Sei bella come un gol al 90 reza una pintada viral de alguna localidad italiana. Uno de esos mantras como "odio eterno al fútbol moderno" que circulan por las redes sociales hasta que en un momento determinado cobran sentido. Hoy, Balaídos vivió ese momento.
6.375 valientes regresaban a golpe de lunes a orillas del Lagares después de la enésima polémica sobre las entradas y la gestión de los abonados del Celta. La victoria ante el Levante buscaba su secuela ante un equipo en apuros que ha pasado de rival acérrimo a víctima predilecta.
Coudet repetía la idea de los últimos encuentros demostrando que ya no es el aquel entrenador aferrado a un once tipo y que valora el crecimiento de un excepcional Fran Beltrán.
En la primera parte el Celta dominaría el partido con más del 70% de posesión. Pese a llegar fácilmente al área rival, continúa pagando la falta de eficiencia de Aspas, Mallo o Nolito. Por su parte, el conjunto nazarí apenas lograría encadenar dos pases más allá de mediocampo.
La propuesta de los de Robert Moreno no es nueva en Balaídos, que ha visto este tipo de encuentros en decenas de ocasiones. Comenzaba así un trabajo de cantería contra la defensa andaluza en el que Santi Mina se convirtió en un remanente de agua que gota a gota, jugada a jugada, trataba de generar ocasiones como las de Valencia el martes pasado, aunque sin éxito en los primeros 45 minutos.
Repetía cambio Coudet dando entrada a Denis en el descanso, aunque en los primeros minutos jugó peor que en la primera parte. Sin embargo, Denis se mostraba asociativo y poco a poco seguirían acercándose a la meta, algo que se aceleraría con la entrada de Cervi y con las constantes subidas de Galán.
La insistencia tendría premio superada la hora de partido. Domingos Duarte derribaba a Mina en el área pequeña antes de que Maximiliano atrapase el balón, decretando Soto Grado la pena máxima. Tras varios minutos de protestas visitantes, Iago Aspas lanzaba la pena máxima a la derecha del portero, que lograba repelerlo con una gran mano.
Sin embargo, el arquero portugués quedaría dolorido y obligaría a detener el juego durante varios minutos antes de ser sustituido por Aaron. En el arco contrario, Dituro volvía a ser uno de los mejores del encuentro con varias intervenciones de mérito.
Robert Moreno y sus ayudantes confirmaban desde el banquillo que su plan iba en orden, perdiendo tiempo en cada jugada y rodando varios metros por el césped del municipal a cada ocasión que tenían. El cuarto árbitro añadía unos insultantes siete minutos y Balaídos montaba en cólera antes del milagro.
Una contra peinada por Galhardo -quien dispuso de una gran ocasión en el área pequeña antes- y conducida por Santi Mina dejaba solo a Denis Suárez para anotar un gol lleno de emoción y justicia en el minuto 94. La racanería esta vez no tenía premio.
El delirio se desataba en el banquillo, los jugadores y las gradas. Denis Suárez, tras unos meses complicados, cumplía su sueño . El público, siempre soberano, disfrutaba del golpe de karma a un Granada que ahora recuperaba velocidad como si
La imagen de los entrenadores al término del encuentro hablaba por sí misma. Robert Moreno corría haciendo aspavientos hacia el mediocampo, recriminando dios sabe qué, aunque en rueda de prensa aseguraba que hicieron el partido que él quería.
Coudet, por su parte, se giraba con gesto victorioso hacia Río Bajo para celebrar la primera victoria con la afición en el campo antes de unirse al corrillo de los jugadores. El Celta respira aliviado y huye de los puestos de descenso, pero La Liga sigue teniendo un grave problema con la propuesta de algunos de sus equipos.