A poco más de 200 días para la inauguración, el atletismo gallego ha asegurado un representante más en los Juegos de Tokio. En una de las Olimpiadas más largas de lo habitual debido al Covid-19, Gustavo Nieves (Vilalba, 1982) paró el crono en 2h27:51 en Valencia, superando con solvencia la mínima A exigida en la maratón.
Pese a sufrir una fractura de peroné por estrés, la escasez de pruebas en el calendario le obligó a tomar partido. En las últimas semanas intensificó la carga de trabajo en los entrenamientos pese al riesgo que suponía, y es que pese a contar con una plaza por su actuación en la Maratón de Londres de 2019, el aplazamiento de los Juegos le obligó a mover ficha. La prueba de los 42 kilómetros y 195 metros contó con la participación de únicamente 220 atletas de élite frente a los 30.000 corredores populares habituales.
Gustavo Nieves entrena en las instalaciones de la Residencia Blume de Madrid desde 2013. A las órdenes de Arturo Martín, comparte rodajes con Adrián Ben o Fernando Carro en uno de los grupos más prestigiosos del fondo nacional. Vistió por primera vez la camiseta del Celta Atletismo a comienzos de la década de los 2000, y tras recalar en Gimnástica de Pontevedra y Athletics, volvió a las filas del club vigués en 2018.
Las zapatillas mágicas
La mínima A exigida por el Comité Olímpico la logró en una carrera donde las marcas superaron todas las expectativas. Nieves Campello fue uno de los muchos corredores que utilizó las denominadas "zapatillas mágicas", que cuentan con una mayor plataforma y han revolucionado el atletismo esta atípica temporada.
El lucense señala como principal virtud de estas la reducción del desgaste, especialmente al superar el conocido "muro" a los 30 kilómetros. Frente a los detractores de este avance, se muestra tajante y asegura que "han llegado para quedarse" y dejar de utilizarlas sería "volver hacia atrás".
A quitarse la espina de Río 2016
Lo cierto es que pese a completar su manita olímpica en lo que a billetes se refiere, no se puede considerar como tal en la práctica. Su abandono durante la maratón de los Juegos de Río, en su estreno en esa prueba tras el cuarto puesto de Londres en 5.000, no le permite contabilizar la cita brasileña siguiendo las normas más "puras" del olimpismo.
En Sídney 2000 y con tan solo 18 años, a punto estuvo de lograr un doblete pero no tomó partido en el 5.000 tras ser quinto en el 10.000; mientras que en 2008 no logró pasar de las semifinales. A sus 39 años sueña con una medalla que se le resiste y que parece factible viendo el ranking. Estos quintos juegos lo sitúan como el atleta gallego con más participaciones del nuevo siglo; siendo sus segundos Juegos con la camiseta celeste tras los de Pekín.