PONTEVEDRA, 25 Feb. (EUROPA PRESS) –

Una vecina de Pontevedra, Rocío P.F., acusada de estafar y robar hasta dejar en una situación económica "muy delicada y precaria" a una mujer dependiente a la que cuidaba, ha reconocido este jueves los hechos en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra y aceptado una condena de tres años y nueve meses de prisión, así como pagar a su víctima una indemnización de 26.956 euros.

A la procesada se le aplica el atenuante de confesión, además del agravante de abuso de la confianza por la estrecha relación que tenía con la víctima por el hecho de ser su cuidadora.

El juicio se ha resuelto mediante un acuerdo de conformidad entre las partes. La víctima y la Fiscalía se mostraron favorables a la suspensión de la pena privativa de libertad si la mujer no vuelve a delinquir en el plazo de cuatro años y medio. Además, tendrá que satisfacer la responsabilidad civil e indemnizar a la víctima y deberá cumplir trabajos en beneficio de la comunidad.

La procesada se ha comprometido a pagar un mínimo de 150 euros al mes a su víctima, cuenta con el aval de una tercera persona y tiene unas circunstancias personales especiales, con varios hijos a su cargo.

Según recoge el escrito de acusación de la Fiscalía y ha reconocido este jueves la acusada, entre junio de 2017 y abril de 2018 esta mujer trabajó en casa de su víctima en Pontevedra realizando labores del hogar y de cuidado personal de la señora, que tiene muchos problemas de salud y muy graves dificultades de movilidad, por lo que debe desplazarse necesariamente en silla de ruedas, y es dependiente para muchas tareas básicas de la vida diaria.

Acceso

Para realizar sus quehaceres la acusada disponía de unas llaves de la vivienda y tenía acceso a todas las dependencias de la casa. En muchas ocasiones también acompañaba a la señora a hacer gestiones bancarias o le ayudaba a realizarlas personalmente por lo que, debido a la buena relación y confianza existente entre ellas, le facilitó el PIN de su tarjeta bancaria y las claves de acceso a su banca electrónica.

Por esa buena relación, pese a que en abril de 2018 dejó de trabajar con ella, solía visitarla regularmente. Además, se quedó con una copia de las llaves sin autorización.

La acusada se aprovechó de las graves dificultades físicas de la jefa, de la familiaridad y apego con la misma, de que conocía sus horarios de paseos de mañana y tarde, del libre acceso que tenía a todas las habitaciones de la casa mientras trabajó allí y de la facilidad para seguir visitando el domicilio después sin contar en ningún momento con el conocimiento y consentimiento de la dueña, según la Fiscalía, que indica que, de esta forma, se apoderó de dinero, joyas y objetos de valor.