'Folgar, reparación de calzado', casi 90 años manteniendo la esencia de los negocios de toda la vida en Vigo
Situado en la Rúa Purificación-Saavedra número 10, este zapatero se ha consolidado como uno de los negocios imprescindibles en el barrio vigués de Teis
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Desde 1938, "Folgar, reparación artesana de calzado" se mantiene como un estandarte del comercio de cercanía del barrio vigués de Teis. Situado en la Rúa Purificación-Saavedra número 10, en las inmediaciones del Mercado del barrio y a tan solo unos metros del local en el que abrió sus puertas por primera vez el negocio, el zapatero se esfuerza por seguir ofreciendo un servicio de calidad y atención personalizada a sus clientes, consolidándose como uno de los negocios imprescindibles en el barrio.
Folgar abrió sus puertas por primera vez hace 87 años de la mano de Severino Folgar quién tras jubilarse se lo dejó a su hijo Jose Antonio. Ahora el negocio lo mantiene vivo Cristián Rodríguez, quien pese a no mantener lazos de sangre con los propietarios originales, sí que comparte su pasión por la profesión. "No soy de la familia pero como si lo fuera", dice el zapatero a los clientes que le preguntan.
Cristian tomó las riendas del negocio en 2016. El actual propietario se encontraba afincado en Barcelona, donde tenía varios negocios, sin embargo, cuando llama "la terriña" no queda más remedio que escucharla. Fue esta morriña la que llevó a Cristián a buscar negocios en Vigo que fuesen a cerrar por jubilación y buscasen un traspaso, y así fue como encontró Folgar.
Tras un breve periodo de convivencia con José Antonio, Cristian asumió las riendas del negocio, siendo plenamente consciente de la importancia de preservar la esencia del "negocio de toda la vida". La confianza y satisfacción de los propietarios originales con Cristian es tal que José Antonio, incluso tras su jubilación, sigue visitando el local cada mañana para charlar con él.
Una de las mayores satisfacciones para Cristian es haber mantenido la fidelidad de muchos clientes de los antiguos propietarios. A pesar de que el comercio no se encuentra en una calle principal del barrio y está "un poco escondido" de la vista de los transeúntes, su éxito se debe al boca a boca y a la satisfacción de quienes valoran su servicio, lo que ha permitido que este pequeño negocio siga siendo un referente para su comunidad.
"Hay que tenerle mucho cariño a tu oficio para seguir luchando"
Como ocurre con muchos negocios de barrio, Folgar también ha sufrido el impacto del auge del comercio electrónico y el 'fast fashion'. "Antes había mucho más el actual propietario. "Es muy duro luchar para mantener un pequeño comercio en España y ofrecer un servicio al barrio. Hay que tenerle mucho cariño a tu oficio y a tu comunidad para seguir luchando", enfatiza.
Uno de los principales problemas, según Cristian, es el desconocimiento de las generaciones más jóvenes sobre este oficio, combinado con un creciente consumismo que los impulsa a optar por calzado de "usar y tirar".
Esta tendencia ha transformado la clientela del negocio, que ahora está formada principalmente por gente de avanzada edad. "Los jóvenes no han adoptado la dinámica de la reparación", señala Cristian. Además, el auge de los tenis ha desplazado a los zapatos tradicionales, lo que también ha afectado la demanda. "Antes todo el mundo usaba zapatos y había que repararlos", recuerda con nostalgia. Aunque actualmente en Folgar se reparan tenis, bolsos, cremalleras y prácticamente cualquier tipo de calzado, la demanda es mucho menor que en el pasado.
"La clave está en usar calzado de calidad", aconseja el zapatero. Sin embargo, este hábito se está perdiendo, lo que impacta negativamente en un oficio que depende de prolongar la vida útil de calzado de buena calidad. A pesar de ello, Cristian es contundente: "Nunca compensa comprar otro par antes que arreglar el que ya tienes".
Tanto es así que, una de las principales innovaciones en este tipo de negocios en los últimos años es la posibilidad de cambiar la suela completa de cualquier tipo de calzado: desde botas hasta tenis, pasando por zapatos. Sin embargo, Cristian insiste en que el principal obstáculo sigue siendo el desconocimiento del público sobre estos servicios, lo que dificulta aún más la supervivencia de un oficio tradicional en un mundo dominado por el consumo rápido.