Dicen que hay algunas cosas a las que uno no llega a acostumbrarse nunca; las pendientes de la ciudad olívica podría ser, perfectamente, una de ellas. Si bien el proyecto Vigo Vertical, promovido por el Concello, ha solventado algunos de los desniveles más importantes, todavía hay numerosas cuestas merecedoras de algún reconocimiento internacional. Y aunque el Récord Guinness lo ostenta una pequeña localidad galesa (Harlech) desde 2019 -con una cuesta de 37,5 grados de pendiente-, Vigo precisaría, al menos, una mención.

Si uno tiene en su ruta diaria, por ejemplo, un recorrido entre la zona del náutico y la calle Venezuela, es probable que pueda ahorrarse la cuota del gimnasio. Y es que si de algo presumen los vigueses, además de las islas Cíes, es de tener las mejores piernas de Galicia; el motivo, claro: las cuestas de la ciudad.

La agresiva orografía viguesa podría llevarnos a tener que señalar numerosísimas duras pendientes, no obstante, haremos un repaso solo de algunas de las más pronunciadas.

Manuel Núñez

Esta calle del centro de la ciudad, que va desde el final de María Berdiales hasta la calle Ecuador, es sin duda de esas que requieren hacer más de una parada para coger aire. Además, ahora que uno tiene que enfrentarse al duro ejercicio de las pendientes viguesas con la protección de una mascarilla, la subida suele hacerse todavía menos llevadera.

Laxe

Otra de las pronunciadas cuestas de la ciudad olívica es la de la calle Laxe, que lleva al valiente caminante desde el náutico de Vigo hasta la calle Gamboa. Para entender el esfuerzo que suponen los largos paseos por esta urbe es necesario saber que si uno ha recorrido este tramo pero la caminata continúa, lo más probable es que aún queden un gran número de duras pendientes por superar. Seguro que los cruceristas que visitan (o visitaban antes de la pandemia…) la ciudad es lo primero que comentan a su regreso al buque.

Celso Emilio Ferreiro

Aunque se dice que la ciudad de Vigo se construyó en las faldas de la ladera del monte O Castro, lo cierto es que las edificaciones, con el tiempo, se han desarrollado también a lo largo de la propia colina, lo que implica que las casas en el centro de Vigo se hayan ido alejando del nivel del mar para situarse en los puntos más elevados de la urbe.

La consecuencia: la vida diaria de muchos habitantes se desarrolla en un entorno de constantes y pronunciadas pendientes. Un ejemplo de ello son los edificios de la calle Celso Emilio Ferreiro, junto al ayuntamiento.

Chile

Aunque nadie desearía tal cosa en ningún lugar y en ninguna circunstancia, menos aún querría cualquier vigués tropezar en la parte más elevada de la calle Chile (en su cruce con la calle Camelias), pues no se sabe el momento exacto en el que el desafortunado viandante dejaría de rodar.

Las pendientes que conforman esta céntrica calle del municipio vigués son lo más parecido, si se transitan en coche, a contar con una montaña rusa en la ciudad, y es que es de esas cuestas que hacen que a uno se le ponga en estómago en la garganta si se inicia el descenso a demasiada velocidad. Un clásico.

Alfonso XIII

Enfrentarse a la calle Alfonso XIII con una maleta y la premura del que llega tarde a coger un tren es una experiencia poco deseable. Si bien hemos comentado que algunos recorridos por las calles de Vigo, hechos con asiduidad, podrían ahorrarle a uno el gimnasio, las prisas, que nunca fueron buenas, lo son menos aún en la ciudad del millón de cuestas.

Fernando Lago Olano

En el barrio de A Doblada, muy cerca del centro de salud, hay una pendiente que nada tiene que envidiar a las más céntricas de la ciudad de Vigo. La calle Fernando Lago Olano, a la que da nombre un médico y vigués distinguido, es, sin duda, una de esas que hace al caminante merecedor de algún tipo de reconocimiento. ¿Con carrito de bebé?: al primer puesto del podio.