Castaña seca, harina de castaña y bica de castaña. Estos son las tres elaboraciones de Amarelante Sociedade Cooperativa Galega, que lleva años apostando por la recuperación de castañares abandonados en Ourense y por este fruto que ha demostrado ser versátil y ofrecer múltiples posibilidades para su consumo.
Este proyecto con sede en Manzaneda y centrado en la producción, recolección y procesado de las castañas amarelante, muy presentes en el Macizo Central Ourensano, comenzó en 2013 gracias a la iniciativa de diez personas (actualmente son nueve). Los socios de la cooperativa vieron en la gran cantidad de soutos distribuidos en el municipio una oportunidad de revitalizar la zona y demostrar que es posible vivir en el rural de Galicia y ofrecer a los consumidores un alimento de gran calidad con ganas y trabajo.
Un producto versátil
Amarelante tiene nueve hectáreas repartidas en 44 soutos en Manzaneda y A Pobra de Trives de las que se ocupan los miembros de la cooperativa. "É un traballo que non é só no castañal. Primeiro hai que deboucar e cando chega setembro hai que desbrozar, ter o monte limpo para cando caian as castañas, e despois en outubro ou novembro é a recolección, que se fai de xeito manual", explica una de las socias y secretaria, Luz Ocampo.
La estacionalidad era uno de los mayores problemas a los que se enfrentaban los promotores de esta iniciativa que han logrado sacar rentabilidad a la castaña todo el año a pesar de que compiten con grandes empresas. Amarelante no solo apostó por la venta en fresco, sino que creyó en las oportunidades de la castaña como producto elaborado desde el respeto por el medio ambiente.
Así, la cooperativa dispone de una nave en la que instaló un secadero con capacidad para procesar 9.000 kilos de castañas secas, también denominadas pilongas o crocas. "Emprega o sistema tradicional, con aire quente. Esto, ao mesmo tempo, é un proceso circular: alimentamos o propio sequeiro coa madeira que se saca da debouca dos soutos. É coma o noso propio sistema de biomasa", explica Ocampo sobre esta fórmula sostenible.
El fruto está unos diez días en este espacio antes de pasar a una seleccionadora de castaña por reconocimiento cromático y fotográfico de alta definición. Las castañas se secan enteras pero, tras pasar por la peladora, no todas quedan perfectas: algunas rompen, otras tienen bicho y otras no quedan bien peladas. "Para a castaña seca e a fariña, antes isto facíamolo manualmente, seleccionando unha a unha, co cal era un proceso moi complicado que requería moitísimo tempo. Esta seleccionadora fai ese traballo", indica Ocampo, que añade que 14 personas eran capaces de seleccionar 50 kilos al día, frente a los 200 kilos por hora que procesa la máquina.
Las castañas que están bien son las que se envasan al vacío para su comercialización en seco, mientras que las rotas se muelen en un molino de piedra para elaborar harina de castaña. Este producto, por tanto, sería apto para personas celíacas, según indica la secretaria de la cooperativa. La bica de castaña, por último, es una interpretación del tradicional dulce gallego que ha conquistado muchos paladares.
Este fruto es muy versátil y puede utilizarse de diversos modos. Así, la castaña seca es un buen acompañante para la carne o el cocido y la harina permite elaborar unos sabrosos bizcochos en los que no es preciso añadir mucho azúcar gracias al dulzor del fruto. Los clientes de Amarelante adquieren casi por igual las tres propuestas de la cooperativa, que triunfan entre los ciudadanos de todas las edades.
La cooperativa no usa ningún tipo de aditivo ni conservante a la hora de elaborar sus productos para que sean naturales. "Estamos facendo un traballo de coidado medioambiental. Se os soutos están en produción, non están abandoados, o monte non está abandoado e por tanto hai menos perigo de que ardan. Isto, ao mesmo tempo, repercute noutro tipo de cousas, por exemplo a nivel turístico", enumera Ocampo.
Apuesta por la cultura y la investigación
Muchos soutos estaban abandonados porque sus propietarios son mayores o no residen en Manzaneda, por lo que estos emprendedores decidieron apostar por los árboles más antiguos porque son los que mejor resisten. Pero no solo eso. "O que fixemos, en vez de optar por un sistema de compra ou de plantación, foi apostar por un sistema de aluguer ou de cesión", explica Ocampo. Las primeras reticencias dieron lugar a una gran colaboración por parte de los propietarios, que ven como la cooperativa limpia el monte mediante el desbroce previniendo los incendios y debouca o poda los castaños, que también vacuna contra el chancro, entre otras medidas beneficiosas para todos.
La cooperativa gallega también dinamiza la zona en la que está asentada mediante la colaboración con diferentes entidades, principalmente culturales. La celebración del Samaín, dar a conocer al Pandigueiro (una figura tradicional de la Navidad en el Macizo Central) o eventos pensados para los mas pequeños son algunas de las propuestas que lanzan los nueve miembros de Amarelante para revitalizar el rural.
La firma gallega, además, colabora con varios proyectos universitarios mediante los que se busca dar a conocer la castaña y darle valor añadido. Uno de ellos se desarrolló en 2016 en colaboración con la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (Agaca), el Centro Tecnolóxico da Carne, la Universidade de Vigo y la IXP da Castaña y consistió en el aprovechamiento de los erizos para cosméticos.
El Centro Tecnolóxico da Carne y el Aula de Productos Lácteos de la Universidade de Santiago de Compostela colaboran actualmente con Amarelante en el desarrollo de otro proyecto que busca elaborar una bebida de castaña, copos de harina seca (similares a los cereales del desayuno) y petiscos de castañas asadas a modo de snack. El objetivo de esta iniciativa es crear nuevas propuestas que puedan incorporarse como una opción saludable y sin azúcar añadido a la primera comida del día.
Manzaneda, Ourense, Vigo, Vitoria, Castro Caldelas o Trives son algunos de los lugares donde se pueden comprar los tres productos que actualmente comercializa Amarelante, que también pueden adquirirse a través de la web o en alguna de las ferias en las que participan sus responsables. Y es que las castañas que con tanto mimo recogen los socios de la cooperativa y que después llegan a los platos de los consumidores son un ejemplo de que es posible vivir del rural y de que cuidándolo, nos cuidamos todos.