Capsula Studio abrió sus puertas el pasado mes de julio en la Plaza de la Verdura, en el casco histórico de Pontevedra. Desde entonces, Laura Rilo no ha dejado de recibir nuevos clientes y de ejercer la profesión que más le gusta con mucho cariño y con la seguridad de hacer feliz a cada persona que sale de su estudio con una nueva perforación.

Con la idea de abrir un espacio en el que únicamente se realizasen piercings, esta joven emprendedora "se lanzó" y creo su pequeño estudio, con decoración minimalista y neutra. "La idea es que todo el mundo se sienta cómodo y bien recibido en Capsula: quería diferenciarme de la típica estética de los estudios de tatuajes, que no gustan a todos y que en muchas ocasiones acaban significando que alguien no se atreva a hacerse una perforación o que acuda a farmacias u otros lugares en los que no se cuida tanto la higiene", asegura.

Así nació este pequeño local, acogedor y moderno, en el que un cómodo sofá invita a planificar el diseño que el cliente se llevará puesto al salir de la tienda. Joyas para todo tipo de perforaciones, bisutería artesanal de artistas gallegas y un sinfín de posibilidades creativas para que cada persona decore su cuerpo a su gusto completan la oferta de este singular lugar.

Aunque la Boa Vila no parece la ciudad idónea para abrir un estudio de realización en exclusiva de perforaciones, cuenta que el boca a boca le está funcionando muy bien y no ha dejado de trabajar en ningún momento. Si bien confiesa que los primeros meses le costó arrancar, aunque la apertura atrajo sorprendentemente a muchos clientes, ahora ha empezado a despuntar y recibe cada día a alguien nuevo dispuesto a ponerse en sus manos para lucir una preciosa joya en su piel.

Todo empezó por casualidad

Laura es coruñesa y vivió en muchos sitios antes de recalar en Pontevedra. "Yo era barista en Barcelona, donde estuve diez años, y luego me fui a Londres otros tres", cuenta. Fue un amigo de Santiago el que la invitó hace cuatro años a su tienda para comenzar su carrera como anilladora. "Tenía un hueco allí y me animó a formarme y a probar la profesión y me encantó".

Tras varios años en Santiago se decidió a montar su propio negocio y separarse de la clásica tienda de tatuajes y piercings. "Quería tener mi propio espacio, llevaba cuatro años formándome y tenía bastantes clientes en Santiago, pero necesitaba tener mi propio sitio y dedicar a cada cliente el tiempo que tanto él como yo necesitemos", asegura.

Con esta idea alquiló un local en Pontevedra, lugar donde también su pareja tiene un estudio de tatuajes, Trinidad Tattoo. "Mucha gente me sigue preguntando si es él quien lleva la tienda o por qué no me he quedado en Trinidad, pero tenía muchas ganas de ser independiente y de desvincularme también para la gente a la que no le gusta esa estética". Dice que no descarta en un futuro aliarse con otros compañeros, "uniendo fuerzas todo es más fácil", pero por el momento está muy orgullosa de poder hacer las cosas a su manera y en su propio local.

Por eso decidió "lanzarse", porque "si te quedas con las ganas de qué sirve: yo primero he abierto, ahora si tengo que dejarlo solo tengo que cerrar la puerta". Poco a poco ha logrado ir creciendo y convenciendo al público pontevedrés, que ha sabido valorar el buen trabajo que hace Laura en cada perforación.

Para todos los gustos

Una de las preguntas que muchos se hacen es qué tipo de clientes recibe un estudio de piercings, a lo que Laura responde que "hay de todo aunque predominan los chicos y chicas de 30 años o más, que son los que más valoran mi método y con los que más a gusto trabajo". La razón, dice, es evidente, pues son responsables y tienen cuidado a la hora de realizar las curas de sus nuevas perforaciones, además de que no suelen llegar al estudio con un presupuesto concreto y dejan que Laura desate su creatividad. "Me gusta perforar a todo tipo de personas, por supuesto, pero cuando viene alguien dispuesto a dejarse aconsejar es muchísimo más enriquecedor".

De hecho, muchas veces es ella la que realiza el diseño completo de una oreja, por ejemplo. "Hay muchos clientes que vienen con una idea fija y a veces no se les puede hacer determinada perforación porque su anatomía no lo permite, ya sea en la oreja, en el pezón, en el ombligo…" En esos casos, cuenta, existen dos posibilidades: "o se van enfadados o se dejan aconsejar y se les acaba poniendo una pieza preciosa que favorece su anatomía".

"Hay personas que vienen con la idea de las joyas que quieren llevarse, otras que vienen a ver qué podría quedarles bien y hay incluso clientas que han venido a hacerse un único pendiente y han acabado haciéndose un diseño precioso", dice Laura. Para ella, reconoce, es casi un juego, un puzle que va montando en cada persona y que acaba por convertirse en un diseño único. "Hago proyectos personalizados porque no a todo el mundo le sienta bien una u otra perforación y es algo que me encanta, disfruto muchísimo".

Perforaciones "preciosas y bien cuidadas"

Laura Rilo tiene una norma básica que repite a cada uno de los clientes que cruzan la puerta de Capsula Studio: si el piercing se cuida y se acude a las revisiones, en unos meses habrá una perforación preciosa y bien curada. "En caso de que no se sigan los pasos que yo indico, no podemos asegurar que las cosas vayan a acabar bien", afirma.

Como con la venta de cualquier producto, ella dispone de un periodo "de garantía", conformado por una revisión a los 15 días de la perforación y un cambio de pendiente a los 30 días de la primera cita. "El down size, que es como se llama al cambio de barra, es necesario porque cuando yo anillo pongo un pendiente más grande de lo normal para dejar sitio a la inflamación inicial: una vez ya ha empezado a curar se reduce la talla y se le deja el espacio que acabará ocupando".

Esta es su garantía particular para asegurar perforaciones "preciosas y sanas", aunque no todos sus clientes han sabido o querido seguir sus pautas, asegura. En algunos casos incluso ha tenido que derivar al cliente en cuestión al centro de salud por una inflamación grave, "porque yo no soy médico y hay infecciones que no puedo controlar: a veces he tenido que retirar la pieza porque no se podía salvar", dice. "También firmamos una cláusula de mala praxis por si yo cometiese algún error, asumo mi culpa porque puede ocurrir".

Treintayseis

Treintayseis

Por esto tampoco perfora a menores de 16 años "y si lo hago es a partir de los seis años y les hago los lóbulos si lo han pedido y vienen acompañados de su padre o madre, además de que tienen que tener un DNI con el que poder firmar el consentimiento". En el caso de los bebés, directamente, se niega a hacerlo: "los niños menores de 2 años no tienen un sistema inmune desarrollado y están creciendo, esos pendientes podrían darles muchísimos problemas y cuando sean mayores podrían tener perforaciones asimétricas".

Asegura que es una cuestión moral también, porque en la sociedad actual no es necesario utilizar los pendientes en los lóbulos como distintivo de género. "Yo no trabajo por dinero, lo hago porque me gusta dedicarme a esto y tratando de dar seguridad al cliente", dice. Paso a paso, con una filosofía firme y muchas ganas de trabajar, Laura está haciéndose con un hueco entre los emprendedores pontevedreses más originales.