A veces tengo conversaciones con algún cliente sobre los precios de los vinos. Es curiosa la percepción que tiene el público sobre los vinos según lo que pagan por ellos. La vida nos ha educado de alguna forma en que lo caro es mejor que lo barato.
A menudo escucho la pregunta: ¿como se justifica que un vino pueda costar x? (Entendiendo siempre la x como un número de tres cifras aproximadamente). La verdad que es difícil explicar todo lo que hace diferente a un viño desde la viña a la botella para que sus precios oscilen de esta manera.
El primer motivo es la historia. Es importante y hace que un vino tenga más prestigio y más valor, saber que ese vino lleva siendo excelente lustros, décadas o siglos… súmenle ceros por orden.
Por otro lado, la exclusividad. Cualquier artículo es más deseado cuanto mayor dificultad se tiene para adquirirlo. Además, el trabajo de artesanía, y la pequeña producción hace que sea más dificil de comprar y por lo tanto más apetecible y más caro.
También juegan un papel importante las guías. Si una publicación de prestigio sitúa tu vino entre los mejores porque su calidad es buena, el vino se venderá con mayor facilidad y a mejor precio.
A veces las personas me dicen que no puede haber un vino de 300 euros. Que si un vino puede costar 6 euros en el supermercado y ese es el coste real, el resto es especulación. Me niego a justificar eso de ninguna forma.
Todo cambia. La forma de trabajar la viña. El precio de la hectárea en el lugar donde está el viñedo. El trabajo artesanal es más lento y difícil pero que ha de repercutir ese esfuerzo en el precio final, etc.
Lo mejor que se puede hacer a la hora de beber vino, es no complicarse. Comprar algunas botellas que se ajusten a los gustos de cada un@ y al poder adquisitivo y disfrutarlo. Pero sin comparaciones ni estigmas. Beberlo.
Alguna gente cree que los vinos caros son poesía (y en efecto lo son) pero de la que te hace reflexionar y pensar que cada rima es solo el resultado de años de estudio y de talento. Por lo tanto, no apoyo la idea de que beber un vino caro es beber humo.
Esto me hace pensar en el futuro incierto de las viñas de muchos y muchas bodeguer@s que estos días están alerta por los fuegos que acechan Galicia y otras zonas.
El otro día una llamada daba razón a mis miedos (por desgracia) al saber que un amigo había perdido ya una hectárea y estaba viendo como todo estaba poniéndose peor y la catástrofe todavía no había acabado.
Es terrible entender perfectamente cómo el pan de una familia se despierta una mañana para no volver cuando el día anterior todo estaba perfectamente. Es durísimo ver a personas que defiemden proyectos pequeños y están arriesgando todo lo que tienen para que en un momento todo sea arrasado sin poder hacer frente a una desgracia.
Y además de la desgracia personal para todas esas personas que luchan por sacar adelante un proyecto, hay algo igual de importante, la pérdida de patrimonio.
Se están quemando viñas de 100 años aproximadamente. Eso es irrecuperable. O por lo menos no entra dentro de mis previsiones estar aquí dentro de 100 años para comprobar su estado.
Necesitamos generaciones para que todo vuelva a estar igual. Por lo tanto estamos perdiendo patrimonio y dejando agonizar a una zona que estaba llamada a ocupar un lugar importante en el mercado los próximos años.
El problema es real, el tiempo juega en nuestra contra, y de no conseguir frenarlo, esta vez sí, ¡beberemos copas de humo!