A cualquier celtista de corazón le resulta imposible entender el Celta de Vigo sin Iago Aspas y viceversa. Mucho más complicado es pensar un futuro sin el de Moaña moviendo las piezas del terreno de juego, dando pases decisivos, anotando tantos o dirigiéndose a la afición para que no decaigan los ánimos en los días duros que, lamentablemente, no son pocos cuando se habla de un equipo humilde.
Iago Aspas cumple hoy 37 años. De ellos, casi 30 ha estado vinculado al club de su corazón: Un corazón que, si pudiera verse, seguramente sería de color celeste. A lo largo de todo este tiempo y como ocurre con algunos miembros de la Casa Real, el también "Genio de Moaña" ha pasado de Príncipe a Rey de bateas, ganándose la incondicionalidad y la entrega de una afición que ve en él un símbolo tan respetable como el propio escudo.
Su nervio y manera de sentir el Celta también ha conquistado a su afición. ¿Cuántas veces no se habrá escuchado desde las gradas eso de 'Iago, quieto, onde vas!'? Ese carácter se ha vuelto más contenido también a lo largo de estas tres décadas, aunque la esencia -por suerte para los que vivimos el Celta con la misma pasión- prevalece.
Entre los hitos alcanzados por el moañés se encuentra, desde ser el artífice del ascenso logrado en 2009 -en su propio debut con el primer equipo- hasta convertirse en el máximo goleador histórico del municipal vigués.
A pesar de que la sombra de la retirada comienza a sobrevolar, Iago Aspas se ha ganado el derecho a gestionar sus tiempos deportivos. Y es que 37 años no son nada cuando sigues siendo una pieza fundamental en el campo. Por eso que el genio seguirá reinando en las bateas, en Balaídos, y en los corazones de todos los que sentimos el escudo como lo siente él.