Probablemente los partidarios de la lectura de poemas en solitario y sobre papel ganarían "democráticamente" al resto. La sonoridad de un poema estaría en la escritura misma. Yo pertenezco a la generación que se acercó, desde los tiempos de bachillerato, a la poesía que se asimilaba mejor desde la declamación por “otro” que supiera hacerlo bien. Más tarde me acerqué a la poesía a través de los admirables Serrat y Paco Ibáñez. La 'Elegía a Ramón Sijé' y 'A un olmo seco' me gustan más cantadas por ellos que leídas por mí (¡pobre de mí!). Hace más de 40 años, en Ginebra, oí recitar sus poemas a Rafael Alberti y me gustaron. De la misma forma que entiendo a poetas que no quieran leer sus poemas. No mucho antes de morirse tanto Alberti como J. Agustín Goytisolo hicieron giras con Paco Ibáñez en las que se entremezclaban las canciones y sus poemas recitados, resultaba un espectáculo emocionante en cuanto conseguían ese aislamiento personal que, a veces, puede ocurrir acompañados de centenares de personas, de espectadores. García Lorca opinaba que en buena parte de su teatro había más poesía que en su propia poesía y el teatro es representación, por otros. En la película 'A un Dios desconocido' (cine, por lo tanto), Héctor Alterio recita ante un espejo, mientras se desnuda, fragmentos de 'Poeta en Nueva York'. Jean Roger Caussimon, multifacético artista francés, se refería a las primeras imágenes de la infancia como el cine de nuestra vida.
Decía Gil de Biedma: "cuando volvía a leer los poemas eróticos de Baudelaire me fascinó como utilizaba la jodienda. Lo que más me interesaba desde entonces es qué clase de realidad tienen esas imágenes mentales… deben tener alguna para que exciten. Este tipo de sexualidad cerebral está muy cerca del placer estético, tiene mucho que ver con el arte. El arte es un simulacro y este tipo de placer sexual, también".
La poesía -seguimos con Gil de Biedma- no se ha hecho para los críticos, se ha hecho para los lectores. Poesía es lo que hacen los lectores leyendo un poema.
Amor y poesía, son siempre de agradecer en tiempos en que el género poético ha quedado, en buena parte, reducido a especialistas, en circunstancias como las actuales en las que la gente común, concienzudamente adocenada, confunde con poemas letras de canciones plagadas de zafiedad, de lugares comunes, de vulgaridad. La poesía debe ser una forma de conocimiento anterior a la filosofía. El amor es algo elevado, pero también procede e induce a la satisfacción de un instinto brutalmente primitivo. ¿No hay poesía en el propio instinto?, naturalmente que sí. La poesía está en todo y civiliza todo.
Quizás sea a través de las matemáticas que se introduce la música en la poesía, por medio del ritmo, del juego del tiempo. Es la síntesis de dos cosas que parecen contrapuestas: la racionalidad matemática y el aliento poético. Se puede gozar de la música sin nociones de solfeo, se puede ser analfabeto y disfrutar de un poema, es suficiente con escucharlo.
Es muy difícil separar cualquiera de las manifestaciones literarias o artísticas en géneros excesivamente definidos. La poesía y la canción mucho más. El amor y la muerte están en el fondo de muchas -¿de todas?- estas manifestaciones. Nos eternizaríamos citando cantantes, poetas, e incluso cantantes-poetas que han inundado nuestra sensibilidad de ambas cosas (por no citar la enorme lista de poetas suicidas).
Para José Ángel Valente escribir es como estar muerto y volver para ver los estragos al campo de batalla donde el propio cadáver yace. Lèo Ferré canta "ne chantez pas la mort" y Leonard Cohen en su canción 'Amen' a más de uno nos arrastra, nos traslada al infierno. Acaso a los poemas les basta una especie de música interior que no sabemos cómo comunica con nosotros. García Márquez escribía en 1981. "Hace años en una discusión literaria alguien preguntó cuál era el mejor poeta de la Francia actual y yo contesté sin vacilación: Georges Brassens". Y Leonard Cohen dijo de Juliette Grèco que encarnaba esa maravillosa confusión que los franceses han inventado entre el intelecto y el cuerpo.
Léo Ferré que es el prototipo de la unión de poeta y cantante, no se consideraba a sí mismo poeta. Louis Aragon, sin embargo, llegó a afirmar que "habrá que reescribir la historia de la literatura de manera algo diferente", debido a Léo Ferré.
Pero esto se está haciendo demasiado largo. Otro día si se me permite hablaremos de Ferré. Opinaba que "las personas ya casi no leen poesía, es la música la que ayuda a la poesía a hacer su camino". Léo decía: "de esta prisión definitiva en dónde se me ha metido, no me libero más que por las palabras".