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Un 12 de diciembre, hace justo un año, la familia Mouriño perpetuaba su legado en la presidencia del Celta de Vigo, aunque adoptando un rumbo totalmente distinto. La Junta General de Accionistas del club olívico ratificaba el nombramiento de la primera mujer que dirigiría el único club gallego de la Primera División española: Marián Mouriño.

365 días más tarde, podría decirse que la nueva presidenta supo capturar al detalle la idiosincrasia gallega y viguesa. Hizo de la identidad, la raíz, y la tradición propias de estas tierras la bandera del Celta de Vigo y, en cada decisión adoptada, ha cosechado un aplauso generalizado del celtismo. 

Los inicios de su etapa al frente del club olívico llevaron banda sonora -"Oliveira dos Cen Anos"- y fueron -y están siendo- verdaderamente ilusionantes: Un nuevo estadio, un entrenador -Claudio Giráldez- que invita a ilusionarse con el anhelado título, el primer equipo femenino del Celta -As Celtas-, y una política de comunicación mucho más abierta. 

Mouriño también ha querido suavizar el tono con el resto de las administraciones, principalmente, con el Concello de Vigo, con quien ha hecho gala de una buena relación en los últimos tiempos, y, además, ha dado un nuevo rumbo a la Fundación Celta, nombrando una nueva directiva. 

El club olívico ha querido usar su perfil oficial para felicitar a su presidenta: "365 días de competitividade, consistencia, conexión co celtismo e respecto polas nosas raíces".