La muerte este miércoles de Paolo Rossi a los 64 años ha conmocionado al mundo del fútbol. El futbolista italiano comenzaría su camino hacia la historia un 14 de junio de 1982 en Balaídos. Por el camino, un himno inesperado y seis goles que le llevaron a ser uno de los pocos futbolistas ganadores del Mundial, Copa de Europa y Balón de Oro, aunque fuera "tan humilde como talentoso".
El espigado delantero de la Toscana se convirtió en la gran sensación del Mundial 82, en el que regresaba a su selección tras ser sancionado en el escándalo Totonero por apuestas ilegales. Sus seis goles en el torneo le valieron para alzarse con la Bota de Oro del mismo, así como el Balón de Oro como mejor jugador del mundo. Con 25 años tocaba el cielo y se retiraría solo cinco temporadas después.
Los italianos comenzarían aquel torneo empatando sus tres partidos de la fase de grupos celebrados en Vigo, y solamente lograrían anotar dos tantos ante Perú y Camerún. Pero en la segunda fase, lograría superar el grupo de la muerte ante la Argentina de Maradona y el Brasil de Zico y Sócrates, ante los que anotó un hat trick legendario. Un doblete ante Polonia en semifinales y el primer gol de la final ante Alemania Federal fueron la guinda a su tercer entorchado mundial, el primero desde los conseguidos con Mussolini.
El himno gallego, protagonista en su debut del mundial
El 14 de junio de 1982, un día después del partido inaugural en el Camp Nou entre los vigentes campeones argentinos y Bélgica, Balaídos acogía el primer partido "normal" de la fase de grupos. Tras Il Canto degli Italiani, los jugadores polacos se disponían a escuchar su himno nacional previo al arranque del partido.
Pero Antón López, histórico speaker del recinto vigués y autor del "coma sempre, o de sempre", situaba a Galicia en la historia de los mundiales. Con su característico comienzo, por la megafonía sonaron los acordes del himno gallego. Miguel Vila, narrador de TVE del encuentro, relató cómo "los jugadores polacos escuchan su himno visiblemente emocionados", mientras la realización enfocaba los rostros desconcertados de los eslavos.
Este hecho no volvió a repetirse en ninguno de los partidos del grupo 1 celebrados en Vigo y A Coruña. Tuvieron que pasar 35 años hasta que en un Galicia-Camerún, otra de las selecciones integrantes de aquel grupo, los jugadores volvieron a cuadrarse ante Os Pinos.
Un delantero recordado en Pontevedra, donde hicieron su fortín
Lo cierto es que la selección italiana no solo dejó un gran recuerdo en la ciudad olívica. Señalados por no ser una de las favoritas inicialmente, encontraron su refugio contra los paparrazzi en Pontevedra. Además de entrenar a diario en el estadio de Pasarón antes de proclamarse campeones del mundo, acostumbraban a firmar autógrafos en el Parador de Casa del Barón, su cuartel general. A las puertas de este palacio renacentista del siglo XVI y antigua residencia de los Condes de Maceda, no fueron pocos los jóvenes de la ciudad que pudieron llevarse uno de los mayores recuerdos del Mundial de Naranjito.
De aquellos tres partidos del verano que llegó el color a Vigo, hoy quedan como recuerdo una cafetería en los aledaños del estadio y la característica grada de Río, construida para la cita. El propio RC Celta lamentaba el fallecimiento en sus redes, recordando al espigado delantero.
Sumada a la muerte de Diego Armando Maradona el pasado 25 de noviembre, el mundo del fútbol se ha quedado huérfano de los dos grandes iconos de los mundiales de los años 80. Dos leyendas que, de una forma u otra, escribieron unos renglones en la historia del Celta y Vigo.