Final de temporada, época de despedidas. Augusto Matías Fernández (Pergamino, 1986) anunciaba esta mañana su despedida del fútbol profesional. Tras defender el escudo de River Plate, Vélez o Atlético, el que fuera jugador y capitán del RC Celta entre 2012 y 2015 cuelga las botas en el Cádiz a los 35 años.
Su pasado por Vigo está marcado por el continuo crecimiento deportivo del club. Llegó en el verano de 2012 como uno de los fichajes internacionales -junto con Park o Michael Krohn-Delhi- que debían asentar a los de Paco Herrera en Primera. En 36 partidos -el tercero con más minutos tras Oubiña y Varas- alcanzaría los 6 goles y cuatro asistencias, el segundo mejor del equipo.
Su entrega y conexión con la grada fueron totales, alzándose seis meses después con el premio Manuel de Castro 2013 –siendo el primer no canterano en lograrlo– como mejor futbolista del equipo, siendo reconocido como uno de los héroes de la permanencia del 4’01%.
Pese a que aquella temporada llegó como extremo derecho, fue adaptándose al fútbol europeo para reconvertirse en interior. Disminuyó su aportación ofensiva pero no su importancia en el juego con el paso de los años. Desde la medular, primero como mediocentro y luego como pivote, era el pilar central del esquema de Eduardo Berizzo; aunque también con Luis Enrique tuvo protagonismo.
A finales de 2014 luciría por primera vez un brazalete de capitán que ya no soltaría hasta un año después. Su jerarquía en el vestuario, su carisma y su conexión con Berizzo y el celtismo hicieron soñar a muchos con verle levantar el primer título de la historia del club. Era la garra, el pulmón y el corazón del mejor Celta desde los tiempos de Mostovoi. Pero no pudo ser.
Con el equipo situado en puestos Champions y lanzado en la Copa del Rey, Augusto recibió una oferta que no pudo rechazar. El Atlético se lanzaba a por él tras la lesión de Tiago Mendes en el frío invierno de 2015.
Su buena relación con Simeone -con el que coincidió en River- y una cláusula de rescisión de seis millones de euros provocaron que "el club del pueblo" arrebatara a uno de sus mejores futbolistas a mitad de temporada a otro equipo.
El Celta lograría alcanzar las semifinales de Copa del Rey y los 60 puntos que valían el acceso a Europa League, pero quedaría muy tocado emocionalmente. Augusto se despidió el 30 de diciembre como héroe y villano al ser sustituido y el 1 de enero se oficializaba la operación.
Sin pena ni gloria desde 2016
El destino y el morbo quisieron que se tuviera que enfrentar al Celta en Liga y Copa ese mismo mes. La eliminación del Atleti en el torneo copero insufló ánimos al celtismo, como si de una jugada del karma se tratase. Pero El Negro aspiraba a cotas mayores. Fue clave en la Champions League para eliminar a PSV, Barcelona o Bayern; y solo la lotería de los penaltis ante el Real Madrid en Milán -donde fue titular- evitó que levantara el máximo trofeo continental.
Tras aquel prometedor semestre en el club colchonero, el argentino se desinfló. Las lesiones y la dura competencia provocaron que solamente jugara otros 13 partidos en las siguientes tres temporadas, por lo que en enero de 2018 rescindió su contrato y puso rumbo al Beijing Renhe donde disputó poco más de 30 partidos.
Sus últimos coletazos llegarían esta último año en el Cádiz, donde también vivieron su retiro otros ídolos celestes como Gustavo López (35 partidos en la 2007-2008) o Eduardo Berizzo (17 partidos en la 2005-06). Pese a celebrar un ascenso con el club gaditano, sus números se han quedado en unos escuetos 460 minutos en 11 partidos repartidos entre Primera y Segunda, con menos de 90 minutos disputados en los últimos seis meses.
El sueño mundialista del celtismo
En el verano del 2014, el celtismo vibró con el Mundial como hacía años que no lo hacía, probablemente desde EEUU en 1994 con Jorge Otero y Cañizares. Augusto se había hecho un hueco de nuevo en la selección argentina y el celtismo, a falta de Irmandiña, optó por la albiceleste.
El Mundial de Brasil parecía diseñado para ellos. Messi comandaba en uno de sus mejores momentos a la generación de Higuaín, Di Maria o el Kun Agüero. Si bien es cierto que Fernández no disputaría ningún minuto, el elevado nivel del combinado de Sabella suponía todo un logro estar en la lista final de 23 jugadores. Desgraciadamente, Alemania se impuso en Maracaná el 13 de julio y el Celta no pudo presumir de tener un capitán campeón del mundo en sus filas.