravillado, defendió la idea de los deportistas completos, dedicándose estos a más de una especialidad.
También estaría en los Juegos de París en 1924, que resumiría en el aplaudido libro "Las Olimpiadas de París". En su última experiencia olímpica y tras 52 horas de viaje en tren a Ámsterdam llegaría a una conclusión: España no podía seguir despreciando el deporte en los centros escolares y universidades porque de persistir “seguirá en un plano de depresiva inferioridad ante naciones como Norteamérica, Alemania, Suecia, Francia, Italia….que luchan con entusiasmo por el mejoramiento de la raza” . Hándicap glosó en ese viaje el gran fútbol de la selección uruguaya, que dos años después sería campeona del mundo, la fisonomía de los futbolistas suizos y alemanes y el Estadio Olímpico.
Un récord inigualable en la selección española
En 1921 Manuel de Castro se hacía cargo de la Selección Nacional de Fútbol
conjuntamente con Jose Ángel Berraondo y Julián Ruete, perdiendo únicamente contra Italia la clasificación para los JJOO de 1924. No obstante, esa marca de 9 victorias en diez encuentros constituye un récord dentro de los seleccionadores nacionales, ya que ni Vicente del Bosque, ni Luis Aragonés ni Julen Lopetegiui, ni Luis Enrique- han conseguido mejorar ese porcentaje de victorias. Dejaría la selección en 1927 alegando “que tiene la virtud de atraer la envidia malsana de los imbéciles, de los ignorantes, de los que no saben subir sino valiéndose de medios rastreros”. Durante su etapa al frente del combinado nacional desarrollaría una gran amistad con Ricardo Zamora.
De Castro llegaría a dirigir también la primera selección gallega de la historia en 1923 y también con gran éxito. Sin embargo, una derrota ante Asturias en la final le privó de levantar el Campeonato de España por Regiones, asegurando que “se perdió la cabeza y faltó alma, coraje, entusiasmo en la totalidad del conjunto….todo eso que es preciso para vencer”. En los siguientes años limitaría su actividad al arbitraje, pitando el Celta-Unión de Irún que inauguró Balaídos y fundando el Colegio Gallego de Árbitros.
"Padre" de los derbis como estrategia publicitaria
En esos locos años 20 del siglo pasado, Hándicap encontraría en el fútbol inglés una idea que aumentaría la popularidad del balompié en España. Desde sus columnas impulsaría la rivalidad entre Deportivo de La Coruña y Celta, aunque siempre evitando "choques desagradables entre la afición de dos pueblos que no debieran ir más allá de los límites de una rivalidad deportiva”. Sin embargo, utilizaba el sarcasmo con frecuencia y no dudaba en recrearse en las victorias de los vigueses en los derbis. Sobre las derrotas del Celta, suya es la frase de “cuando se quiere a un hijo, aunque se porte mal, hay que hablar bien de él”.
A lo largo de sus 35 años de carrera logró crear una escuela y lenguaje propio, influyendo a los cronistas deportivos locales por decenios. Desde sus comienzos en "Letras y Deportes" en 1909, la primera revista de deportes de Galicia; pasando por Vida Deportiva (1916) o incluso la legendaria Revista Nós en 1922 bajo el título "Notas Deportivas" que lo acompañó en Faro de Vigo desde 1912 a 1930. En sus últimos 14 años en el decano de la prensa nacional utilizó el término "Los Deportes" para sus columnas.
Sus hijos entregaban el premio anual al mejor jugador del Celta
Desde el año 2011, la peña Siareiros.net, MoiCeleste y el podcast El Fútbol es Celeste escogen en una votación abierta al mejor jugador del Celta durante el año natural que lógicamente llevaba su nombre. Dicho premio era entregado por sus dos hijos en Balaídos antes de uno de los primeros partidos del año. El fallecimiento de Manuel de Castro "hijo" (2018) y Cristina (2020) hará que la entrega de esta edición, aún sin fecha, sea aún más atípica y triste que las anteriores.