En A Guarda, el deporte rey no es el fútbol y no lo practican los hombres. A orillas del río Miño y a menos de 5 kilómetros de Portugal, los poco más de 10.000 habitantes de la villa solo tienen ojos para el balonmano femenino, símbolo de éxito y de unidad en torno al que vibran cada fin de semana en A Sangriña.
Es en ese pabellón, con aforo para 600 espectadores, donde se enciende la caldera de pasiones cada vez que el Mecalia Atlético Guardés disputa un encuentro, convertido en un auténtico infierno para los equipos visitantes. En las gradas, la voz cantante la llevan, precisamente, la peña "O Inferno da Sangriña", el grupo de aficionados que se ha convertido en referencia en España como la peña más festiva y ruidosa, dentro y fuera de A Guarda y que dan sobrenombre al pabellón que es su casa: o Inferno.
Cuando el Guardés se juega algo, se respira en las calles, engalanadas en honor al club, que lleva en su escudo la bandera guardesa, de fondo rojo y cruz blanca, y son la representación de máximo nivel deportivo en la comunidad dentro del balonmano femenino, donde suman éxitos desde que ascendió en la temporada 2011-2012 a la máxima categoría. Los colores en fachadas y ventanas funcionaron como amuleto en su único título de Liga, y repiten experiencia mirando a Europa.
Histórico título de Liga
Como si viviesen un sueño hecho realidad, en A Guarda llevan más de 10 años disfrutando de un equipo que, más que disputar temporadas, se dedica a derribar muros y a coleccionar hitos. El primero, y más importante hasta el momento, lograr el título de Liga en la temporada 2016-2017, el único logrado por un club gallego, más allá del obtenido por la Sociedad Hípica de Coruña en la temporada 1961-1962; el que fuera presidente de la Federación Galega de Balonmán, José Luis Pérez Ouro, marcaba las diferencias en aquel momento: "Ahora el balonmano femenino es muchísimo más competitivo, esto es algo histórico", razonaba para señalar que el campeonato logrado por el equipo miñoto era "el hito más importante del balonmano gallego moderno".
En el currículum del Guardés también está la única final de Copa y la final europea que está disputando esta semana en categoría femenina para Galicia. Una temporada, la 22-23, que está siendo una montaña rusa; el año arrancó con dudas y derrotas y la adaptación de muchas jugadoras nuevas y, desde febrero, la llegada de Ana Seabra, tras la destitución de Abel González por los malos resultados.
La portuguesa, que se unió al cuerpo técnico en verano, es toda una leyenda del balonmano femenino luso, ya que es la mujer que más partidos internacionales ha jugado con la Seleçao, 176, de la que fue capitana y con la que participó en una de las citas más importantes de la historia de esta disciplina en Portugal, el Europeo de 2008. En su haber como jugadora, 11 títulos de Liga, 9 Taças y 8 Supertaças. En el banquillo, eso sí, su experiencia era menor: primera entrenadora de la selección femenina absoluta de Cabo Verde y de la selección juvenil de Portugal.
Lo cierto es que la apuesta ha funcionado. El Guardés ha vuelto a llegar hasta semifinales de la Copa de la Reina, donde fue eliminado por el Bera Bera, uno de los equipos más potentes de la competición y que finalmente alzaron el trofeo. En Liga, en pleno playoff por el título y el próximo domingo, la cita más importante de la historia del club, la vuelta de la final de la EHF European Cup.
El próximo domingo, un día para la historia
Restan 60 minutos para que el Mecalia Atlético Guardés eleve el primer título europeo de la historia del balonmano gallego. El Antalya Konyaalti turco llegó a A Sangriña confiado, como el Goliat de una ciudad de más de un millón de habitantes que entra en una villa marinera de 10.000 vecinos, seguramente sin saber que estaba abriendo las puertas de o Inferno. A pesar de la ventaja de jugar primero fuera, el equipo otomano sucumbió ante la defensa convertida en arte del equipo miñoto y sin ser capaz de imponer su prevalencia física. Fanny Descalzo y la guardameta Marisol Carratú se erigieron en las figuras de la retaguardia.
El resultado final, 23-17, deja seis tantos de renta para defender el próximo domingo en Turquía, donde la amenaza será deportiva y ambiental, con un pabellón que querrá devolver la presión de A Sangriña y un equipo que ya sabe que en A Guarda se resiste a base de goles y de lucha en las trincheras.
"Las finales son para ganarlas", recitaba Seabra en la previa al partido de ida. La historia ya está escrita, solo queda ponerle la firma en letras de oro.