Era una nueva final, y el Celta, por primera vez, la superó. Lo hizo con un primer tiempo en el que salió a morder desde el primer minuto, pero que cedió el balón al Granada en los segundos 45 minutos y terminó sufriendo.
El empuje del Celta se convirtió en un gol de tacón de Larsen en el minuto 20. Ferreira, el guardameta del Granada, se hizo un lío que aprovechó el noruego para marcar un gol que hacía justicia a lo visto en el campo.
Era el primer partido de Marián Mouriño en el palco como presidenta del Celta y la cosa no podía ir mejor. En el palco también estaba Hugo Mallo, ex capitán del equipo, que recibió el cariño de la grada al comienzo del segundo tiempo. Eso fue lo único bueno que tuvo la segunda parte. El Celta se entregó al Granada, se echó atrás y dejó la agobiante presión del principio en el vestuario.
Parecía que los de Benítez firmaban el 1-0 y el Granada no supo aprovecharlo. Salvo las internadas de Bryan, el reciente fichaje del Bayern Munich fue de lo poco salientable de los rojiblancos, en especial, un disparo que salió rozando el palo. El exceleste Boyé fue el otro que firmó la mejor ocasión de su equipo, que despejó con el pie Guaita.
Sánchez Martínez, el colegiado del encuentro, penalizó al Celta con múltiples tarjetas por pérdidas de tiempo y faltas. El nerviosismo celeste terminó con Iago Aspas expulsado tras una entrada en medio campo.
Los minutos finales se hicieron eternos hasta que el árbitro pitó el final. El agobio se convirtió en aplausos que celebraron la primera victoria del Celta en casa de la temporada. A la espera del resultado del Cádiz, el Celta sale del descenso. La próxima final, última de 2023, será en Villarreal el próximo miércoles.