El pasado 24 de febero se iniciaba un conflicto bélico en Ucrania que, si bien en un primer momento parecía que duraría pocas semanas, se alarga ya más de dos meses. Al impacto humanitario de las acciones militares de Rusia en este país del Este de Europa, se suman también consecuencias económicas que, desde su inicio, han afectado a empresas y sectores de la comunidad gallega.

Para economistas y expertos, la guerra ha sido un nuevo golpe a la ya complicada situación que se estababa viviendo y que ha estado motivada, entre otros aspectos, por la pandemia, el alza del precio de la energía y de los combustibles o la escasez de materias primas.

Uno de los primeros sectores, clave en la comunidad, que mostró su preocupación por la afección a la industria del conflicto en Ucrania fue el conservero. España importa de este país el 70% del aceite de girasol que se consume, y el impacto sería directo y rápido en una insutria que emplea este producto en la cobertura de una parte muy importante de sus conservas.

En un principio, desde la patronal conservera Anfaco-Cecopesca se temía que los desajustes en el sector pudieran llegar al mes de iniciarse el fuego. ¿Cómo está ahora la sitruación? "Las empresas oleícolas españolas gestionan sus producciones teniendo en cuenta dicho origen, junto a los periodos de siembra y posterior refino. Tras conocerse la invasión rusa, rápidamente se buscó importar excedentes de los países alternativos, como Moldavia, Bulgaria o  Francia, a fin de asegurar el abastecimiento de la industria española a corto plazo", señala el secretario general de la asociación, Juan Manuel Vieites.

"Ucrania priorizará el cultivo de maíz y trigo para abastecer a su población y los primeros datos ya apuntan a una producción menor del 30%"

Juan Manuel Vieites, secretario general de Anfaco

Según explica el representante del sector mar-industria, "actualmente se sigue la producción de conservas de pescados y mariscos con aceite de girasol en España, aunque se advierte una realidad: la cosecha se realiza en el periodo marzo-junio y Ucrania priorizará el cultivo de maíz y trigo para abastecer a su población y los primeros datos ya apuntan a una producción menor del 30%, así como que reducirá su capacidad de refino".

Vieites hace mención también a la difícil situación portuaria del país, que imposibilita la exportación vía marítima. "Es fundamental continuar trabajando en las alternativas, como el aceite de soja, para lo cual las industrias ya realizan pruebas y aproximaciones comerciales. Los consumidores deben confiar en que la conserva de pescados y mariscos es un alimento seguro, que cumple estrictamente con la legislación comunitaria, y que cuenta con el sustento técnico de profesionales cualificados y un Centro Tecnológico de referencia como Anfaco-Cecopesca", apunta.

Además, "siempre se informará en el etiquetado de cualquier cambio que pudiera producirse, y que mantendrá la alta calidad y aspectos nutricionales del alimento", asegura el secretario general de Anfaco.

Datos en septiembre

El futuro, ha manifestado, dependerá de la producción de torta de girasol. "Deberemos esperar a conocer la evolución del mercado después de verano, cuando se obtengan los primeros datos de cosecha, previendo un 2023 complejo en dicha materia prima, y que se suma a otros elementos, como la energía, envases, etc.", concluye Vieites.

Desde la firma gallega Aceites Abril han señalado que por el momento no tienen previsión de producción nacional para esta campaña. Según explican desde la compañía, "el Gobierno publicó un decreto-ley en el que se adoptan medidas urgentes en respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra de Ucrania. Una norma que permite utilizar las superficies en barbecho para cultivo o pasto en esta campaña 2022".

De este modo, las tierras que iban a quedar en barbecho pueden ser sembradas con cualquier cultivo, entre ellos el girasol sin que esto suponga problema para el agricultor en el pago de las ayudas de la Política Agraria Común. "El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación comentó que la mayor parte de las siembras se dedicarían al cultivo de girasol y maíz", subrayan desde Aceites Abril, quienes añaden que "en condiciones climáticas normales, en España el girasol se siembra en febrero-marzo y se recoge en agosto-septiembre".

La compañía ha asegurado también que los precios de girasol podrían ceder algo hacia final del verano, "que es cuando se recogería la cosecha".

El sector ganadero se resiente (aún más)

Desde las Cooperativas Lácteas Unidas (CLUN), aportan la visión de otro de los sectores afectados por los últimos acontecimientos en Europa. "La guerra fue la guinda del pastel. No pensemos que esta situación que estamos viviendo en general y en el campo en particular es fruto solo de la guerra de Ucrania. El sector del vacuno lechero después de dos años de cierta calma, con márgenes escasos, pero al menos con estabilidad, viene resintiéndose del aumento de los costes de producción, y en especial de los costes de alimentación desde mediados de 2020″, señala Ángel Miranda, director de la división agroganadera de CLUN.

Según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), en la semana 7 de este año (antes de estallar el conflicto ruso-ucraniano), el precio de un concentrado de vacuno lechero

era un 41% superior si se compara con la misma fecha de 2020. "El estallido de la guerra no hizo más que agravar esta situación. Con razón o sin ella, los mercados cogieron miedo ante la posibilidad de que se destruyese buena parte de la mercancía que debería llegar del mar Negro, o simplemente ante un previsible problema logístico que impidiese que los buques cargasen en los puertos ucranianos", subraya Miranda.

Este nuevo entorno socioeconómico tuvo un efecto general que quedó de nuevo reflejado en el índice de precios de pienso del Mapama que se incrementó un 17% en solo mes y medio. Aunque respecto al mismo periodo de 2020, el aumento es del 66%.

Como para la industria conservera, el uso de las tierras en barbecho podría ser también una de las soluciones para evitar el incremento de los precios de los cereales para los piensos, sin embargo, el sector ganadero no es demasiado optimista.

"Se están viviendo unos costes de fabricación como nunca antes habíamos visto"

Ángel Miranda, director de la división agroganadera de CLUN

"Pasados estos meses y con una huelga de transporte por medio que puso en jaque la alimentación de muchos animales y la continuidad de muchas explotaciones, la situación sigue tensa, con una alta especulación, con un miedo atroz a hacer cierres y que hace funcionar a las fábricas con compras a muy corto plazo que no hacen más que alimentar el alto precio del ‘spot’ y hasta generar un riesgo de falta de físico en los puertos porque los importadores tampoco quieren arriesgarse a traer mercancía a precios caros y que luego no haya quien la compre", sostiene el representante de CLUN.

Desde la cooperativa aseguran que se están viviendo unos costes de fabricación "como nunca antes habíamos visto y con un recién estrenado convenio laboral de los fabricantes de alimentos compuestos para animales que previsiblemente en tres años va a encarecer la mano de obra más de un 25%, el escenario es cuando menos preocupante", añade Ángel Miranda.

Ante una situación tan complicada y de incertidumbre, el directivo señala que "por ahora tenemos que encomendarnos a que el precio de la leche sea tal que cubra este incremento de costes, pero vamos caminado de la mano y sobre aceite, como pierda el equilibrio alguno de los integrantes de la cadena, esto puede ser una catástrofe".

Demandas

Desde CLUN aseguran que las demandas tampoco son nada nuevo. "Aunque agravadas de forma extraordinaria por la situación actual, no son diferentes de los que eran hace meses o incluso años", dice Miranda.

"La verdadera demanda es si de verdad nos creemos eso y de lo que tanto alardeamos: luchar por lo rural, por la España despoblada, por el campo… la verdadera demanda es que de verdad entendamos que las zonas rurales, cada una con sus diferencias y diversidad, y sobre todo con sus habitantes activos, son la auténtica despensa de las ciudades, algo que a menudo no solo no valoramos, sino que cierta parte de la sociedad desprecia porque entienden que con esa actividad lo que se está haciendo es una agresión al medio", sentencia.

"La demanda del campo es que lo valoremos, que lo apreciemos, que tengamos una estrategia a largo plazo con él y que lo veamos realmente imprescindible en un país desarrollado. Si lo entendemos así, si valoramos el trabajo de las gentes del campo, si conseguimos un marco estable que permita a los pocos jóvenes que quedan emprender un negocio en lo rural porque saben que van a poder vivir de ello, que van a poder organizarse y tener sus días de descanso, que van a poder educar y formar a sus hijos, que va a haber posibilidades de cuidar a sus mayores…, si conseguimos todo eso, tendrá vida y dará vida", concluye el director de la división agroganadera de CLUN.