Nieves Loperena tiene 58 años y una imaginación desbordante. Su casa es un gran almacén de coleccionismo y antigüedades asentado en una antigua escuela de la República Española, escondida entre los bosques de A Lama. Su trabajo, en cambio, no tiene un punto fijo. Es librera ambulante y recorre ferias de la provincia y alrededores con su ‘furgolibro’.
Este modelo de negocio es completamente único en Pontevedra. Como confiesa la propia Loperena, detesta asentarse en un proyecto o lugar durante mucho tiempo, por lo que decidió acondicionar una furgoneta a modo de librería.
Su ruta habitual abarca los lunes la feria de Sabarís, los martes, Gondomar, y los miércoles pasa por Playa América. Está inscrita como vendedora ambulante, por lo que paga una comisión anual y solicita su plaza en los espacios habilitados para estas actividades. A través de redes sociales avisa de sus movimientos: "Poco a poco me he ido haciendo mi clientela", declara.
Del anticuario a la carretera
La pasión de Nieves Loperena por los libros se remonta años atrás, a su anterior trabajo en una editorial. Cuando las cosas empezaron a ir mal en la empresa y se acabó liquidando el stock de libros, la vendedora se hizo con parte de los tomos para venderlos en los mercados.
Ahí surgió su interés por los libros antiguos y los objetos de coleccionismo. Los ejemplares con más historia los fue guardando y finalmente abrió en Baiona su propio anticuario, el Mercado de la Tía Ni. Loperena trabaja en este mundillo desde hace 18 años.
"Vendía los libros de segunda mano y las antigüedades de una amiga", cuenta, "Después fui recogiendo objetos de depósitos y de otra gente". Su tienda de Baiona terminó echando el cierre, por lo que tomó la decisión de ser vendedora ambulante y seguir repartiendo todos esos libros, pero desde una furgoneta.
Además de mantener esa ruta por las ferias y otros lugares a los que es convocada a acudir con la ‘furgolibro’, Nieves conserva un especial punto de venta: su almacén, que es al mismo tiempo su hogar. Los muros de esa casa acogieron el siglo pasado las aulas de un colegio republicano; años más tarde pasaron a ser propiedad de un particular y, desde hace 30, pertenecen a Loperena.
Más de 80.000 libros
El almacén de Nieves Loperena, llamado el Mercado de la Tía Ni, está ubicado en el número 2 de Gaxate San Pedro, en A Lama. Se puede visitar los viernes, sábados y domingos por la tarde, cuando la librera hace una pausa de la furgoneta.
La casona está repleta de libros y objetos antiguos que Loperena ha ido recopilando con los años; algunos son donaciones de particulares, otros los compra o los rescata de otras tiendas. La coleccionista piensa durante un segundo la cifra total : "Tengo unos 80.000, muchos están aún por clasificar, pero por suerte la gran mayoría están divididos por categorías".
Teatro, poesía, novela histórica, grandes clásicos, libros especializados en medicina, manuales de derecho. Cualquier género literario está en las estanterías de Tía Ni y cada vez que Nieves pasa por A Lama selecciona qué tomos se van con ella en la furgoneta.
A bordo de la ‘furgolibro’ viajan entre 500 y 600 ejemplares. Loperena cuenta que escoge los libros, en parte, en función del destino que le toque visitar: "En Sabarís tengo mucho cliente de novela romántica e intriga y en las ferias hay mucha demanda de libros del Oeste, además de clientes que vienen a intercambiar sus libros por otros. En Playa América piden mucho best sellers y libros más actuales".
"Pero siempre llevo un poco de variedad porque hay clientes para todo", remarca. Los libros de la Tía Ni se suelen vender al peso y también dispone de un sistema de alquiler para aquellos que ya no tienen espacio libre en su estantería.
La ‘furgolibro’ busca nuevo dueño
Nieves Loperena dice que si pudiera elegir una profesión sería "ideadora"; trabajaría imaginando soluciones y herramientas para las personas. Y en la medida de lo posible, Nieves ya ejerce ese oficio. Pero a pesar de estar satisfecha con su vida de librera ambulante, el espíritu nómada y las ganas de cambio no llegan nunca a desaparecer.
Es por eso que desde hace un tiempo Loperena planea su próximo proyecto: una ‘librocaravan’. La literatura continuará sobre ruedas, pero con espacio de café y asentada durante días en festivales y eventos culturales. Al llevar sola el negocio este plan le resulta incompatible con mantener la ‘furgo’.
"Hay un plazo de dos años para el traspaso, no tengo prisa ni lo he anunciado todavía demasiado, pero si a alguien le interesa continuar con la ‘furgolibro’ a mí no me importaría explicarle cómo es el oficio", declara la librera ambulante. Ojalá aparezca una persona dispuesta a seguir el viaje de este vehículo cargado de historias.