No todo fueron sonrisas este fin de semana a orillas del Lagares. Si el saque de honor de Álex Clemente, el niño de 6 años que superó la leuceima; o el homenaje a los medallistas olímpicos puso la nota positiva en el regreso del fútbol; el control de acceso a las gradas de Balaídos tuvo una doble polémica.

En primer lugar, por las largas colas minutos antes del inicio del choque. Gradas como la de Gol solamente contaban con una puerta de acceso abierta, provocando que la fila de gente esperando bajo un sol de justicia se prolongara varios centenares de metros a lo largo de la Calle Pablo Iglesias.

El segundo punto de debate fue ya en el interior del estadio. La presencia de camisetas del Atlético de Madrid en las gradas de público general inquietó notablemente al celtismo allí presente, consciente de que miles de abonados no pudieron entrar al primer partido de la temporada.

Es por ello que el celtismo se ha lanzado a pedir explicaciones al club. Si se tratara de unas invitaciones de cortesía para el equipo visitante -algo habitual antes de la pandemia- no tendría sentido no aclararlo. Y si algún abonado "prestó" su carnet para que un hincha rival accediera, se habría saltado el estricto protocolo anti-COVID vigente.

Para este encuentro el Celta ofertó oficialmente un total de 7.300 asientos, siendo la asistencia final del encuentro de poco más de 5.000 personas. Esto se debe a que hubo gente que consiguió la entrada -por antigüedad o sorteo– no acudió finalmente y no existe ningún sistema de reparto. Además, se dio el caso de que algunos menores no pudieron acudir pese a tener derecho ya que sus padres no la tenían.