No hace tanto tiempo las navidades en Vigo eran como las de cualquier otra ciudad. Ambiente navideño sí, pero el justo, y centrado en días concretos de estas fechas señaladas que, en gran medida, están marcadas no solo por los días de celebración cristianos, sino por el periodo vacacional de los niños. Eran unas navidades caracterizadas por un concepto que hoy tanto añora toda la sociedad: normales.
El reto comenzó con el tamaño de un gran cono luminoso (el árbol) que, instalado en la Puerta del Sol de la ciudad olívica, logró llamar la atención de los vigueses. En un mundo en el que los smartphones y las nuevas tecnologías dirigen parte de nuestro día a día, los selfies dentro de aquel túnel de luz y color no se hicieron esperar. Fue una gran atracción navideña.
Los años siguientes el árbol alcanzó una dimensión que captó, aún más, la atención de los vecinos. Ya no había opción, se convirtió en una visita obligada durante las navidades. Y no solo para ver la cara de los más pequeños, boquiabiertos, ante aquel espectáculo lumínico, también los adultos capturaron cientos de miles de momentos con sus teléfonos móviles para la posteridad.
Apareció el filón. Y las luces. Nada menos que diez millones de leds que le hicieron la competencia a la capital española pusieron a Vigo en el mapa de lo mediático y también, un poco, de lo esperpéntico. Ahora sí, la Navidad en Vigo dejó de ser algo normal para convertirse en un polo de atracción turística que pocos años antes nadie hubiera imaginado.
Con once millones de leds y más de 400 altavoces que harán sonar música navideña en nueve zonas de la ciudad, nos estamos convirtiendo, a un ritmo más que frenético, en una ciudad de Navidad que inicia su campaña en pleno mes de agosto y que genera informaciones virales a lo largo y ancho del país, siendo protagonistas de programas de humor de la televisión nacional y de publicaciones en redes sociales de famosos presentadores y personajes de toda índole.
Marketing
Sin duda, convertir a una ciudad como Vigo en un símbolo de la Navidad en todo el país (y parte del extranjero) es una estrategia de marketing que bien podría estudiarse en las escuelas de negocios y recibir premios internacionales. Pero el debate no es tanto sobre las dotes en mercadotecnia del regidor olívico como si es algo que favorece o no a nuestra ciudad.
No hay más que darse una vuelta por las redes sociales cuando salta la chispa de la Navidad viguesa: comerciantes y vecinos maravillados por el beneficio económico que supone la visita de tantos turistas para ver nuestras luces y por la alegría que genera la música y el color, discrepan con aquellos que defienden que es un gasto excesivo, que ridiculiza a los vigueses o que han pasado de adorar estas fechas a desear que pasen cuanto antes. ¿Hay una ansiada normalidad también en esta celebración en la ciudad olívica?