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Carlos Estévez regentó durante prácticamente toda su vida una mercería en Travesía de Vigo. Hace poco más de un año, su hija decidió seguir levantando, cada día, la persiana de este comercio local que, a su vez, ha compartido historia con un Belén artesano. ¿El artífice? El propio Carlos, ourensano de nacimiento, pero vigués de adopción y sentimiento.  

Todo comenzó con unas cuantas figuras que la mujer del comerciante tenía en su poder. Desde entonces, la creación de Carlos no ha hecho más que crecer hasta lo que es hoy: Un gran nacimiento al que no le falta detalle y que se expone en un escaparate del número 135 de la calle Travesía de Vigo, de 7,5 metros cuadrados y 90 de profundidad -en Confecciones Carlos-. "En lugar de regalarnos diamantes y piedras preciosas, mi mujer y yo empezamos a adquirir figuras para el Belén", cuenta el artesano, entre risas. "Compramos primero el misterio del nacimiento, después Los Reyes Magos... Es lo que está ahí. Cada año he puesto alguna cosa nueva. Esta vez ha tocado el castillo de Herodes", añade. 

Carlos ha tirado de ingenio tecnológico para conseguir que los protagonistas tiendan la ropa, que los animales aren, que María meza la cuna del Niño Jesús y que, en definitiva, todo tenga movimiento. En este Belén de Travesía hay un carpintero trabajando la madera e, incluso, un afilador.

El Belén de Confecciones Carlos, en Vigo. Treintayseis

Una pasión que le quita el sueño

El comerciante admite que siempre le ha gustado la artesanía, que pueden darle las tantas de la mañana creando nuevas piezas y que, en muchas ocasiones, llega a comer cuando su familia ya está recogiendo la mesa -especialmente, cuando se trata de los últimos meses del año-: "¡Mi mujer es una bendita!", exclama. "Es que me pueden dar las cinco de la mañana y yo creando cosas para los Belenes que hago", apunta. 

Este apasionado de los Belenes utiliza todo lo que esté en su mano para elaborar los paisajes, los misterios e, incluso, molinos de agua: Desde madera que puede recoger del monte, pasando por cajas de fruta o de vino. También a nivel tecnológico: Ha empleado piezas de una lavadora y de un microondas. 

Carlos Estévez, en el interior de su tienda en Vigo. Treintayseis

Eso sí, para esta ardua tarea cuenta con el apoyo de su compañera de vida: "Yo compro las figuras, le rompo los brazos y las piernas -para introducir los artilugios que permiten dotar a las extremidades de movimiento- y mi mujer les hace la ropa", relata. Sin embargo, cuando a Carlos se le pregunta sobre el control que tiene de la tecnología es modesto: "¡Nada, nada! ¡Si no sé casi ni encender el móvil!", exclama. 

Un arte que extiende por todo Vigo

Carlos se define, en definitiva, como un apasionado de los Belenes y le apena que se pierda esta tradición: "El tema es que, claro, es más fácil poner un árbol. Pero para mí, sin duda, el Belén es una de las cosas más bonitas de la Navidad. Es una pena que se pierda", confiesa. 

Para evitar lo anterior poniendo su granito de arena y de manera totalmente desinteresada, el comerciante elabora otros Belenes por el resto de la ciudad: En la Iglesia de Las Nieves o en San Ignacio de Loyola, entre otros. "La mayoría de las piezas son mías, pero yo las cedo sin problema ninguno", concluye.