Coste energético por la nubes, falta de materias primas, un conflicto bélico que muchos pensaron que nunca se produciría, un paro en el transporte que ha dejado ya lineales de supermercados vacíos o las lonjas gallegas en mínimos. Las múltiples crisis que están marcando el inicio de este año mantienen en vilo a toda la sociedad. Problemas globales y peculiaridades locales que han formado una tormenta perfecta de la que resulta imposible mantenerse al margen.
El mundo actual vive, por un lado, la "necesidad de reestructurar las políticas de largo plazo por eventos que ya se venían anunciando desde hace tiempo como son el calentamiento global o los cambios productivos y de consumo en economías de desarrollo, principalmente China pero también otras como pueden ser India o Pakistan, que eso repercute en muchos sectores, sobre todo en el primario pero también en la industria de transformación", explica el economista gallego Marcelino Fernández Mallo.
El problema, según señala el experto, es que a estas necesidades del largo plazo se suman eventos en el corto plazo imprevisibles. "Y para responder a ellos hay que hacerlo con políticas de choque, es decir, inyectar fondos públicos en los sectores y en los ámbitos más resentidos por estos eventos imprevisibles", dice.
Problema global con repercusión local
Los problemas derivados de la crisis energética, así como del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania han generado numerosas consecuencias que se palpan desde hace semanas en numerosos países y que han alcanzado el ámbito más local de muchas economías.
En Galicia, empresas y consumidores ya sufren las subidas de precios y dificultades en la producción, a lo que se ha sumado en los últimos días una fatal huelga en el transporte de mercancías; un nuevo problema a una ya compleja situación que está poniendo en jaque a muchas empresas de la comunidad, algunas de ellas se han visto obligadas a parar su producción y se han perdido grandes cantidades de productos perecederos que no han podido ser distribuidos y llegar al consumidor.
Sobre la situación actual y lo que va a suceder en el futuro más próximo, de hecho ya se está produciendo, este economista asegura que "cuando hay una presión de la oferta a la baja, como es el caso, porque hay sectores que han dejado de producir en países que tenían un peso importante en esos sectores, lo que tenemos son unos precios al alza, y esta situación no se va a corregir en poco tiempo. Vamos a tener cereales al alza, energía al alza, productos intermedios que dependen del petróleo y del carbón al alza… Tenemos que asumir que los precios van a subir y que esto va a producir una reducción de la demanda", cuenta Fernández Mallo.
En este sentido, el experto asegura que las posibles soluciones son encontrar otros países productores "lo que va a ser difícil" o inyectar fondos públicos en los sectores afectados.
Para este experto, además, la revisión de la tarificación eléctrica no es ya una urgencia sino una verdadera "emergencia". "Que tengamos una tarificación eléctrica como la que llevamos teniendo las últimas décadas, dependiendo de la fuente de energía con mayor coste, fue una bomba de relojería siempre, lo que pasa es que ahora ha estallado con una virulencia extraordinaria. Esto ha sido una estrategia energética en Europa muy mala. Ahora hablar a posteriori es fácil, pero realmente ha habido muchas voces desde hace mucho tiempo diciendo que la estructura tarifaria había que revisarla. No es un modelo sostenible", sentencia.
Los actores de la solución
Numerosos agentes económicos y sociales piden desde hace días a los Gobiernos que actúen en búsqueda de una solución para intentar evitar que la situación se agrave aún más. En este sentido, y respecto a los actores que deben tomar las medidas oportunas, también afecta la urgencia de las medidas y los cambios a realizar.
"En todo en la vida, pero más en economía, la perspectiva a corto plazo y medio-largo plazo es fundamental. Cuando hablamos del medio-largo plazo hay más agentes que pueden intervenir; cuando hablamos del corto plazo, los agentes principales son los Gobiernos", apunta Fernández Mallo. Así, el experto apela al acuerdo de las fuerzas políticas para atajar esta complicada situación.
No obstante, la inmensa incertidumbre que hay en numerosos ámbitos es un factor que juega en contra. "La incertidumbre destroza cualquier previsión económica y por lo tanto retrae los agentes de consumo y los agentes de producción. O este conflicto se paraliza, o se ataja la presión alcista de los precios energéticos, o hay una acción más definida en términos de ahorro energético, una renovación de verdad de las fuentes… O el futuro próximo será complicado", cuenta Mallo.
En cuanto al paro en el transporte, una negociación rápida es imprescindible. Según explica este experto, en tiempos de mucha incertidumbre, alcanzar acuerdos a largo plazo es complicado. "Yo lo que demandaría es que hubiera un acuerdo a corto plazo, esos son mucho más fáciles de alcanzar, con compromisos temporales en los que se miden muy bien las consecuencias, los costes, etc. Con todas las circunstancias del entorno no podemos permitir que el transporte se paralice, hay que llegar a un acuerdo rápido para un tiempo corto. Y después dependerá de cómo hayan evolucionado los acontecimientos", asegura.
"Galicia tiene una infraproducción agraria sin parangón en Europa"
Como se ha comentado, la actual crisis económica es una crisis global imposible de comprender sin un contexto amplio en la que se ven inmersos numerosos países de distintos continentes y que, en muchos aspectos, tiene un efecto en cadena. No obstante, cuando se va descendiendo a los niveles más locales de la economía, cada territorio cuenta con unas particularidades -por sus sectores más importantes y las características de su tejido empresarial- que sacan a relucir las fortalezas y carencias de cada región.
En este sentido, según explica el economista Marcelino Fernández, "Galicia tiene un problema enorme, pero de unas dimensiones que yo creo que nadie ha llegado a calcular suficientemente, de falta de producto agrario. Hay un nivel de infraproducción agraria en Galicia que no tiene parangón en Europa", explica.
El experto hace referencia así al abandono de cultivos como el cereal, las hortalizas o las oleaginosas. "Las aceitunas también tenían que haberse recuperado y no se ha hecho… Tenemos un déficit productivo en el sector agrario tremendo", sostiene.
Sobre la reacción a este problema de falta de algunos productos propios en la comunidad que sí podrían realizarse, Mallo asegura que "antes de la confluencia de estos efectos imprevistos que estamos viviendo ya existía una tendencia de corrección de esta deriva autodestructiva". "Hay muchas fuerzas que están tirando de ahí pero con poca determinación; esta crisis puede hacer que se aumente el ritmo de una política de recuperación de cultivos que es imprescindible en Galicia y de recuperación de tierras abandonadas", añade.
En cuanto a los sectores menos dañados, el sector servicios, sobre todo local, serán los que logren sobrellevar mejor la crisis. "Todo lo que tiene que ver con el sector agrario, alimentario, con los costes de energía, lo tienen muy difícil", cuenta Fernández Mallo. En el medio hay otros, como los de transformación que no son intensivos en energía, que no tienen inputs realmente afectados por el conflicto, que pueden llevarlo de una mejor manera, pero el efecto global les va a afectar. "La contracción de la demanda les va a afectar también, eso sin dudarlo".
Factor emocional
Como señalamos, al tratarse de una crisis global resulta imposible que empresas y bolsillos de particulares se queden al margen, será una crisis que afectará, en mayor o menor medida, a todos los agentes de la economía: "decrecimiento productivo con subida de precios es un modelo terrible, explica el economista gallego.
Además, otro de los aspectos importantes es el factor emocional que muchas veces no se tiene en cuenta pero "la economía también depende de las emociones y tú tienes una conversación con cualquiera y ves que el ánimo está por los suelos. Y eso tiene un efecto también, que es difícil de cuantificar pero que es notable".
2022, ¿la crisis de la globalización?
Al comparar la crisis actual, la del 2022, con otras anteriores como la financiera de 2008 o la de 2020, con la llegada de la pandemia, este experto asegura que "la crisis de 2008 fue un golpe muy fuerte, curiosamente, para los países que no supieron responder. El origen estuvo en EE. UU. pero supo responder bien. En Europa adoptamos unas políticas restrictivas que no hicieron el papel que tienen que hacer la política económica, que es la contracíclica. En EEUU lo entendieron bien y en Europa no, donde la crisis fue más profunda y mucho más larga. La de 2008 fue sin duda la crisis financiera".
En 2020, explica, se sabía que iba a ser una crisis de corto recorrido, muy intensa, en forma de V como se suele decir, "caes mucho pero subes enseguida, porque es un factor externo completamente".
Pero ¿qué pasa en 2022? "Los efectos de esta situación son muy inciertos porque no sabemos si va a haber unas restricciones a la globalización. La globalización, con todos sus problemas y sus complicaciones tiene un efecto global positivo, aumenta la competitividad general, la innovación, la eficiencia, si hay un recorte de la globalización que implique también una merma de competitividad y de eficiencia lo vamos a sentir todos durante bastante tiempo".
A pesar de los efectos adversos de las últimas crisis económicas globales, Marcelino Fernández Mallo cree que la del 29 sigue siendo la más grave y guarda cierta esperanza "en el ser humano" para que la actual pueda solucionarse lo antes posible. "En el 29 explotó una burbuja financiera sin que hubiera implantadas ninguna medida de control, por lo tanto fue una crisis sin red. Yo creo que ahora, a pesar de lo que estamos viendo, hay más inteligencia, creo y quiero confiar en que hemos aprendido, y tengo una cierta esperanza en el ser humano en que no vamos a caer en algo tan drástico y tan dramático".
"Tengo la convicción de que este conflicto bélico se resolverá más temprano que tarde, porque les interesa a todos que termine cuanto antes, sobre todo a Rusia y a Europa. Yo creo que incluso el gobierno invasor entrará en razón en algún momento", concluye.