Hay una historia que, en las últimas horas, ha conmovido al celtismo y a las redes sociales. Es la de Julio, un celtista que se fue de este mundo sonriendo: Lo hizo tras meses "muy duros" y después de recibir en el hospital Álvaro Cunqueiro la visita de los jugadores del Celta, de Rafa Benítez y de Marián Mouriño.

Ser del Celta es un sentimiento que no se puede expresar con palabras, por ello, cualquier celtista puede -podemos- comprender lo que sintió Julio en aquel preciso instante: Ilusión, grandeza, pertenencia, amor, raíces, resiliencia, pasión, entrega. Todo lo que implica sentir el equipo de tu ciudad, el que es casa y es familia.

Precisamente, la familia de Julio quiso agradecer públicamente el gesto del Celta, destacando lo cariñosa que fue con él su presidenta, los ánimos de Rafa Benítez o las bromas que le hicieron Kevin Vázquez o Larsen.

Resulta difícil no sonreír si se sienten los colores como los sintió Julio durante toda su vida. Por ello, su sentimiento, que engrandece el celtismo y le da sentido al hecho de ser de un equipo humilde, siempre permanecerá, aunque él ya no esté entre nosotros.