No aparecerá en los libros de historia, pero el 4 de mayo de 2017 es una de las grandes fechas para la ciudad de Vigo. Hace hoy cuatro años, el RC Celta recibía al todopoderoso Manchester United en las semifinales de la Europa League. El vetusto estadio de Balaídos, en pleno proceso de reforma, acogía el partido más importante de su historia.
Tras eliminar al Genk en cuartos, rompiendo el maleficio del 20 de abril; el equipo vigués se situaba a solo dos partidos de una final europea. Repuestos ya del batacazo de las semis coperas contra el Alavés, equipo y afición creían que a la tercera iría la vencida.
#ThisIsAfouteza: una campaña única con acento gallego
"Disposición del espíritu que lleva a actuar o acometer cualquier empresa sin temor a los peligros o dificultades. Seguridad que alguien tiene en si mismo, carácter firme". La palabra Afouteza, presente en el himno del Celta desde hacía 40 años; cobraba un nuevo significado en una semana de mayo en la que todo parecía posible.
El club lanzó la que hasta la fecha fue su campaña de comunicación más importante. Gracias a CeltaMedia, dirigida entonces por el periodista vigués y celtista Fernando González "Gonzo"; recuperaba el leitmotiv de la campaña de abonados: enseñarle al mundo el significado de Afouteza. Y vaya si se lo enseñaron.
En la rueda de prensa previa al encuentro con Hugo Mallo el propio Berizzo era consciente del impacto del partido: "Es la ilusión y el sueño de no solo un equipo, de toda una ciudad que se siente representada y orgullosa de su equipo". La comunión, pese a las discrepancias entre Mouriño y Caballero, era total.
El Sireno, centros comerciales, el Dinoseto, balcones, bares….toda la ciudad se engalanó en una semana mágica. Aficionados, periodistas y jugadores ingleses quedaron maravillados por la acogida y la belleza de la ría. No faltaron tampoco los mensajes de apoyo de ex-jugadores o famosos como Raphael, quien recordó uno de sus grandes temas habituales en Balaídos.
Más de 26.000 personas llenaron Balaídos en su mejor noche
Grandes y pequeños se juntaron para el último recibimiento del autobús en una explanada de Tribuna ocupada por una carpa especial para la prensa. Una frase, más cerca de la retranca que de la afouteza, se iba abriendo paso: ¿y si ganamos, qué?. Muchos deportivistas deseaban suerte al eterno rival para que vengara su eliminación en las semis de Champions de 2004. En realidad, el premio ya era estar allí.
26.202 almas llenaron Balaídos en su mejor entrada en años. El himno de A Roda sonó como nunca y la canción del Equipo A tras el descanso hacía las delicias de los aficionados ingleses. El fútbol del viejo continente, maravillado por el juego de Berizzo hasta entonces; lo hacía ahora también por su afición.
El cuadro vigués batía una y otra vez contra un mediocentro de muchos kilates formado por Ander Herrera -cuyo padre jugó en el Celta, Fellaini y Paul Pogba; hasta entonces jugador más caro del mundo. Pero tras eliminar al Madrid de Zidane en Copa ese mismo año, la empresa parecía posible.
El Celta las tuvo de todos los colores pero la más clara fue un cabezazo de Daniel Wass a los diez minutos de juego. También Pione, hiperlativo en banda o un Aspas que no terminaba de encontrarse. La telaraña defensiva de Mourinho funcionaba y era cuestión de tiempo que Marcus Rashford o Lingard sobrepasaran la a Hugo Mallo, Cabral, Roncaglia y Jonny, con un Radoja excelso en la medular.
Con un derechazo imparable a la escuadra desde una falta, inalcanzable para Sergio, el joven inglés encarrilaba la eliminatoria. Habría tiempo para una última jugada de Iago Aspas combinando con Jonny, pero el celtismo ya había vivido suficientes emociones por ese día.
Una semana después, en una jornada inolvidable que comenzó en las calles de Manchester y se mantuvo con vida en el Teatro de los Sueños; el Celta se quedó a unos centímetros de una final europea. Pero eso, es otra historia.