Hace poco más de 15 años, toda una generación millenial asistía, a la hora de comer, a la emisión de "Fama a bailar!" En pleno bum de los talent show, un formato detonado por el incombustible Operación Triunfo, el baile encontraba su nicho de mercado en Cuatro. Lo hacía de la mano de jóvenes bailarines que, durante semanas, ofrecían espectáculos en directo prácticamente a diario.
A la exigencia del baile se sumaba la parte del show, que, en lo tocante a este tipo reality, se encontraba en la convivencia, en el aislamiento bajo el botón del rec y en la presión por ser el mejor y la mejor bailarina de funky, lírico, moderno y similares a ojos del público y también de unos profesores que, en muchas ocasiones, no escatimaban en firmeza ni daban demasiados rodeos para emitir sus valoraciones.
El éxito de las dos primeras ediciones fue tal, que la segunda, que se inició a finales de 2008, se prolongó durante cinco meses -fue la más duradera de toda la historia del programa-. La final se celebró en la cubierta de Leganés ante 10.000 personas y, a diferencia de otras ediciones y debido a que la producción del programa quiso poner en marcha un reencuentro entre Fama 1 y Fama 2, la promoción que salió en 2009 se quedó sin gira.
Eva Juan Conde (Valencia, 5 de agosto de 1986) fue una de las concursantes de la segunda edición. Llegó a la final con su compañero Sergi, que se proclamó ganador en la categoría individual, y hoy en día -y desde hace más de una década- reside en Vigo, en donde ha formado una familia y trabaja como entrenadora personal en un centro especializado -21 METS-. Lo compagina con su faceta de maquilladora -estudió Asesoría de Imagen Personal y trabajó en Canal Nou- y de coreógrafa de bailes nupciales.
Una experiencia "difícil" con luces y sombras
La exconcursante, que se inició, de pequeña, con la gimnasia de competición -aunque pronto se sacaría la carrera de Baile Clásico y se formaría en una escuela de danza multidisciplinar- admite que el paso por un programa de máxima audiencia como "Fama a bailar!" fue difícil y, aunque le abrió puertas, también le cerró alguna que otra ventana. "Tenía apenas 22 años cuando entré. Casi no había salido de casa, aunque, hasta entonces, me había formado muchísimo", cuenta. "Mi objetivo a la hora de entrar era que la gente me viese para lograr trabajo. Esa era mi pretensión y la de todos: Trabajar, no ser famosos ni nada por el estilo", añade.
La valenciana afincada en Vigo reconoce que, para ella, el programa fue "una locura" y, a día de hoy, "se pensaría" el volver a entrar: "Lo pasé un poco mal. Yo en clase de baile siempre he sido callada. Iba a trabajar, a prestar atención. Lo que pasa es que en un programa de televisión tienes que dar un poco más de ‘chicha’ y, de hecho, a mí me llamaban ‘ñu'", recuerda. "Al final me lo tomaba a risa porque nunca me sentí así, pero tuve que entender, primero, de qué iba un poco el tema", añade.
Otra de las cuestiones que más afectó a la bailarina fue la falta de sueño. Y es que, tal y como comenta, "dormíamos muy poco". En este sentido, asegura que "nos duchábamos por la noche y nos levantábamos con el pelo mojado, para que te hagas una idea. Eso psicológicamente era un poco shock, porque no descansabas".
Uno de los puntos más positivos para sobrellevar la situación fue la unión de grupo, algo que, tal y como comenta Eva -que añade que la experiencia, reservada a muy pocas personas, también tuvo una parte muy positiva- fue crucial para salir adelante: "Éramos una piña. Nos llevábamos todos muy bien", dice con cariño. "Llegamos a reunirnos todos en el confesionario para pedir que, por lo menos y ya que no teníamos reloj, alguien nos informara sobre si era tarde para poder acostarnos. Muchas veces nos quedábamos montando coreografías, perdíamos la noción del tiempo…", añade.
Su paso por Fama, sumado a todo su trabajo previo, le abrió las puertas de otras experiencias como la de formar parte del musical "Michael Jackson, forever king of pop" o trabajar en Disney Channel, aunque la batalla por seguir en el mundo del baile a nivel profesional estaba bien servida en la capital hace algo más de una década: "Nos encontrábamos todos en los castings", explica Juan. A lo anterior se sumó un mercado algo colapsado y la necesidad de trabajar, por lo que la exconcursante de Fama decidió abandonar Madrid.
¿Por qué Vigo?
La valenciana puso rumbo a Vigo, hace más de una década, al encontrar la oportunidad como tutora de clases dirigidas. Lo que, en un principio iba a ser temporal, se convirtió, al menos por el momento, en definitivo. "Aquí en Vigo, donde conocí a mi pareja, empecé compaginando el dar clases en el gimnasio con hacerlo en las escuelas de baile", cuenta. "Formé dos compañías de danza, ambas con fines benéficos. Cuando yo llegué aquí no estaba muy explotado el tema de la danza, laboralmente hablando. Había gente muy buena y muchos de los que querían dedicarse a la danza a nivel profesional tenían que marcharse a Madrid", añade.
Sin embargo, Juan asegura que su filosofía "no encajó" en Vigo. "Las escuelas están más enfocadas aquí a competir o a realizar actuaciones puntuales. Ahora es diferente, también te digo, pero cuando yo llegué era algo así", relata. "En aquel momento yo rompí con la danza. No encontré la manera de trabajar y de crear esa mentalidad que te digo. No sé si era por mí, o si la gente me podía ver como competencia. No lo sé. Pensé, al final, que tenía que comer y que no podía vivir del aire. Cerre el ‘chiringo’ y dije que no quería saber nada de la danza. Luché mucho y tampoco estaba bien", añade.
Sobre la posibilidad de que una profesional que se ha dedicado toda la vida a la danza sea verdaderamente capaz de dejarla atrás, Eva responde rotunda: "Yo rompí. Estaba psicológicamente mal y me eliminé redes para no ver nada. Me costaba entender por qué no podía avanzar cuando estaba intentando crear algo bonito".
Preparadora física
Después de una época dura en la que, por otro lado, nunca dejó de formarse; la valenciana parece haber encontrado su lugar junto a Naza Tilve en 21 METS, un centro de preparación y adaptación física especializado en embarazo y posparto. Eva trabaja, con las alumnas, aspectos relacionados con la movilidad y a través de la disciplina del yoga.
La exconcursante de Fama se siente feliz en Vigo, una ciudad en la que, tal y como indica, siempre se sintió acogida, y en la que ya tiene, incluso, sus lugares especiales en los que desconectar, como una roca -de la que prefiere conservar la localización- junto al mar.
Un formato que no puede seguir como espectadora
Actualmente y más de 15 años después de su paso por "Fama a bailar!", la valenciana admite que le cuesta "muchísimo" ver programas similares al que ella participó: "He intentado no ver nada. Me duele mucho", lamenta. "Hay gente muy buena y pienso, ‘¿por qué le dicen que no vale?’ ‘¿por qué la merman psicológicamente de esa manera?’ ‘¿qué necesidad?'", añade, rotunda, antes de afirmar que "hay gente muy sensible, gente que luego cae en depresión… Yo, al salir, lo pasé muy mal, ¡fueron cinco meses encerrados! Me cambié un montón de veces el pelo para que no se me reconociera por la calle".
Mientras participa en esta entrevista, Eva tiene en las manos un libro: Se titula "La fama: ¿La quieres? Te la regalo" y su autora es Yure Molina, otra de las finalistas de la segunda edición del programa. La ahora entrenadora personal cuenta que, durante la pandemia, se lo leyó entero y tras "revivir todo" pudo "perdonarme a mí misma, perdonar un poco todo y avanzar".
Durante el confinamiento también participó en un reencuentro virtual con sus compañeros de edición. Juntos, además, llegaron a hacer una coreografía: "Tenemos un chat de grupo por donde hablamos, nos felicitamos los cumpleaños… La experiencia fue muy bonita juntos, fuimos una piña y eso también nos ayudó mucho", señala Eva. "Nos quedó la espinita de hacer una gira juntos, pero bueno, fue así y ya es una etapa que pasó", concluye.