La pandemia nos enseñó el verdadero valor de la salud, pero también puso el foco en la importancia de respirar aire puro en espacios naturales agradables. Cada vez más, buscamos huir de las manidas cuatro paredes y pasar tiempo de calidad en entornos abiertos. Quizá una prueba de lo anterior es el auge que, en los últimos tiempos, está cobrando la Arquitectura Paisajística.
El vigués Ángel Romero Rodríguez es uno de los profesionales de este sector, que recuerda que la arquitectura del paisaje es "el arte y la ciencia de ordenar el espacio exterior en relación al hombre" y algo que va, mucho más allá, de una simple instalación de especies vegetales -el paso final-, pues abarca toda logística encaminada a lograr que los espacios sean funcionales sin desafiar a las leyes inmutables de la naturaleza.
Desde su estudio ARomero, fundado en 2017, el arquitecto paisajista diseñó proyectos como el que ha dado vida al Palacio de la Oliva y por el que recientemente obtenido la medalla de bronce en la cuarta edición de los Premios Xardín Galego, organizados por la Asociación Galega de Empresas de Xardinería -Agaexar- e impulsados por la Asociación de Cultivos del Baixo Miño. El objetivo de este certamen no es otro que el de reconocer y difundir actuaciones ejemplares en la ejecución de trabajos de jardinería pública y privada realizados en Galicia tanto por empresas como por autónomos gallegos.
Romero explica que el puntal de un arquitecto paisajista es su destreza para zonificar, encaminar y, especialmente, para usar la luz. "Cuando tienes una vivienda de obra nueva y nunca has vivido en ella no sabes o no contemplas cuáles son los puntos más asequibles en los que residir", explica el profesional. "Quizá no te haces una idea de dónde la piscina puede tener más horas de sol o de qué manera puedes resguardar tu vivienda de las miradas indiscretas o potenciar las vistas a un monte o a la ría", añade. Una vez se traza todo lo anterior y, en base a las premisas del propio cliente, se deciden otras cuestiones como tipos de verde o la posibilidad de poner, o no, un césped, por ejemplo.
Un reconocimiento más extenso en Europa
Según el profesional, el reconocimiento a su sector es mayor en el resto de países europeos que en España, en donde sí se ha producido un cambio en este sentido, especialmente, desde la irrupción de la pandemia. "Es verdad que, ahora, empiezan a llamarme grandes empresas o grandes constructoras, porque se quieren presentar a la restauración de museos o bibliotecas, y la figura del paisajista les añade puntos extra", relata Romero, quien puntualiza que un arquitecto del paisaje es capaz de hacer estudios medioambientales que permiten anticipar el devenir de las especies que se instalan en el marco de una intervención, pero, además, maneja toda la logística relacionada con -aparte de las zonificaciones- detalles constructivos de piscinas, sistemas de dotación de agua, iluminación, drenajes o riegos. "Es una parte que no se ve, pero todo cuenta. Nosotros hacemos, por así decirlo, un traje a medida", anota.
Pese a lo anterior, todavía no existe en España una formación específica o carrera universitaria de Arquitectura del Paisaje, algo que sí es posible cursar en el país vecino. Fue, precisamente, en la Universidad de Évora (Portugal) en donde el vigués se formó durante cuatro años.
Un "oasis" en el centro de Vigo
En menos de un año, Ángel concibió y ejecutó su premiado proyecto de paisajismo para el Palacio de la Oliva, un edificio del Siglo XII y convertido a casa-palacio por orden del Marqués de Valladares. Hoy en día, tras adquirir la propiedad el grupo Interatlantic, el Palacio de la Oliva ha podido reconstruirse y consolidarse para ser convertido en un enclave único dentro de la oferta hostelera de la ciudad y gracias a la asociación de ARomero Paisajismo y Casaplanta Vigo.
Entre otros elementos, las palmeras, enredaderas, jardineras y plantas colgantes protagonizan el retrato paisajístico, el cual permite al visitante aislarse de los edificios próximos y concentrarse en vivir una experiencia agradable en el propio recinto del palacio. Se ha buscado, en definitiva, una armonía entre la naturaleza y la arquitectura, aunque sin dejar de homenajear a las raíces históricas de la ciudad olívica.
En el Palacio de la Oliva, el arquitecto paisajista se concentró especialmente "en el riego, en la iluminación, en el drenaje y, sobre todo, en la selección de plantas". La fase de diseño y de proyecto se prolongó durante tres meses, mientras que la ejecución se completó en dos.
Este febrero, Romero recibió el premio de Agaexar por esta creación, valorando el jurado encargado la propuesta "muy bien adaptada a la arquitectura, con una buena selección de especies y con la colocación de plantas en espacios verticales que dotan al conjunto de más verde".
Un trabajo que se hace en equipo
Ángel no trabaja solo a la hora de dar luz al diseño de sus paisajes y entornos. De él parten los proyectos, pero es capaz de materializarlos gracias a otros profesionales con los que cuenta de manera habitual, como electricistas, jardineros, cerrajeros, carpinteros o fontaneros. "Yo llamo a empresas que se dedican a todo esto, y los plazos que me dan a veces son largos. Creo que son profesiones con mucha salida hoy en día", asegura Romero, quien, por otro lado, destaca las bondades de la tierra gallega para desarrollar las intervenciones paisajísticas que él lleva a cabo. "Nuestra tierra funciona y existen empresas potentes como Casaplanta Vigo y viveros de producción de planta en la zona del Baixo Miño", anota.
Sobre la tendencia paisajística del momento, Ángel explica que lo que más se demanda actualmente es la hoja tropical grande y las gramíneas. Sin embargo, con respecto a las últimas, el arquitecto paisajista advierte de la importante cantidad de personas que, hoy en día, padecen alergias, algo que hay que tener en cuenta.
Por último, concluye el profesional, es importante realizar esta labor teniendo en cuenta el entorno, en este caso, Galicia y sus tradiciones: "Aquí tenemos los pazos, que siempre han estado ligados a terrenos y montes, a la producción y al placer", explica. "Yo lo que sí que intento es no usar moderneces como un cristal rojo o una piscina roja. Es cierto que para hoteles está muy bien, pero sí que quiero que mis jardines tengan huella del pasado. Si puedo hacerlos con piedra, voy a preferir esta opción a la cerámica; o un ciprés o un magnolio, a cualquier otra especie. Me gusta, en definitiva, introducir el paisaje gallego a las parcelas de Galicia", concluye.