Son las 9:30 horas de una mañana gris de lunes y la cafetería ya tiene varias mesas ocupadas. A Baiuca se encuentra al lado de la plaza de Isabel la Católica, en la calle Pizarro, aunque el lugar es conocido por los vecinos como "el bar de Pablo". Él es el dueño del establecimiento y también el rostro —y el ingenio— del perfil @elcamarerodetiktok, una cuenta que ya suma 14.400 seguidores y un millón de ‘me gustas’.
Pablo responde a las preguntas mientras ojea la puerta de su negocio y maneja la máquina de café. Al mismo tiempo, la sonrisa no se le escapa de la boca. Lo repite varias veces durante la entrevista: "Me encanta mi trabajo, para mí el bar es mi segunda casa".
Primera experiencia en el sector
A pesar de que ahora se mueve como pez en el agua por A Baiuca, es la primera vez que Pablo trabaja en la hostelería. Como relata a Treintayseis, antes de abrir el bar estuvo 13 años en una piscifactoría, de donde lo despidieron cuando la empresa tuvo que hacer recorte de personal. Con la indemnización que recibió surgió la idea de emprender.
"¿Qué es lo que funciona en España? Todo el mundo tiene un euro o dos para tomarse una caña. La vida social en este país gira en torno a los bares", explica. Así comenzó a buscar locales disponibles en Vigo, su ciudad, y dio con el espacio de la calle Pizarro. Tal vez fuera el destino o una mera casualidad, pero aquel sitio había sido la cafetería de confianza a la que acudían sus padres y a donde él mismo había ido infinidad de veces de pequeño.
No se demoró en tomar la decisión. En 2019, Pablo alquiló el bajo del número 73 de la calle Pizarro y se lanzó de pleno a la aventura hostelera. Al principio le costó. Sin embargo, confiesa que tres años más tarde no se le ha caído ni una sola bandeja y disfruta trabajando en lo que ya denomina "su hogar".
Por supuesto no todo ha sido un camino de rosas. 11 meses después de la apertura comenzó la pandemia, un gran varapalo para los negocios del sector. Durante todo el tiempo que tuvo que permanecer cerrado, la propietaria del local no le cobró el alquiler y cuando pudo abrir solo para llevar, recuerda emocionado lo mucho que se volcó la gente del barrio en apoyar A Baiuca.
La vida del bar a través de TikTok
Todo el periplo de Pablo y su bar ha derivado en su perfil de TikTok, @elcamarerodetiktok, donde relata anécdotas del día a día tras la barra a ritmo de las canciones de moda y mucho desparpajo. El oficio de hostelero tuvo que aprenderlo —"Estuve trabajando mañana y tarde durante dos meses, dormía la siesta en el almacén", señala—, pero la gracia para grabar sus vídeos es innata.
Si bien el confinamiento obligó a Pablo a cerrar el negocio, también le brindó mucho tiempo libre. Según cuenta, empezó a grabarse "haciendo tonterías" y a enviar los resultados por el grupo de familia en WhatsApp. "Me ponía pelucas, hacía de mujer, siempre he sido de estar haciendo el payaso", admite.
Sus familiares no eran del todo receptivos a las bromas, por lo que Pablo comenzó a subir sus vídeos a TikTok, la plataforma por excelencia del confinamiento. En el primer trimestre de 2020, en el momento de las restricciones más estrictas por el coronavirus, la app se descargó 315 millones de veces en todo el mundo. En España también se convirtió en la más utilizada durante la cuarentena.
Pablo no pensaba en estos datos cuando subió su primer vídeo ni lo piensa demasiado a día de hoy, tras cientos de clips publicados y miles de seguidores. De hecho, es complicado encontrar por su perfil el nombre de su cafetería: "La gente me dice que soy tonto por no promocionar más el bar en mis vídeos, pero es que no me gusta usar Tik Tok para hacer publicidad".
Aunque no lo pretenda, la plataforma ha dado a conocer su establecimiento más allá de los límites de la calle Pizarro y en ocasiones, incluso de los límites de Vigo. Como cuenta el hostelero, ha recibido en la cafetería a personas que pasaban por la ciudad de viaje y se han acercado a propósito a A Baiuca para saludar a Pablo. "A veces hasta me piden fotos", reconoce tímidamente.
Su recopilación de anécdotas cotidianas tras la barra es incansable (aunque confiesa que parte de ellas no son reales) y utiliza la ironía como herramienta principal. Es su recurso para convertir las situaciones más cansinas de la hostelería en una fuente de humor: clientes que piden un café para el que hace falta prácticamente un manual de instrucciones, turistas que solicitan mil tipos de desayunos diferentes, señoras mayores que critican todo aquello que les sirvan.
"Aún soy joven, puede que con 60 años esté quemado, pero ahora me encanta mi trabajo. Me encanta hablar con la gente, igual que me encanta responder a los comentarios de TikTok", afirma con energía. No importa la hora ni el estado del cielo a través de la puerta del bar. Pablo abre A Baiuca con ilusión y graba sus vídeos de la misma forma. A través de ellos logra despertar una sonrisa en los demás; ese también es el motivo por el que le gusta tanto lo que hace y por el que no cambiaría de profesión.