El nombre de Joaquín Fernández Santomé (Vigo, 1933-1988) sigue ligado a la historia del Celta con un brillo especial. Quinocho, legendario defensa y gerente del club, fallecía tal día como hoy tratando de defenderlo.
Era un 20 de octubre de 1988 y el equipo ultimaba los preparativos para el viaje a San Sebastián, donde se mediría a la Real Sociedad. En ese momento, dos encapuchados asaltaron las oficinas del club en Balaídos requiriéndole el dinero del viaje antes de asesinarlo. Sus últimas palabras fueron dirigidas a su compañera de trabajo, consciente de la gravedad de sus heridas en la arteria pulmonar y aorta: "Cógeme Angelines, cógeme que me muero"
La noticia consternaba a la ciudad de Vigo y el mundo del fútbol, que tan solo dos meses antes habían visto como el prometedor futbolista Alvelo quedaba postrado en una silla de ruedas por un accidente de tráfico tras un encuentro. Aquel equipo de Vicente, Jorge Otero y Amarildo mantendría el tipo durante toda la temporada, aunque en el siguiente curso descenderían a Segunda.
Uno de los defensas más destacados de su época
Aunque en el Casablanca de su barrio y en las categorías inferiores sobresalió como extremo, a los 19 años se reconvirtió en defensa antes de recalar en el Racing de Ferrol durante tres meses para completar su formación.
Pero tras entrenarse en Vigo esas Navidades, el mítico Ricardo Zamora lo incorporó . Debutaría en amistoso un 6 de enero de 1954 contra el Independiente argentino, que se encontraba de gira por nuestro país. Ante 20.000 espectadores, Quinocho se salió y esa misma semana lo llevaron a las oficinas del club en la Calle Reconquista para que pudiera debutar el día 10 contra el Racing en el Sardinero.
Con la camiseta celeste sumaría 202 durante nueve temporadas en las que compartiría vestuario y bromas -todos destacaban su buen carácter- con leyendas de la talla del portero Padrón, Las Heras o Villar. Ni siquiera la marcha del "Divino" al Español, el descenso de 1959 o los problemas en la directiva le quitarían el puesto, situándose como el 35º jugador con más partidos en la historia del club.
En 1963 y tras quedar libre firmaba por el Castellón. A orillas del Mediterráneo disputó sus dos últimas temporadas como jugador antes de convertirse en secretario técnico. Ya en 1974, el presidente Antonio Vázquez lo repescaba para volver al club de sus amores.
El Celta aún se debe al más heroico de sus trabajadores
Su labor como gerente en Vigo le sitúa en el Olimpo de los distintos ex-trabajadores del club, junto a nombres como el fisio Alvarito o el también médico de la selección española, el doctor Genaro Borrás.
Si en el club valenciano había fichado a nombres como Vicente del Bosque, en Vigo logró incorporaciones como la del extravagante Carlos Loco Fenoy y Javier Maté bajo palos, además de apostar por canteranos como Manolo o Suso Santomé.
Sus buenas relaciones institucionales -siendo recogido en algunos partidos por el chófer privado del Real Madrid- lo convirtieron en un de los hombres más respetables dentro del fútbol español. Esto sería clave para que Vigo fuera sede del Mundial de 1982, donde el remodelado Estadio de Balaídos acogió los partidos de la Italia de Paolo Rossi, a la postre campeona. El comité organ
Pero a las 18:25 del 20 de octubre de 1988 todo cambiaría. Aquella tarde otoñal, Fernández Santomé se encontraba ultimando el viaje del equipo a San Sebastián correspondiente a la octava jornada liguera. Minutos después y mientras hablaba por teléfono con su homóloga del Deportivo de La Coruña, Berta Vales, recibió una llamada en su puerta.
Dos encapuchados armados con un cuchillo y un revólver entraron requiriendo las 100.000 pesetas destinadas al desplazamiento, unos 1.500 euros al cambio actual. Quinocho decidió defenderse lanzándoles un cenicero y exigiéndoles que se fueran; a lo que los atracadores respondieron con varias puñaladas directas al corazón, llegando al hospital de Povisa ya fallecido.
José Bernárdez y Antonio Marcote, autores materiales del crimen, serían condenados a 34 años de prisión poco después, mientras que Luis Gallego, autor del plan, a 17 años.
Su entierro es recordado como uno de los más multitudinarios y emotivos de la historia de la ciudad. Unos 10.000 aficionados se dieron cita en Balaídos el 22 de octubre para asistir a la homilía en su honor pese al tremendo aguacero reinante.
Del estadio municipal saldría a hombros de los jugadores del primer equipo rumbo al cementerio de Pereiró, donde cada año el Celta le rinde un homenaje junto a su familia; mientras los vecinos lanzaban flores desde los balcones al paso del cortejo fúnebre.
Un año después y a título póstumo. sería reconocido como Vigués Distinguido y recibiría la Medalla de Plata al Mérito Deportivo del Consejo Superior de Deportes.
Finalmente, en 1995 nacía el Trofeo Memorial Quinocho organizado por el club y tradicional partido de presentación del equipo cada temporada. Por la cita veraniega han pasado clubes como la Roma, Olympiakos, Southampton y Lazio.
Una figura olvidada por el gran público hoy en día
Sin embargo, en los últimos años su nombre y legado ha caído totalmente en el olvido. El Trofeo Memorial Quinocho perdió el lustre de veranos anteriores al alterarse constantemente su fecha de celebración y formato.
También han desaparecido las referencias a Quinocho y su etapa como jugador en los alrededores del estadio, al sustituirse los vinilos con el nombre de cada jugador que adornaban cada puerta de acceso. El defensa ocupaba la simbólica Puerta 0, que otorga el acceso a las zonas VIP.
Todo este desconocimiento desembocaba en situaciones tan extrañas como indignantes. Cuando en el mes de agosto la grada de Maratón de Riazor profirió unos bochornosos cánticos contra su muerte y el accidente de Alvelo, los aficionados presentes en el derbi ante el Celta B no entendían lo que significaba.