La vilagarciana Ana Miguéns comenzó su andadura como creadora de bisutería siendo muy pequeña, ella misma se remonta a sus nueve años para contar a Treintayseis cómo se divertía modelando con plastilina. "Empecé como hobbie, la verdad, y cuando me lancé fue porque me quedé sin trabajo y era el momento idóneo. Desde pequeña siempre me gustó "jugar a crear" y antes de crear mi marca hacía encargos para amigos o familia, incluso para que ellos regalasen. Todo pasó de forma muy natural".
Del entroido ourensano al Ravachol pontevedrés
La artesana se inspira en la cultura popular gallega porque, dice, es lo que mejor conoce, por eso para ella fue muy lógico empezar diseñando máscaras de entroido. "Bajo pedido hacía otras cosas, pero cuando empecé con mi marca quise hacerlo con algo muy gallego, muy nuestro, que supiese hacer casi con los ojos cerrados. Así, empecé a documentarme sobre todos los entroidos ourensanos y crée varias piezas de peliqueiros, pantallas y boteiros".
Después llegaron las dos Marías, los Sanandresiños, los pimientos de Herbón, las camelias, el loro Ravachol… Ana dice que cada cierto tiempo saca una nueva colección, como todas las marcas de moda, pero que hay básicos entre sus diseños que nunca dejará de hacer. Su última pieza está dedicada a Maruja Mallo, que es una artista a la que admira desde siempre: "llevo años queriendo hacer algo relacionado con ella, pero lo que pienso y lo que puedo plasmar no siempre van de la mano, a veces es muy complicado".
Así nació su otro proyecto artístico, Garabateo, con la idea de poder representar todo aquello que no era capaz de plasmar en un collar. "Yo siempre me imagino collares, y luego lo transformo en cualquier pieza de bisutería, pero para mí la base siempre es el collar". Entre risas también cuenta que, una vez creado Garabateo, consiguió "desbloquearse" y crear un collar inspirado en Maruja Mallo.
Artesanía para cualquier bolsillo
"Desde que empecé, mi objetivo es que cualquiera pueda llevar mis diseños o regalarlos, no creo joyas prohibitivas", cuenta la vilagarciana. Hace mucho hincapié en que sus creaciones no son joyas, sino bisutería, hecha con materiales muy baratos y para que las pueda llevar cualquiera. "Intento que no sean precios muy elevados porque quiero llegar a más gente, y que esa gente pueda comprar varias para sí misma o para regalar, tengo clientas que tienen mil piezas mías".
El material con el que están hechas las piezas es arcilla polimérica, lo que le da muchísima libertad de diseño y permite que trabaje rápido y a precios muy ajustados. "Intento abaratar por el material y que la verdadera remuneración sea para mis horas de trabajo, el valor de la pieza es el trabajo manual que lleva porque es pura artesanía", dice.
Cuenta que trabaja principalmente por encargo, los clientes ven las fotos de sus productos en sus redes y le piden lo que quieren: "hago algunos cambios como el color o el tamaño, aunque no suelo dar muchas posibilidades porque si no trabajase en diseños "automáticos" me saturarían. Eso sí, cada pieza es única, nunca tengo dos peliqueiros o dos calabazas iguales, aunque el collar final sea parecido a la foto".
Tiene varios puntos de venta repartidos por toda Galicia, pero reconoce que fundamentalmente trabaja por encargos individuales. "Me llegan a través del email o de las redes sociales y tengo una lista de pedidos que voy sacando por orden de llegada, aunque si me hacen un encargo para una fecha especial le doy prioridad (Navidad, cumpleaños, aniversarios…)".