Existe una conexión surgida más allá del tiempo entre Galicia e Irlanda que se basa, en muchos aspectos, en la esencia de la cultura gaélica, pero también en sus paisajes, tradiciones e incluso leyendas. De hecho, ambos territorios forman parte de las consideradas históricamente como naciones celtas ―junto con Escocia, Gales, Cornualles, Isla de Man y Bretaña―, unidas todas ellas por sus raíces culturales, idioma y el propio Atlántico. En el caso particular de la costa irlandesa, sus mágicos escenarios suelen dibujarse entre acantilados de vértigo, prados verdes y arenales paradisíacos envueltos por una tradición que resuena al ritmo de la gaita irlandesa (en gaélico irlandés: uilleann pipes). Lo mismo sucede con el litoral gallego, donde encontramos una analogía paisajística que se repite de igual manera desde el sur hasta el norte de la comunidad. Pero, ¿qué es lo que une exactamente a la localidad de Vilagarcía de Arousa con Irlanda del Norte? Más allá del entorno o las costumbres compartidas, la hermandad de estos dos rincones de la geografía atlántica se produce a raíz de los deportes náuticos, más concretamente de la vela.
A mediados del mes de abril, el Real Club de Regatas Galicia de Vilagarcía ―el más antiguo de toda Galicia― anunciaba el hermanamiento con el Down Cruising Club de Ballydorn, en Irlanda del Norte. El club en cuestión, formado por un buen número de navegantes oceánicos, tiene su sede en un antiguo y curioso barco-faro de Strangford Loughse, enmarcado en el lago marino más grande de las Islas Británicas y en un paraje de enorme belleza e importancia internacional. El vínculo forjado entre ambos clubes náuticos terminará de formalizarse en los próximos meses y no se descarta que en un futuro próximo dicha fraternización pueda dar lugar a distintas travesías entre Vilagarcía de Arousa y Ballydorn.
El club náutico más antiguo de Galicia
Con sede en el entorno marítimo de la localidad arousana, el Real Club de Regatas Galicia de Vilagarcía fue fundado en el año 1902 tras absorber a una entidad mucho más antigua conocida como La Peña, cuyos orígenes se remontan a 1878. La Casa Real de Alfonso XIII le concedió el título de "Real" a la entidad tan solo tres años más tarde de su puesta en marcha, convirtiendo al club náutico vilagarciano en el "decano de Galicia y uno de los más antiguos de Europa". Cabe destacar el hecho de que esta primera entidad náutica gallega estuvo presidida en sus primeros años por John Trulock, el entonces presidente de la Compañía del Ferrocarril entre Carril y Cormes, y más conocido en nuestros tiempos por ser el abuelo del célebre escritor Camilo José Cela.
En cualquier caso, la intención principal de sus fundadores era que este recién inaugurado club náutico pudiese convertirse con el tiempo en una entidad competente para organizar todo tipo de regatas de primer nivel y ofrecer, tanto a locales como a visitantes, un lugar de esparcimiento y ocio en pleno centro de la actual capital arousana. De aquel ideario surgió, por ejemplo, la bautizada como Semana Náutica de Vilagarcía, creada en el año 1913 y considerada como la más antigua de España. El premio monetario de dicha competición rondaba la encomiable cifra de mil pesetas, toda una fortuna para la época. Otro momento destacado en la historia de esta asociación tuvo lugar en el verano de 1927, cuando se celebró una de las primeras regatas de alto nivel en las Rías Baixas: la Copa del Rey de Vela, la cual desde su creación en el año 1905 en el Marítimo del Abra vizcaíno no había salido jamás de sus aguas. De hecho, como dato curioso merece la pena recordar que en aquella competición la victoria cayó en manos de "Cisco V", de Wensceslao González Garra, navegante del Real Club de Regatas Galicia de Vilagarcía; seguido de "Mariposa", de Francisco Villaverde y "Mosquito" Alfonso González Garra, ambos pertenecientes también al Real Club Náutico de Regatas.
El paraíso irlandés de la naturaleza y los deportes náuticos
Muy cerca de la ciudad de Belfast se encuentra un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza: Strangford Lough, uno de los geoparques mundiales de la Unesco y un área de Especial Interés Científico, ya que se trata de una de las regiones más ricas en biodiversidad de toda Europa. Lo cierto es que en los alrededores de este idílico paraje que se extiende a los largo de 150 kilómetros cuadrados conviven más de 2.000 especies marinas. Por todo el lago es posible avistar y escuchar el parloteo de un sinnúmero de aves sobre las copas de los árboles, ver a los gansos rozando el agua con sus alas e incluso observar a focas chapoteando en las orillas y rocas de la zona.
No obstante, el encanto natural y paisajístico de este rincón de Irlanda del Norte va mucho más allá de tierra firme, pues sus aguas conforman el entorno ideal para la práctica de todo tipo de deportes náuticos como la vela, el kayak o piragüismo y hasta el paddle surf. De hecho, de Strangford Lough se dice que incluso el mismísimo San Patricio llegó a navegar por este impresionante lago marino allá por el siglo V. Del mismo modo, la cultura marinera también se encuentra muy presente en su gastronomía, siendo el marisco uno de los grandes protagonistas de sus platos. Las gambas de Portavogie o las ostras de Ardglass son dos de los productos estrella entre las elaboraciones locales más destacadas.