Hay entrenadores que dejan huella en la afición y que se ganan el recuerdo eterno a pesar del paso de los años. En el Celta, Eduardo Berizzo fue capaz de conectar con la grada, no solo por el fútbol que desplegó el equipo, que logró alcanzar unas históricas semifinales en la Europa League, sino también por su personalidad y un discurso que todavía resuena en el estadio de Balaídos.
El técnico argentino acudió este miércoles a un acto de la Real Federación Galega de Fútbol en Santiago de Compostela, "O fútbol galego, unido por Ucraína", donde participó con otro ex entrendor celeste, Fran Escribá, y Álvaro Cervera, que dejó el banquillo del Cádiz a principios de año.
En una breve comparecencia ante los medios, Berizzo se mostró contento por regresar a su "segunda tierra" y dejó la puerta abierta a su futuro regreso al Celta como entrenador: "Sí, como no", respondió a la pregunta de los periodistas. Eso sí, quiso dejar claro que estaba feliz de que su amigo, Eduardo Coudet, ocupase ahora ese puesto. "Me alegro de que dirija a un equipo que queremos, yo soy un aficionado, también le riño y hablo mucho con él", aseguró, además de desear que "el equipo demuestre lo que él pretende". "Es un entrenador que siempre ha demostrado pensar en el arco de enfrente, jugar un fútbol ofensivo, un fútbol protagonista y a la gente le gusta ver a un equipo así. Ojalá que el equipo siga demostrando, vaya hacia arriba y termine la Liga como él quiere".
La semifinal en Old Trafford
Berizzo también recordó la jugada clave en el partido de Old Trafford, la ocasión entre Beauvue y Guidetti, que mandó al limbo las aspiraciones de alcanzar la final. "Esa jugada creo que todos la rememoramos en nuestros sueños, pero también es cierto que ese momento tiene que impulsar a otros. A mí me ha tocado atravesar éxitos y fracasos, y creo que en el fracaso uno empieza a construir una nueva victoria". Y lanzó un deseo al aire: "Ojalá aquella semifinal la volvamos a jugar, la ganemos y que seamos campeones, yo sería el hombre más feliz si el Celta logra un título conmigo o con mi amigo", aseguró haciendo referencia a Coudet, pero también a su posible regreso.
"No descubro nada diciendo que para mí no es un lugar más. Es especial, no solo porque fui entrenador, también fui jugador. Es una ciudad a la que vuelvo, llena de amigos y claro que me encantaría", añadió.
Un recuerdo que se mantiene intacto, después del paso por el banquillo celeste de hasta seis entrenadores desde que Berizzo se marchó en 2017 y que solo Coudet ha logrado cierta estabilidad. "Algo bueno habré hecho si la gente se siente contenta con el equipo. Es la mayor responsabilidad de un entrenador, interpretar la idiosincrasia y el sentir del equipo que representa, o lo que representa el equipo para sus aficionados", argumentó el argentino, que aseguró que todavía recuerda con amigos y ex futbolistas a su cargo, como el ‘Tucu’ Hernández "lo bien que la pasamos".
"Un entrenador construye un equipo fundamentalmente para hacer feliz a su gente", añadió en una breve comparecencia en la que no solo se postuló para volver a coger los mandos del equipo, sino que también volvió a hacer gala del discurso que enganchó al Celta durante tres temporadas.