Vigo es la ciudad más poblada de Galicia. Según el Instituto Nacional de Estadística, hay 293.652 personas empadronadas (datos del 1 de enero de 2023); sin embargo, si hay una cifra que destaca especialmente, si existe otro elemento que puebla las calles viguesas con casi mayor asiduidad que sus propios habitantes, es el número de vehículos: hay unos 150.000 registrados.
Con ese grueso de coches sobre el asfalto, no es de extrañar que el tráfico sea significativo en el día a día de los vigueses. Según el balance de la circulación de vehículos privados realizado por la empresa TomTom, líder mundial en productos de navegación, tráfico y mapas, Vigo es la séptima ciudad de España que más tiempo ha pasado al volante durante el 2023, con 145 horas. Un tiempo que equivaldría, según el informe, a lo que se tardaría en leer aproximadamente 29 libros.
De todo el tiempo al volante, 34 horas han sido a causa de los atascos (o lo que es lo mismo, un día y 10 horas); la cifra supone dos horas y media menos que en 2022. Además, los peores días para conducir por Vigo durante el pasado año fueron los lunes, concretamente, de 18:00 a 19:00 horas. Durante esa franja, atravesar una distancia de 10 kilómetros en coche conllevó de media unos 20 minutos y 10 segundos, frente al tiempo medio de 17 minutos y 50 segundos.
El balance elaborado por TomTom también expone que el día del año donde fue más complicado circular por la urbe olívica fue el 1 de diciembre, coincidiendo con la celebración de la Navidad y un festivo en Portugal: ese día se tardaron de media 23 minutos y 50 segundos para avanzar 10 kilómetros.
El transporte público, asignatura pendiente
Además, de acuerdo con el informe de la compañía de productos de navegación, los vigueses gastaron al año unos 635 euros en combustible, una cantidad que equivaldría a siete tanques de gasolina de tamaño medio. Está claro que coger el coche supone un gasto tanto de tiempo como de dinero, pero también se presenta en muchas ocasiones como la única alternativa para los ciudadanos que necesitan llegar a sus puestos de trabajo, centros educativos y demás destinos.
Desde el pasado 25 de noviembre los trabajadores de Vitrasa, la empresa concesionaria del transporte urbano en Vigo, se encuentran en huelga indefinida para exigir la actualización de su convenio y la mejora de sus condiciones. Los servicios de autobús son mínimos desde entonces y la negociación entre ambas partes parece estar enquistada, al tiempo que se continúa pidiendo la intervención del Concello.
Con todo, la complicada situación del transporte público de la ciudad se remonta unos cuantos años más atrás. Desde 2019, y sobre todo a partir de la pandemia, la compañía ha reducido las frecuencias y el número de autobuses disponibles de su flota. Además, el precio del billete general, sin hacer uso de la PassVigo, se ha incrementado hasta los 1,57 euros (tarifa actualizada de enero de 2024). Usuarios y trabajadores reclaman una solución que parece que no llegará hasta el próximo año, cuando cese la concesión.