Semanas felices y de alivio en Vigo. Y es que aunque el coronavirus sume nuevos brotes en la ciudad, la situación del Celta invita al optimismo. El equipo es octavo clasificado con 37 puntos a falta de nueve jornadas. Unas cifras impensables hace ahora cinco meses cuando Eduardo Coudet llegó al club y cayó hasta la última posición.
Tan solo veinte partidos le han bastado al Chacho para ganarse la confianza de una afición que vio su llegada con nerviosismo y necesidad. Su primera aventura en el fútbol europeo se salda con 30 puntos -de momento- que valen media permanencia y una proyección de 57 puntos. Unas cifras de puestos europeos.
También en el apartado ofensivo ha dejado su impronta, y es que aún faltando nueve finales más tranquilas que en años anteriores, los 38 goles anotados superan ya las cifras de toda la temporada pasada y la 2012/13. Pero el Chachismo va más allá de los resultados.
Libreto limitado pero eficaz
Tras su espectacular arranque en el banquillo celeste, el nuevo año le torció el gesto a Coudet. La lesión de Aspas, la eliminación copera o la dependencia de Renato Tapia mostraron las costuras de un equipo condenado a sufrir, al menos en apariencia.
Sin embargo, los pequeños movimientos del mercado invernal dieron la forma definitiva a su proyecto. Fiel al 4-1-3-2, a la presión alta y a su once tipo; el argentino demostró que esta plantilla y su método valían de sobra para lograr la permanencia. Y es que aunque el equipo haya acusado la sequía goleadora de Aspas o los entrenadores rivales le hayan cogido la medida, su manual ha seguido cosechando buenas sensaciones y puntos.
Máxima lealtad y rendimiento de los jugadores
Uno de los puntos fuertes del argentino en estos cinco meses ha sido su buena relación con el vestuario. Y es que todos los titulares han mejorado su rendimiento de forma clara con el argentino al mando, logrando sus mejores registros goleadores en ataque y recuperando la confianza defensiva nombres como Hugo Mallo. Y es que si Mouriño tenía dudas sobre su futuro, parece que el vestuario opina todo lo contrario
El carácter ganador de Coudet también se ha visto reflejado en la actitud de los jugadores. Si lo comparamos con el Celta de Óscar García Junyent, tristón por momentos; o con los de Escribá y Cardoso, que se movían más por impulsos que por ideas, la Chachoneta gana ambición con cada nuevo partido.