Echar de menos

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La tribuna

Echar de menos

Una reflexión sobre la muerte y la importancia de los recuerdos para tener presente y sentir cerca a aquellos que ya no están

12 febrero, 2022 10:57

No hay mayor distancia que la muerte. Sin embargo, es asombroso que cuando una persona se va para siempre la sientes más cerca que nunca. Al principio es una cercanía incómoda, irritante, insoportable cargada de tristeza.

Esa tristeza nerviosa y llena de lágrimas negras se transformará en una dulce tristeza por lo que ya no está pero pudiste disfrutar. Normalmente aparece en tonos grises, azules y rosados acompañada de un susurro de olas de mar chocando contra la arena. 

Si echar de menos fuese un momento del día sería el último segundo de la luz del atardecer. El miedo a no volver a verlo, la inquietud por la llegada de la oscuridad pero la alegría de disfrutar del último rayo de sol. El último rayo es el que más se valora porque en ese último instante, cuando todo se iba a apagar, fue capaz de bañar con su luz la inmensidad del océano.

Las personas se van de nuestra vida, siempre será así y algún día tú te irás de las suyas. Quien se va se lleva huecos y los que nos quedamos sentiremos ese vacío. Nos duele, pero no seamos egoístas: ¿cómo alguien que se va no va a llevarse algo? Tenemos que pensar que al otro lado hay una persona que nos ama mirando con ternura esos espacios que ha creado en(tre) nosotros para que podamos recordar.

Se puede estar sin estar y se puede echar de menos y ser feliz. Te das cuenta que ese hueco vacío físicamente está lleno de alma. Cada vez estoy más convencido de que la felicidad absoluta son instantes, pequeñísimos espacios de tiempo que pueden contenerlo todo. Si alguien se va pero se queda en los mejores instantes de tu vida, eres un afortunado.

Recuerdas a esa persona por una canción, un olor, el reencuentro con un amigo que también era importante en su vida o cuando ves un atardecer parecido al que vivisteis juntos. De repente, nos asaltan imágenes del pasado: una discusión en nuestra niñez, viajes que nos hicieron felices, un consejo que guardas para siempre, un "buenas noches" o un "te quiero". La mayoría de recuerdos esenciales que nos quedamos dan sentido al presente y orientan nuestro futuro.

Y en definitiva, creo que los huecos no deben recordarnos la ausencia si no la presencia. Mientras alguien esté en el recuerdo no podrás decir un adiós definitivo. Por eso, los huecos hay que mirarlos bien fuerte porque aunque no volverás a ver ese mismo último rayo de sol sí podrás sentir otro atardecer.

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