Alex decidió emprender la aventura de abrir un bar gaming en Vigo en 2017, cuando no existía nada parecido en la ciudad. Es el dueño de La Grieta, en la calle Tomás Alonso. El 1 de diciembre de ese mismo año nació Login Gaming Bar (rúa Serafín Avendaño 10), a manos de Kike. Y dos años más tarde, en octubre de 2019, David comenzó su andadura en el bar Random (CC La Romana 34), el primero de este estilo en Nigrán. Todos ellos tienen dos cosas en común: el amor por los videojuegos y las ganas de crear comunidad.
El primer paso es la pasión
David, dueño del Random Gaming Bar, dice que fue la "nostalgia" lo que lo motivó a abrir su negocio. Tambien la necesidad de "crear comunidad", "incluir el mundo del anime en el de los videojuegos" y "dar viabilidad al concello de Nigrán, que carecía de ocio de este tipo".
"Desde pequeño yo siempre estaba con los videojuegos. Desde los seis años mi tío me dejó una Super Nintendo y desde ahí empezó mi afición por los videojuegos", cuenta Kike, del Login. A día de hoy esa pasión continúa, sigue jugando y ha creado un bar dedicado a ello.
Alex, gerente de La Grieta, encontró en Vigo un vacío en la oferta de ocio. Su idea principal no estaba tan enfocada a crear un espacio de juego, sino un local donde disfrutar de torneos de esports y competiciones del mundillo gamer. "Echaba en falta que existiera algo así, y pensé que si yo lo hacía seguro que mucha gente más también", narra. Y aunque el primer boceto del bar haya cambiado, su fórmula fue exitosa.
¿Cómo funciona un bar ‘gaming’?
Si nunca has estado en un local así, tal vez no conozcas su idiosincrasia. Estos bares parten de la premisa de ser un espacio donde los amantes de los videojuegos puedan dar rienda suelta a su pasión mientras beben un refresco o comen algo. Además, funcionan de puente conector entre personas que comparten aficiones similares; aunque los juegos son el eje principal, también acude gente fan de los cómics, del manga o del anime.
Para utilizar las consolas del bar, normalmente debes pagar una consumición que te otorga el derecho de jugar un tiempo limitado. Ese es el método que tienen en La Grieta, el Login y el Random. Por ejemplo, en el establecimiento nigranés, David explica que "una Coca-Cola son aproximadamente dos horas de juego".
A veces, sobre todo al principio de su actividad, los dueños de estos locales se encontraban con más "gorrones" que compraban lo mínimo y se pasaban toda la tarde allí. Kike, dueño de Login Gaming Bar, bromea: "ya me encargué yo de que no viniesen más". ¿Su solución? Establecer un precio fijo para las bebidas. "Si quieres tomar un agua jugando te va a costar lo mismo que un Monster", explica, "si bebes agua que sea porque quieres, no porque sea lo más barato para jugar".
Además, los ordenadores del bar Login tienen un sistema de tarifas por horas. Incluyen una bebida, y cuantas más horas reservas, más barato sale. Así se asegura la rotación de los equipos. Este método, parecido al de los ya anticuados cibers, tal vez se establezca pronto en los demás locales gaming. Alex, gerente de La Grieta, se plantea esa solución a largo plazo: "hay que cubrir los gastos, si pierdes dinero con tu negocio no tiene sentido". Antes quiere renovar sus PCs.
Una clientela que va madurando
Los tres hosteleros cuentan que al principio solían acudir más niños al local. Poco a poco, estos chavales han ido creciendo y el target de los bares también ha cambiado con ellos. Kike y Alex describen una franja de edad media que ronda los 20 años. David, del Random, también recibe gente de entre 20 y 30 años, aunque destaca con emoción las visitas de padres o madres con sus hijos: "me encanta ver cómo hay algo que los une y que pueden pasar un rato juntos haciendo algo diferente".
Kike, del Login Bar, explica que hubo una época en la que su local se llenaba de niños por un motivo mundialmente conocido: el Fornite. "En el colegio de al lado se corrió la voz de que teníamos el juego. Ya puedes imaginar la que vino ahí". Los más peques siguen siendo bienvenidos en estos establecimientos, siempre y cuando estén al cargo de sus mayores. Y es que como aclara Kike, "no somos monitores, a efectos prácticos solo soy camarero".
Es cierto que existen estereotipos sobre el mundo de los videojuegos, pero desde los locales gaming intentan que su negocio sea algo abierto a todo aquel que quiera pasar un buen rato. Kike recomienda ir "en grupo" al bar, "aunque de primeras no gusten los videojuegos", porque la música y el aspecto poco convencional no está dirigido solo a gamers. David, del Random, y Alex, de La Grieta, coinciden en su consejo: "esto es como con la comida, hasta que no lo pruebas no sabes si te gusta".
Torneos y otras actividades
En los bares gaming se respira un ambiente juvenil y ganas de diversión. Están equipados para asegurar el ocio: en La Grieta hay una decena de ordenadores, una PlayStation 4, una Nintendo Switch y una Super Nintendo mini; en el Login Gaming Bar cuentan con diez PCs, una cabina insonorizada para streamear, cuatro PlayStation 4, una Switch, una XBOX XX y un par de máquinas recreativas. Por último, en el Random Bar tienen también la Switch, diez ordenadores, dos PlayStation, un simulador de coches y una consola retro.
Todas esas máquinas no solo están disponibles para el uso cotidiano. Antes de la pandemia se organizaban en estos locales torneos y competiciones de videojuegos. En el Login vuelven tímidamente a coger el ritmo; han acogido un torneo de Valorant patrocinado por Red Bull y planean uno de Fifa. David, dueño del Random Gaming Bar, disfruta organizando también talleres, como uno de cosplay celebrado este mes de julio.
Sobreviviendo a las restricciones
El principal reto al que se enfrentan ahora los bares gaming, como todo el sector de la hostelería, es el coronavirus. Las últimas medidas restringen el acceso a interiores de las personas sin vacunar o sin PCR en zonas de nivel alto, una porción de la población que justo coincide con la clientela habitual de estos locales. "¿Qué chaval de entre 12 y 30 años está vacunado?", reivindica Alex, de La Grieta. Su negocio se limita durante esta semana al reparto a domicilio. A la espera de que mejore la situación, los hosteleros tratan de mantener su negocio y la esperanza.