De todas los sueños, el más bonito. De todas las formas de despertarse, la más cruel. El celtismo vive cada 11 de mayo un día de la marmota particular. Un recordatorio de aquella noche de 2017 en la que el equipo de Berizzo se plantó en las semifinales de Europa League contra el rey del fútbol inglés en el siglo XXI.
La imponente e industrial Manchester acogía un nuevo episodio de rivalidad entre aficionados rojos y celestes, pero esta vez no eran los Citizens los que hacían peligrar la hegemonía del United. El Celta estaba a 90 minutos y dos goles de una final europea y todo podía ocurrir.
"Las cosas, para que sucedan, primero hay que soñarlas"
Aquella semana desde el partido de ida, cuando Balaídos y Vigo le enseñaron al mundo el significado de Afouteza, se hizo eterna. Sin embargo, la espera la aliviaría Eduardo Berizzo con una frase para la posteridad, marca de la casa y usada ya contra el Alavés en Copa, y que insuflaba ánimos a aquellos que no creyeran: "las cosas, para que sucedan, primero hay que soñarlas"
La invasión fue histórica. 3.000 aficionados volaron a Gran Bretaña para creer en el milagro, llenado de color la ciudad en una previa para recordar. La Exchange Square fue el epicentro de la misma e incluso Abel Caballero se dejó caer por allí. El alcalde, como si fuera la viguesa Plaza de la Constitución, recibió vítores y cánticos pidiendo que pagara una ronda, que recibió y devolvió gustosamente.
Guidetti y Beauvue, a las puertas de la gloria
Podría escribirse mucho y muy bien sobre la batalla vivida en Old Trafford. De como un Gato de Catoira aguantó como nunca ante los mejores jugadores de la Premier. De un Aspas que lo intentó de mil maneras. De un Sisto sabedor de su buen estado de forma. Del gol de Fellaini al cuarto de hora que enfrió -pero no heló- las esperanzas.
Viajemos directamente a los últimos diez minutos. Primera escena, minuto 85: centro de Theo Bongonda que conecta Roncaglia de cabeza y bate a Romero. El Celta empata el partido y solo falta un gol. Tres minutos después, el central argentino protagonizaría la segunda escena: tangana con los nervios a flor de piel, siendo expulsado junto con Bailly tras varios empujones cruzados.
Había tiempo para una más y vaya si el Celta la tendría. Saque en largo de Hugo Mallo tras un gol anulado a Ander Herrera -de esos que solo te pitan si después ocurre algo inesperado- que peina el Tucu para el corazón del área. Cabral se la deja perfecta a Claudio Beauvue y sucede. La jugada que todo celtista conoce de memoria y aún así, contiene la respiración al verla.
El delantero de Guadalupe, escorado en el pico del área pequeña, opta por pasársela a un John Guidetti más centrado pero cubierto en la marca, para que sea él quien pase a la historia del club. El sueco las ha tenido de todos los colores ese día y su pasado en el Manchester City le hace saborear el momento. Pero el balón chocaba en su canilla y con él, el partido y la gloria. Final de partido, brazos a la cabeza, cuerpo a tierra.
"Un grupo de amigos que se ha dejado todo por llegar hasta aquí"
Iago Aspas era, una vez más, la cara y la voz del celtismo. El delantero moañés reconocía sin complejos que habían sido mejores que el United con su propuesta. Según él, "un grupo de amigos que se había dejado todo por llegar hasta allí" frente a todo un trasatlántico "metiendo balonazos arriba con jugadores de 40, 50 o 120 millones" para sentenciar: "Voy a dejarme la piel por estar aquí de nuevo".
Junto a él, consolando a sus pupilos como buenamente podía, un Eduardo Berizzo noble y sereno. Su mirada perdida hacia los 3.000 desplazados escondía las lágrimas de La Cartuja en 2001. La impotencia de una tercera semifinal perdida. La certeza de que no renovaría semanas después y no habría otra oportunidad.
Se cerraba el telón europeo para el Celta más lejos que nunca. Jose Mourinho, el villano perfecto, ovacionaba a unos aficionados gallegos que no encontraban consuelo, como tampoco lo tenían Sergio y Tucu Hernández en el césped. Tampoco un Guidetti que comenzaba a asimilar lo que acababa de pasar.
En la esquina sudeste del Teatro de los Sueños resonaron la Rianxeira, los cánticos más habituales y hasta el himno gallego. Daba igual que no se hubiera pasado la eliminatoria: era una noche grande. La resaca posterior sería amarga, con una travesía por el desierto los siguientes años.
Un icono popular para el celtismo
Lo cierto es que el 11 de mayo se ha convertido en la fecha de lamento, orgullo y retranca por excelencia para el celtismo. Cada vez que se presenta la ocasión, los aficionados lanzan sus opiniones sobre "lo cerca que estuvimos". Los hay que han hecho de esta tragedia su fuente personal de memes.
Incluso dentro de la explosión de podcast y directos vivida durante el último año por la pandemia y los confinamientos, aquella fatídica última jugada ha encontrado su hueco con Tenías Que Haber Tirado.
La frase más repetida por cualquier celtista al bueno de Claudio desde entonces, también es el nombre de un canal de Twitch creado por el periodista Gabriel Santamarina con Adrián Valle. Por él han pasado otros periodistas como Miguel Quintana y el capitán del Coruxo, Antón de Vicente. Tras someterse a un Celtómetro, todos los invitados deben opinar sobre quién debía tirar en esa última jugada y por qué. Pero esa, es otra historia.