Balaídos tenía hoy una cita importante con dos de sus figuras más recientes. Por un lado, era el momento para homenajear al ‘Gato de Catoira’, que no había disfrutado del calor del celtismo después de su retirada y este sábado era el encargado de hacer el saque de honor; y, por otro, la ovación a Iago Aspas, una demostración de cariño de la grada en el minuto 10 que el propio Coudet solicitaba en la rueda de prensa previa al partido.
Pero el Barcelona no quería ser convidado de piedra al partido. Los azulgrana no habían ganado fuera y Sergi Barjuan, entrenador interino tras el cese de Koeman, quería despedirse con una victoria después del anuncio oficial de que será el deseado Xavi Hernández el próximo técnico. Y lo demostró pronto. En el minuto 5, Ansu Fati, el clavo ardiendo de los culés, anotaba el 0-1.
Antes, Aspas no había culminado una ocasión clara contra Ter Stegen. El estadio estalló en una ovación para el ’10’ que duró un minuto y que, poco después de apagarse, dejaba sitio al 0-2, con un disparo de Busquets desde fuera del área ajustado al palo. El Celta se diluía en su escasa efectividad y el Barcelona resolvía con su acierto.
Con el equipo celeste noqueado, Memphis culminaba una gran jugada en equipo del Barcelona y dejaba un marcador que parecía demasiado injusto para los méritos de unos y otros. Y muy complicado de remontar.
El segundo tiempo llegó con dos cambios en cada equipo. Hugo Mallo y Solari dejaban su lugar a Kevin y a Fran Beltrán; Ansu Fati y Eric García se marchaban para dar entrada a Balde y Araujo. Y en seis minutos, el Celta resucitó.
Cambio de cara en 45 minutos
Primero, con un gol anulado a Galhardo tras un pase de Aspas y, después, con el de Moaña aprovechando un rechazo de la defensa del Barcelona que recortaba distancias. Mientras al Barcelona se le lesionaba Nico, hijo del ex deportivista Fran, el brasileño caía en el área. El juego prosiguió y sólo fue interrumpido para que Coudet se ganase la amarilla por sus protestas.
El Celta lo seguía intentando y Nolito, al que le anularon un gol por controlar el balón con la mano, remató en plancha un centro de Cervi para dar esperanzas a los celestes. 2-3 y el sueño parecía posible. Esas esperanzas fluctuaban: bajaron con un balón de De Jong al larguero y casi expiraron tras una gran jugada individual de Araujo que casi sorprende a Ter Stegen.
Pero el tiempo de descuento regaló a Balaídos un minuto más de lo señalado y lo que le había prometido el equipo durante toda la segunda parte. Aspas enganchó un disparo desde fuera del área al que el portero azulgrana no pudo alcanzar y el celtismo estalló. Como si la ovación del minuto 10 se recuperase con más fuerza, Iago hacía posible lo imposible, como si el balón lo hubiese empujado todo el estadio.
Un punto que sabe a gloria después de levantar con fe y fútbol. Y Aspas, que se reivindica después de una semana en la que todos los ojos estaban depositados en él y que ha cerrado con dos goles que elevan de nuevo su figura dentro del celtismo y que le hacen merecedor de todas las ovaciones.