La única piscina olímpica de la ciudad de Pontevedra lleva casi un mes cerrada y sus más de 400 usuarios federados han tenido que "buscarse la vida" para seguir entrenando a deportes como natación, waterpolo o natación sincronizada. Desde hace ya tres semanas, los niños y niñas que practicaban algún deporte acuático en la ciudad del Lérez se han visto obligados a parar de golpe sus entrenamientos y esperar que sus clubes encuentren una alternativa que les permita mantener su actividad.
Héctor Vilariño, presidente de la Fundación Rías do Sur, lamenta que, además, el pasado viernes se cerrasen también las instalaciones del gimnasio. "Nos vemos, evidentemente, muy afectados, porque los socios fundadores no pueden hacer ejercicio aunque sea su derecho", explica, "ellos fueron los verdaderos artífices de que naciera este complejo y ahora no pueden siquiera practicar su deporte".
Vilariño explica que varios clubes han tenido que "buscarse la vida en otras instalaciones", algo que han conseguido gracias a las federaciones gallegas y a la Xunta de Galicia, "que enseguida pusieron en marcha los trámites para buscar otras piscinas olímpicas cercanas". Así, los jóvenes deportistas han tenido que desplazarse a las piscinas municipales de Pontevedra, Marín e incluso Bueu, aunque ninguna de ellas cumple con la profundidad necesaria para deportes como el waterpolo o la natación sincronizada.
Rápida respuesta de las instituciones
Desde el pasado 11 de marzo, los deportistas pontevedreses han estado "practicando en las piscinas que pueden", tras haber visto cómo se cerraba "de la noche a la mañana" su lugar de entrenamiento a causa de la subida de los costes de la luz. Fue el caso del Club Waterpolo Pontevedra, presidido por José Tellería, que cuenta que de repente se vieron sin poder acceder "al único espacio acuático que teníamos", que ya era limitado.
"Era la única piscina que reunía las condiciones que necesitamos y ha desaparecido, sin explicaciones ni alternativas", asegura. El problema de su deporte, al igual que ocurre con la natación sincronizada, es que necesitan un calado que permita a los deportistas estar todo el tiempo a flote. "En la piscina municipal de Pontevedra, por ejemplo, hemos podido seguir entrenando con los más pequeños, pero a partir de los alevines hacen pie y es inviable: no nos sirve ni siquiera para practicar".
Todos los usuarios de Rías do Sur han tenido que dispersarse en las demás piscinas, lo que conlleva también una cierta masificación en determinados horarios. "Por suerte, desde el primer momento se nos cedieron las instalaciones de la Escuela Naval Militar, en Marín, y algunas calles del Centro Gallego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra, aunque hemos tenido que adaptar horarios y grupos a la nueva situación", explica Tellerías.
Una situación "de desgaste y desánimo"
A pesar de que han podido seguir practicando, "las horas en el agua no son las mismas y, por supuesto, ha mermado también la calidad de los entrenamientos", dice el presidente del Club Waterpolo Pontevedra. "Hemos buscado un equilibrio entre todos, pero tanto nosotros como las nadadoras de sincronizada, que también tienen problemas con la profundidad de la piscina, hemos visto perjudicada la calidad de las horas que pasamos dentro del agua".
Los más de 400 deportistas federados que entrenaban en Rías do Sur se han visto con campeonatos gallegos a la vuelta de la esquina, en mitad de la liga o jugándose importantes títulos que requieren el 100% de su entrega en los entrenamientos. La cesión de los espacios adecuados está funcionando "como parche para ir ganando tiempo", dice Tellerías, "porque tratamos de no parar en la medida de lo posible, pues estamos en plena temporada".
Cuenta que es especialmente "engorroso" para el equipo femenino, que está actualmente jugando los play-off para acceder a los títulos de liga. "A estas alturas de la temporada no podemos parar y todos los deportistas están poniendo su mejor voluntad y su mejor ánimo, pero es una situación incómoda y se van desgastando y desanimando". El presidente asegura que, desde la organización, luchan por seguir siendo positivos y transmitir a los deportistas que se puede seguir entrenando y tratando de mantener el ritmo, "aunque cada vez es más difícil".
También hay que tener en cuenta que gran parte de los deportistas son menores de edad, "por lo que dependen de un transporte para llegar a entrenar y muchas veces las familias también tienen problemas para adaptarse a venir varios días a la semana a Marín", lamenta Tellerías. "Estamos viendo incomodidades para todo, necesitamos que se llegue a una solución lo antes posible porque lo único que quieren los más de 400 chavales de Rías do Sur es seguir practicando deporte".
La Fundación, asegura Héctor Vilariño, hará todo lo posible por que se cumpla el contrato y se ha pedido que se reabran las instalaciones, "aunque ahora mismo no podemos hacer mucho más: no queremos saltarnos plazos ni meter la pata". José Tellerías, desde el punto de vista de los deportistas, confía en que se llegue a una solución rápidamente, "antes de que el parche se despegue".