Dentro de 15 años, uno de cada tres gallegos vivirá solo. Esta es la previsión que lanzaba el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado mes de octubre, una soledad que en España alcanzará en 2037 a 6,1 millones de personas. En el caso en particular de Galicia, el 31% la sitúa en más de un punto por encima de la media nacional, que es del 29,8%.
Uno de los grandes objetivos de la sociedad, especialmente tras la pandemia, es luchar contra la soledad no buscada, la no voluntaria, esa que llega por circunstancias y que, poco a poco, se convierte en un laberinto en el que cada vez es más difícil de encontrar la salida.
En Vigo, desde el año 2008, uno después de la llegada de Abel Caballero a la Alcaldía, se puso en marcha un sistema de teleasistencia domiciliaria que, con el paso de los años, ha ido creciendo, perfeccionándose y aprovechando las nuevas tecnologías para dar servicio a más personas y de más calidad.
800 usuarios, casi todas mujeres
Actualmente, este servicio municipal tiene 800 usuarios, con perfiles que nos regala una radiografía de la soledad en Vigo: casi el 80% de los inscritos son personas mayores que no viven acompañadas; de ellos, un porcentaje muy alto, el 88%, son mujeres; y, por edad, más del 80% tienen más de 80 años.
"Nació como servicio de alerta, pero es un sistema que nos ha sido muy útil en la pandemia para otras muchas cosas", afirma Yolanda Aguiar, concelleira de Benestar Social. Se convirtió en un canal de comunicación con esas personas: "Fue una forma de contactar con ellos durante el confinamiento y nos sirvió como instrumento más de detección de situaciones psicológicas de riesgo", destaca Aguiar. "En pandemia, se incrementó el número de llamadas mensuales porque vimos que existía la necesidad de hablar, y lo aprovechamos para dar consejos sobre el covid y hacer un seguimiento durante este periodo".
Además, de una manera muy sencilla: una llamada semanal para preguntar cómo está, si está triste, para poder dibujar un perfil en tiempo real de qué está viviendo esa persona y que ha encontrado continuidad tras la lenta recuperación de la normalidad. "En esos casos, cuando se detecta una situación de tristeza, de ansiedad se pone en marcha la asistencia psicológica".
Además del contacto telefónico, los usuarios disponen de un medallón con un botón rojo que, al presionarlo, les conecta directamente con un asistente que ofrece rápidamente la ayuda que sea necesaria, poniéndose en contacto con los familiares para que solventen la situación o, si fuese necesario, con los servicios sanitarios.
Más de 6.400 llamadas al mes
"Hemos mejorado muchos servicios complementarios", explica la concelleira de Benestar a Treintayseis, y en base a la experiencia, se ha ido aumentando el servicio. Se hacen llamadas de seguimiento, para romper soledades no deseadas o, incluso, para recordar la toma de una mediación; también existe un servicio de custodia de llaves, en el caso de que se hayan olvidado de ellas y no puedan entrar en su domicilio. En total, más de 6.400 llamadas al mes, de las que la mayoría son servicios de recordatorio de tratamientos y de citas medicas; en este último caso, también se incluye el acompañamiento físico al centro de atención primaria o al hospital.
Otro de los servicios municipales es el de ofrecer una comida o una cena en fechas especiales. En el caso de los cumpleaños, los usuarios reciben una comida y una carta con la felicitación del alcalde; en Navidad, una fecha en la que se acrecienta la sensación de soledad, les llevan a su casa una cena típica de estas fiestas con langostinos, bacalao y turrón.
Dentro y fuera del domicilio
Como novedad, desde el año pasado la teleasistencia ha crecido más allá de los hogares, ya que el medallón funciona conectado con la línea telefónica. El pulsador rojo ahora se ha implantado en dispositivos móviles y pueden pulsar la alarma cuando estén en la calle, pudiendo asistir en casos de desorientación, de quedarse sin llaves o en caso de que sufran un robo.
Detrás del teléfono trabajan 12 teleoperadoras para cubrir todo el día y la mayoría de ellas tienen perfil profesional de auxiliares de enfermería.
"Es un servicio excepcional que prestamos de forma gratuita y para el que no tenemos lista de espera", presume Caballero, que la semana pasada anunciaba la ampliación del servicio en 100 plazas y al que se pasará de destinar 102.000 euros anuales a 288.000 euros hasta 2024. El contacto del Concello es inmediato: según entra por registro general, se comprueba que se cumplen los requisitos, y reciben la visita del trabajador social en un máximo 15 días.
Antonia: "Funciona muy bien"
Antonia tiene 95 años y es una de las usuarias del servicio municipal de teleasistencia. Nos recibe en su casa, un segundo piso sin ascensor y con escaleras de madera en Velázquez Moreno con Progreso, con una bata que se quita para que le hagamos la fotografía para este reportaje y acompañada de un bastón.
No tiene hijos y es viuda desde hace 30 años. "Tengo sobrinos y cuando me dicen de irme a una residencia, les digo que no, que quiero estar en mi casa mientras tenga la cabeza bien y pueda hacerme yo las cosas, después, que ellos decidan", cuenta esta viguesa, de madre portuguesa y que perdió a su padre pronto. Lleva viviendo en esa casa, que antes fue de los padres de su marido, desde que se casó.
"Funciona muy bien", responde cuando se le pregunta por el medallón con el botón rojo que cuelga sobre su cuello. "Me llaman cada semana, la chica es encantadora", asegura Antonia, que hace poco que ha tenido que pulsar ese botón por un dolor que tenía "a la altura del apéndice"; ahora, espera por pruebas que le digan la causa. "Es un dolor pequeño, pero está ahí".
Antonia intenta salir todos los días, aunque le cuesta bajar las escaleras y en días de lluvia ni se lo plantea. "Voy a comer todos los domingos con mis amigas, y por las mañanas voy a pasear y a comprar al mercado del Progreso, lo bueno es que ahora hay muchos bancos para sentarme en la calle, pero si llueve prefiero quedarme en casa", explica. Porque es ella la encargada de hacerse la comida y la cena todos los días. "Soy de buen comer, siempre lo he sido, no como ahora, que coméis a toda prisa".
Cumpleaños con comida y felicitación
A principios de mes cumplió los 95 y recibió la comida y la carta de felicitación del alcalde, un detalle que agradeció mucho porque "está haciendo las cosas muy bien en la ciudad, como este servicio", celebra Antonia.
Abandonamos su casa y nos despide con una sonrisa y explicando que solo son dos vecinas en el edificio y que son como hermanas: "Ella es muy buena vecina, y yo tampoco lo hago mal", dice riéndose mientras nos despide en el quicio de la puerta.
El suyo es uno de los rostros detrás de los números, los que se esconden entre porcentajes en salones donde solo una televisión acompaña el paso de las horas. La sonrisa de Antonia es la que resulta de verse acompañada, de repasar su día a día y de contar tantas cosas que no siempre tiene a quién hacerlo, la misma que esboza al saber que no está sola, que tiene a alguien preocupándose porque esté bien al otro lado de un teléfono que está al servicio de ella y de otros cientos de personas.