La ambición no es mala
El emprendedor gallego, y CEO de la marca de motos eléctricas Velca, reflexiona sobre la necesidad y la virtud de una ambición sana como motor que invita a abandonar el conformismo, la autocomplacencia y la mediocridad
El sinónimo más usado de ambicionar es desear. ¿Qué hay de malo en desear?
Ya sabemos que los logros rara vez se consiguen pidiendo deseos. Tampoco dejamos nuestros objetivos más significativos al “es cuestión de suerte”. La persona ambiciosa piensa que todo es posible con pasión, determinación, conocimientos, esfuerzo y dedicación.
Una persona ambiciosa no es necesariamente egoísta, insolidaria o individualista. Muchas veces confundimos la ambición con la codicia que es una patología de obsesionarse por el poder y el dinero. Es aquí cuando una persona está dispuesta a transgredir las reglas, relaciones con personas para conseguir sus objetivos propios.
La ambición te ayuda a conseguir tus propósitos. La verdadera ambición funciona como un motor que invita a abandonar el conformismo, la autocomplacencia y la mediocridad.
Las personas ambiciosas que conozco no pecan de envidia, tampoco de codicia ni obedecen a la mentira para conseguir sus logros. La ambición sana que conozco es un elemento esencial de la felicidad.
Las personas ambiciosas se proponen constantemente objetivos a corto y especialmente a largo plazo. Son personas capaces de asumir riesgos importantes cuando es necesario. Son proactivas y están orientadas a tomar acción. Suelen habitar y pasar el rato en entornos estimulantes y creativos. Se rodean de personas que admiran y de las que pueden aprender. No suelen alardear de sus logros y no sienten envidia ya que consideran que sus competidores son ellos mismos y no los demás.
La ambición no es sinónimo de lograr un objetivo por encima del bienestar ajeno. Las personas ambiciosas no se saltan principios éticos y morales para conseguir sus objetivos. Los ególatras o los avariciosos sí pueden hacerlo.
Las personas ambiciosas contagian ilusión a su entorno. No ponen excusas ni caen en el auto complacimiento si no que están orientados constantemente a buscar soluciones.
En los 80 se forjó una imagen de la ambición como una aventura individual, en 2022 ya no. De hecho, considero que una persona ambiciosa empodera a las personas de su entorno, y que la mejor forma de empoderarlas es animarlas a que prueben cosas nuevas, que fracasen y ayudarles a levantarse de nuevo para volver a intentarlo.