El Celta despertó del sueño de la Copa del Rey de una manera abrupta y con una bofetada de realidad que resonó en todo el estadio de Balaídos. La Real Sociedad logró el pase a semifinales de la competición de forma justa y sin despeinarse demasiado, demostrando que, hoy por hoy, es un equipo muy superior al de Benítez.
A pesar del espectacular recibimiento que tiñó los aledaños de Balaídos de rojo y del imponente himno del Centenario sonando a la vez en miles de gargantas, al Celta se le puso cara de enfermo sin apenas dar tiempo a asentarse en el campo. Una doble pifia de Starfelt y Kevin terminó en un centro de Merino que Oyarzabal remató de cabeza completamente solo. Era el minuto uno y la eliminatoria se ponía cuesta arriba.
Pero la propuesta de Benítez no encontró sujeción en ningún momento. Sólo Tapia parecía poder responder a los lances de la Real Sociedad; su compañero de batalla, Jailson, no daba la talla. Los más optimistas lo achacarán a la falta de forma física, pero el brasileño dejó unas sensaciones poco alentadoras, ya que ni con balón ni sin balón parecía entrar en el partido. Los canteranos por las bandas, Miguel y Hugo Álvarez, tampoco llegaron a conectar con el encuentro y Douvikas se desfondaba con el paso de los minutos luchando por los balones que nunca le llegaron.
En el otro lado, la Real controló el partido a su antojo, de manera muy parecida a la del sábado. En este caso, la exuberancia de Merino se alió con la calidad de Brais y la tranquilidad de Zubimendi, recuperado in extremis para Balaídos. En momentos, más que unos cuartos de final parecía un rondo de entrenamiento en Zubieta.
Nuevo golpe
Benítez dejó en el campo a Jailson y señaló a Miguel en el descanso, que se quedó en la caseta por Luca de la Torre. Pero el guion del partido poco cambiaba. El Celta comenzó la segunda parte subiendo la presión y a ese pequeño empuje se sumaba Aspas, aunque de nuevo un minuto fue suficiente para mandar a la UCI al equipo. Un balón al espacio para el debutante Becker dejó a media salida a Iván Villar que, paralizado por las dudas, al recular perdió la posición y el surinamés marcó a placer.
La última bala de Benítez fue Larsen. Con los tres atacantes en el campo, el Celta tampoco consiguió generar peligro hasta que en el minuto 92, De la Torre cruzó un balón al fondo de la red. Solo quedaban tres minutos y el noruego paseó un balón por el área al que nadie llegó a atisbar.
En Balaídos se escucharon, por primera vez, gritos de "Benítez, vete ya" y el pitido final le devolvió al Celta a la realidad de un Centenario en el que el foco tendrá que ponerse en Liga para lograr la permanencia como único premio de consolación.