El estrés es necesario para estar sano

El estrés es necesario para estar sano

La tribuna

El estrés es necesario para estar sano

Una breve reflexión médica sobre el estrés y la necesidad de contar con esta reacción fisiológica para la supervivencia. Eso sí, en las dosis oportunas, sin llegar a los perjudiciales estados de estrés mantenido

20 abril, 2024 11:34

En muchas ocasiones he mencionado que la parte buena de la pandemia ha sido que se ha puesto la salud mental sobre la mesa. En el momento actual está muy presente en prensa, televisión, debates políticos, deportistas… Sin embargo, me preocupa el "cómo" se está hablando de ello.

El pasado día 16 de abril fue el Día Mundial de la Conciencia sobre el Estrés (yo soy psiquiatra, y era un total desconocedor de tan señalada fecha). Escuchamos estrés y lo vivenciamos como algo negativo. Pues sepan, queridos lectores, que sin estrés, o lo que bioquímicamemte sería sin cortisol, no podríamos vivir.

El estrés es una reacción fisiológica que todos debemos tener, nos avisa de un peligro o amenaza. Un buen símil sería el dolor. En muchas ocasiones pregunto a mis pacientes en consulta si desearían no sentir dolor. Sin excepción responden con un rotundo "por supuesto, doctor". Y se asombran cuando les explico que los diabéticos, por ejemplo, debido a niveles altos de glucosa mantenidos en el tiempo, deterioran sus nervios periféricos y no sienten dolor. Esto puede parecer magnífico, sin embargo, a un diabético le está dando un infarto y no puede avisar, al no percibirlo, o se hacen grandes úlceras por roces del calzado teniendo algunos que sufrir amputaciones, por esta incapacidad para sentir dolor. El dolor es bueno, nos avisa de que algo no está yendo bien. Y el estrés o ansiedad igual. Nos avisa de un peligro o amenaza, eleva el cortisol, el cual se produce en las glándulas suprarrenales tras una indicación de un precursor que surge de nuestro cerebro, concretamente de una glándula conocida como hipófisis.

El estrés nos mejora la atención y concentración los días previos a un examen y durante el mismo, incrementa la frecuencia cardiaca y tensión muscular si vemos que nuestra hija se va a caer de un columpio o genera sustancias inflamatorias para luchar contra una infección.

Todo esto lo genera el cortisol, un glucocorticoide que genera nuestro cuerpo. Éste es muy bueno en pequeñas dosis y durante un breve periodo de tiempo. De hecho, conocemos muchas enfermedades que se tratan con corticoides, excelentes antiinflamatorios, pero que al igual que el estrés mantenidos en el tiempo, son tremendamente perjudiciales.

El estrés, la subida de cortisol, nos prepara para luchar o huir. Ya lo tenían nuestros ancestros cuando un león les acechaba, y experimentaban ansiedad. Sin ansiedad no tendrían opción alguna de sobrevivir, pues no percibirían el peligro y su cuerpo no estaría preparado para reaccionar.

El problema es que nuestra mente, nuestro cerebro, no distingue entre una amenaza real, como por ejemplo el mencionado león, o imaginaria (como por ejemplo pensar que no pasaré una entrevista de trabajo o anticipar que seré rechazado por mis amigos). Estos pensamientos hacen que entremos en estados de estrés e hipercortisolemia mantenidos.

Al igual que los fármacos corticoides, al prolongarse en el tiempo, esto genera una inflamación constante y una inmunosupresión. Dicho así puede que no os resulte familiar, pero si hablo de dolores musculares, sudoración, problemas de sueño, cefaleas, adormecimientos, irritabilidad, fallos de memoria, problemas reproductivos… puede que alguno agrupe varios síntomas.

Como conclusión quería recalcar nuevamente que el estrés, la ansiedad y/o el cortisol no son malos, de hecho son totalmente necesarios para nuestra supervivencia, al igual que la glucosa o la tensión arterial, pero tienen que estar "en rango", no es buena la hipertensión, ni tampoco la hipotensión, debemos estar "normotensos", del mismo modo que deberíamos estar "normoestresados".

Vivimos en una sociedad que promueve estos estados de estrés e hipercortisolemia, pero realmente no por amenazas reales; la mayor parte de ellas son imaginarias, creadas por nosotros mismos, nuestras expectativas y lo que creemos que esperan de nosotros. Recordad: nuestro cerebro, en concreto para una reacción de estrés, no distingue entre amenazas reales o imaginarias.

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